sábado, 23 de octubre de 2010

EL NACIMIENTO (LA NEGACION DE UN HIJO, LA HISTORIA TRANSGENERACIONAL, EL MACHISMO, EL AMOR DE DIOS, DIANITA)







EL NACIMIENTO (LA NEGACION DE UN HIJO, LA HISTORIA TRANSGENERACIONAL, EL MACHISMO, EL AMOR DE DIOS, DIANITA)


Hoy es la noche más triste de mi vida, hay tanta tristeza en mí como cuando el día mismo que nací, nací no porque quise yo llegar al mundo si no porque tenía que llegar, sus dedos golpeteaban la mesa y cada uno de ellos tenía algo diferente que contar, cómo he nacido, nadie me lo contó, si fueron felices mis padres al verme nacer tampoco me lo dijeron, creo dijo el viejo, que nadie se alegró con mi nacimiento, con él empezó la desgracia y sufrimiento de mi madre ante la actitud de un padre despiadado, que jamás supo querer, ni mucho menos amar, sólo sentía en él satisfacción, pero como primer regalo lo había negado, esa negación que dan lo iracundos, por librarse de algo que es suyo pero que prefieren botarlo, regalarlo, escupirlo, negarlo, su padre lo había negado y él no era nada ni nadie para reclamar, era un pobre y triste indefenso algo que no se prestaba por si sólo, no hablaba, no caminaba, no pensaba, era sólo un poco de carne con huesos a la espera de algo de cariño, si no había amor; pero el cariño le había sido negado, el amor no existía para él, no había llegado al mundo para ser amado, quizás tendría que mendigar cariño con el paso del tiempo, eso, en ese momento de su nacimiento no era lo más importante, lo más importante era que ese hombre que había engendrado a su madre le de un  poco de calor, ropa alimentos, para poder empezar a vivir,    pero el que se llamaba papá era tan duro como el hierro, botó al niño y a su madre, largo fuera que me traes, a este miserable, y no lo quiero, no es mi hijo, no soy su padre, su madre volteo sus ojos a la calle hambrienta de pobreza y desdicha  para sin rumbo con  él en brazos caminar sin destino en la oscura noche, la lluvia presta a matar, con sus gotas enfermaron al inocente, cargó esperando un  bus para trasladarse lejos del que en un tiempo fue el amor de su vida, que era el amor de su vida pero que lo echaba fuera de ese cariño mentiroso y rufián por ella, abrazando al niño que era el comienzo de su desgracia pero producto de un gran amor se encamino entre sollozos, la noche testigo de su dolor acompañó humedeciéndola en llanto y lluvia,   agarró su detente del Señor de los Milagros y besándolo le pidió al hijo de Dios su ayuda, abrazando a su retoño, pegada a la pared más cercana sacó su pecho para alimentar a su crio, era larga la noche, el bus no llegaba y ella parada en la soledad, indefensa, pero con gran valor lloraba su desamparo, padre mío tu que me has amado tanto en vida ayúdame cuídame no dejes que me pase algo, ruega a nuestro Dios para que me cuide, padre que estás cerca de nuestro Dios te pido por favor me cuides, estoy sola con mi bebé, tengo miedo, tengo pena, tengo dolor en mi pecho, tengo  desesperación, por favor Dios mío no permitas que me desmaye, que me pase algo que le pase algo a mi niño, parada y cansada buscó un poste para recostarse, la ciudad era pequeña, casi un pueblo y los buses pasaban sólo a unas horas determinadas, ella hasta unas horas antes tenía su casa en ese pueblo, con su amado, pero ahora estaba parada en ese poste, miró a lo lejos que unas siluetas se acercaban, eran siluetas de hombres ebrios que hablaban groserías, entre ellos, reían fuertemente y pateaban todo lo que encontraban en el asfalto, ella comenzó a orar con más miedo y desesperación. Uno de ellos la divisó, miren una hembrita, otro dijo tiene algo entre sus brazos, es un bebé dijo un tercero, hasta que nos ligó, dijo el primero, pero uno de ellos, ella jamás supo quién, dijo: no la toquen pobrecita está indefensa, abandonada y con su hijito, el otro contestó y eso que, a lo que replicó si la tocas te mueres hoy mismo.
Ella no levantó los ojos sólo oraba por su hijito ya ni siquiera por ella, sólo por el fruto de su vientre, la pobre pasó la noche sentada junto al poste y a eso de las cinco de la mañana nuevamente divisó dos siluetas de dos personas, era una pareja no sintió el temor de antes, sólo les miró venir, él parecía familiar y ella estaba embarazada, le parecía que el mundo se le venía encima, las lágrimas y el sollozo que contuvo le parecieron minutos interminables, él  ya volteaba a mirarla pero la mujer le tomó la cabeza y le besó fuertemente, luego se abrazó más fuerte de él y dio una tremenda carcajada como para despertar a todos los dormidos, cuando le miró ya volteaban  la esquina dirigiéndose a lo que una vez fue su hogar, lloró nuevamente, de forma  inconsolable, al llanto de su madre se sumaba su llanto inocente, desesperado de hambre o quizás ya sintiendo sufrimiento por el desprecio de su padre,  por qué Señor mío, se preguntaba, por qué, si él decía que me amaba, la pobre mujer despertó con el llanto del bebé se había quedado dormida, miró a su alrededor y sacó su ceno para lactar a su niño.
En el bus recordó,  a su padre, a su abuelo, cuando aún era una niña le decía mi engreída, mi pequeña, mi bebé, siempre serás mi bebé aunque estés grande siempre serás mi bebé porque para mí nunca habrás crecido. Había tenido una infancia formidable muy querida por sus padres, en especial por su padre, que siempre estaba atento a su necesidades, recordó cuando jugaba con sus hermanos corriendo por las orillas del mar o cuando la paseaban en una chalana en el pequeño lago formado naturalmente cerca de su casa, las veces que se reían juntos y los momentos en  que reunidos en la mesa del hogar su padre siempre decía que aquel padre que no amaba su hijo es porque tampoco amó a su mujer, porque aquel que ama a su mujer debe respetarla y quererla, y no querer a sus hijos significaba una falta de respeto a ella, recordó que su padre les aconsejaba que a sus hijos hay que amarlos desde pequeños porque desde pequeños ellos forman su autoestima, es por ello que yo siempre he tratado que ustedes mismos se sientan bien, pero su niño era vulnerable, cómo iba a crecer, Señor mío dame las fuerzas necesarias para yo poder orientar y cuidar de mi niño, dame Señor la sabiduría necesaria para hacerlo que siempre confié en mi como yo confíe en mi padre, para darle ánimo e interés para que pueda estudiar y pueda algún día realizar sus sueños, has Señor que siempre le de afecto y cariño, que siempre sea su madre y padre para que no se sienta sólo,  sino amado, para que no crezca tímido, Señor mío que jamás yo lo abandone por más necesitada o adverso sea mi destino.
Su padre había sido infiel a su madre, esa existencia de otra mujer escondida fue  la razón para romper la relación con su madre, acaso su madre no alcanzó ser  la expectativa de su padre, por qué no conversaron no trataron de solucionar o ponerse de acuerdo, por qué tuvo que recurrir a la infidelidad sin pensar el daño que haría a la mujer con quien se casó en lo  civil  y ante la ley de Dios, por qué a este hombre le resultó más fácil la infidelidad, de repente su padre quiso demostrar que era más masculino, quizás fue presionado por la sociedad y fue tan inmaduro que cayó tan fácilmente, por qué su madre no se dio cuenta a tiempo,  quizás ella también no le prestó la debida atención, no observó el comportamiento de su padre,  cuáles habrían sido sus problemas, sexuales, emocionales, económicos, intelectuales, quizás fue demasiado celoso ante la exuberante belleza de su madre, en resumen el asunto fue que ni siquiera la abandonó dejándola en su casa sino que la botó de su misma casa  para meter a la otra mujer en la casa de su señora esposa, eso si era algo inhumano y quién haría algo inhumano sólo un ser sin sentimientos, una  persona desalmada, botar a su mujer con un hijo recién nacido, es no tener sangre en la cara, el botarlos era más cruel que matarlos, el abandonarlos al frío inclemente y al peligro de la noche, de los días de los abusos de los hombres perversos era como si un odio interno se le hubiese escapado, no pensar que su niño podía terminar como ladrón, esclavo, sirviente, abusado o prostituido, era peor que dejarlo ante la maldad de una madrastra, porque no todas son iguales, un niño sin esperanza de esperar la más ligera caricia por parte de su padre, estos niños crecen con miedo sin esperanza, sin protección.
-Porqué lloras niña, preguntó la anciana que rea una señora alta de 1.70 mtr con un bastón en la mano, como llegó a su lado no se percató, vestía con un vestido blanco con dos bolsillos delante, tenía un sonrisa infantil y su voz era suave y tierna como la de una niña, su cabecita cana tenía dos moñitos con unos lazos celestes, sus zapatos eran de cuero marrón como echo con tiras gruesas  y dejaban espacios entre las tiras, una de ellas surcaba el talón por la parte superior para sujetarse con un broche por debajo del tobillo
-Por nada señora, contestó la madre con su niño en brazos.
-Y su padre?
-La madre lo abrazó y sollozó.
-Niña el que te aborrezca no merece tus lágrimas, y aquella persona que las merezca, jamás te hará llorar, porque ella te cuidaría.
-No llores niña
-Tengo miedo – dijo temblorosamente.
-No temas a las tinieblas, si llevas la luz dentro de ti, ese niño es tu protección y fuerza, esa fuerza te hará avanzar y los perros no ladran a los que vencen.
-Cómo podré vencer sola.
-Ten optimismo hija, espera que el viento cambie. Contestó la anciana.
-Todos se burlarán de mí al verme llegar.
-Nadie lo hará, con el tiempo vas hacer admirada y tu descendencia te amará cuando sepa tu historia, recuerda salmo 7, Dios mío, en ti he confiado; sálvame de todos los que me persiguen, y líbrame,2no sea que desgarren mi alma cual león y me destrocen sin que haya quien me libre.[1]
-Pero este es mí niño sin casa, que no espera la más ligera caricia de su padre, tengo miedo, él acaso tiene la culpa de que su padre lo abandone, por qué el tiene que repetir lo que hizo su padre con él y hacer lo mismo con mi hijo, por qué se tiene que repetir la misma historia, porque tenía que ser parte de esa historia transgeneracional.
-Hija mía demuéstrale al niño mucho afecto, para que él rompa esa historia transgeneracional, si el padre ha perdido su ubicación tradicional dentro de la familia, tu debes ser independiente, la anciana se sujeto del bastón,  se levantó con una voz como que se despedía, como que el tiempo para estar a su lado se terminaba, como que escondía tristeza al marcharse le dijo: insiste en la línea de vida que te he manifestado, entra en la competencia, tu hijo hará lo mismo y vencerá. Demuestra que la familia puede hacerse sola en la tierra, abrázate del amor de Dios y vencerás, ten fe yo soy carne de tu carne  y huesos de tus huesos, tu vencerás; recuerda pide a nuestro Dios diciendo: ¡Levántate, señor Dios mío, en tu ira!¡Álzate en contra de la furia de mis angustiadores y despierta en favor mío el juicio que mandaste![2] Porque soy inocente Padre mío.
Al momento que la anciana se alejaba, recién se da cuenta que era invidente, pues se guiaba con el bastón, entonces le dijo:
-Cómo te llamasss?
-La anciana contestó con una voz de niña: Dianiataa.
Ella se asusto pero la niña le dijo:
-No temas, porque tengo permiso de Dios.
La mesa continuaba con el golpeteo de los dedos al ritmo del hilván de los pensamientos. Habré nacido como un monstruo, para que me odie mi padre, o era tanto su afán de andar con otra mujer que no le dejo amar a la madre de su hijo, porque un hombre abandona a su familia, porque no la ama, por qué es un inmaduro, porque solo le interesa la diversión, porque no es responsable cuando paso el tiempo y tuvo uso de razón se enteraría que tenía una hermana con la que hablaría una o dos veces en toda su vida, ella no era la culpable de nada solo era un ser que si había tenido la suerte de tener un amor paternal, quizás por esa razón el amaba tanto a los niños, porque el nunca fue amado de niño, el viejo tomó la taza movió el contenido con una cuchara y tomó un sorbo,  como es la vida dijo, detrás de ella también tuvo otra hija, una hermana  a la que nunca conoció, pero que en el día de la muerte de su padre  no estuvo ni la hermana que conoció, ni la hermana que no conoció, y gracias a Dios él si estuvo, en representación de todos los consanguíneos por causa de ese hombre llamado papá.
Recordó el día de la muerte de su padre,  estaba solo en una cama él se acercó le tomo su mano le acaricio la frente, le marcó una cruz imaginaria con su dedo pulgar derecho, posteriormente beso la frente de su padre  diciéndole, padre Dios me ha dado la dicha de despedirte, ya que nunca he podido besarte, perdóname si con este beso te ofendo, pero ten la seguridad que te lo doy con mucho amor, quiero que sepas que mi abuela  linda, tu madre,  a quién pronto veras en el cielo, me dijo que tú cuando yo nací me negaste, quiero que sepas que durante buen tiempo no sentí nada por ti, más que odio y desprecio, pero que he cambiado y estoy aquí por que en realidad te amo, porque he rogado tanto a mi Dios por ti como en algún momento alguien rogo por mí, padre quiero que me perdones si en algo te ofendí, por mi parte yo no tengo nada que perdonarte ya que los hijos no somos quienes para juzgar a nuestros padres, hoy quiero que ores conmigo, yo sé que no puedes hablar pero si me estas escuchando y quiero que en tu mente repitas lo que voy a decir o que solamente digas lo que dice mi hijo lo dice también por mí,  porque es mi hijo y me ama.
Y comenzó a orar diciendo: Porque en realidad te amo y desde años te he amado de verdad, Señor mío Padre celestial creador de todo cuanto existe, a Ti Señor mío te alabo y siempre te alabé y alabaré, te ensalzaré siempre eternamente, porque tú me diste la vida, porque tú me recoges Señor,  te pido que me perdones todos mis errores,  mis pecados,  me recibas señor en tus brazos por que yo también soy tu creación,  tu hijo, perdóname Señor te pido con todo mi corazón, mis fuerzas , mi pensamiento, mi alma, y mi amor. Gloria a ti Señor amado, bendito eres Señor perfecto, el triunfo es tuyo Dios único y verdadero, recíbeme Señor porque sólo sin ti no soy nada, cuida de los míos que quedan aún en esta tierra,  cuida de los enfermos y desamparados. Recordó que nuevamente se acercó y le beso la frente diciéndole te amo, por favor ruega a nuestro Dios para vernos en los cielos también, Amen.





viernes, 8 de octubre de 2010

EL ENCUENTRO (ES UNA HISTORIA LLENA DE AMOR, FIDELIDAD Y BENDECIDA POR DIOS)



EL ENCUENTRO
(ES UNA HISTORIA LLENA DE AMOR, FIDELIDAD Y BENDECIDA POR DIOS)




Sus dedos, tocaban rítmicamente la mesa, su mirada navegaba en el vacío, sus pensamientos estaban en nada, sólo movía sus dedos por un  instinto armonioso, entonces sus mejillas se humedecieron, las lágrimas arrastraban recuerdos y soledad, su rostro aparentaba recibir una brisa marina, es lo que sentía, vivía sus momentos, comenzando a focalizar movimientos, bullicios, él habla del mar, que en su murmullo cuenta años de historia y sabiduría.
El tiempo no era su problema, él recordaba perfectamente y podía sentir la brisa y su presencia, pero lo que no podía aceptar, era la vida sin ella. Sus manos callosas, jalaban la red contento por llegar a ofrecer a su amada lo que le ofrecía el mar, toda su vida fue ella, solamente ella, pero aquella vez que la vio llorar, su corazón sufrió tanto como su pensamiento, nunca gustó de ver llorar a las mujeres.
-No deben llorar, y no es hombre el que hace llorar a una mujer, el que abusa de su debilidad, pues son tan frágiles, a pesar de lo fuerte que son en su fidelidad y en su amor – dijo, haciendo un puño, golpeo la mesa como si llamase la tención a otra persona, su gesto severo y amenazante hubiese atemorizado a cualquier presente, pero continuo hablando con su soledad.
-Además, las mujeres al pasar los años se ven como se les ha tratado y, el tiempo se va corriendo, si les tratas mal, simplemente le acortas la vida, es decir que esa fuerza interna que tienen, se debilita, es como si les sacasen el alma, quedándose sin sus sueños, porque cuando se deciden a estar contigo, es porque ella piensa que encontró el sueño de su vida, el hombre es la ilusión de ella, se une a él pensando que a su lado va a encontrar felicidad, protección y comprensión.
Sí, ella era tan linda, para él no existía otra mujer más bella, que su mujer, lo sabía desde el momento que empezó amarla tanto, quizás antes de ser su enamorado, ya sentía algo por ella. Sus dedos jugaban con la mesa, en una acompasamiento coordinado, hasta que  terminó la canción que escuchaba, suspiró y, - Dijo:
-Perdóname, amor mío, si en algún momento te hice llorar, juro que estás lágrimas son por ti, por el amor que he tenido, tengo y, tendré por ti; que jamás fue mi intención ver  sufrimiento en tu rostro. Por que tú solamente has sido la única mujer en este mundo para mí y, Dios sabe que no miento, aunque estés ausente, te digo que escuches mis palabras sinceras de hombre que supo, sabe y, sabrá amar de verdad.
La vio llegar, era  alta delgada, sonreía siempre y el viento gustaba de jugar con sus cabellos – Y, continuo su sueño despierto.
-Eres mi sirena pérdida, pero en mi corazón te llevo y, le pido a mi Dios, que en su reino, me permita estar a tu lado, porque necesito tanto de ti, que mi corazón quebrado, no sabe como trabaja, sin su otra mitad, ni de dónde saca tanta fortaleza para seguir viviendo.
El mar, tranquilo, regalaba su aroma, mientras en el cielo azul, las gaviotas jugaban planear, en los aires encontrados de la playa, atrás de ellas, el cielo se mostraba claro, despejado, el sol estaba alegre, como ella, su amada, que siempre tenía una sonrisa,  ¿Cómo haces para ser feliz? – preguntó él.
-No lo sé – contestó ella, preguntando.
-¿Qué haces tú para mantenerte en pie, todos los días?
-Te diré mi secreto - contestó él -  solamente recordarte. Esperando tenerte frente a mí para poder contemplar tu belleza, tomarte de la mano y pasear contigo.
Recordó cuando la levantaba de la cintura, teniéndola cargada daban vueltas, haciendo que su faldón celeste se levantase dejando pasar al caprichoso viento entre sus piernas mientras ella gritaba y sonreía. Escuchó, la voz de su amada diciéndole.
-Te quiero, tú eres mi amor, mi vida entera, el amor de mis amores – sonreía, soñaba despierto, como si ella estuviese a su lado.
-Tengo tantos recuerdos hoy, para decirte y, sonreír juntos, caminar bajo la lluvia como antes, que era lo que más te gustaba, llevarte al mar para conversar con él – hablo parándose como queriendo tomarla en su imaginación -  sobre nuestra juventud, pasar mis manos, sobre tu suave piel, a escondidas del mundo y de la inocencia que llevabas contigo, cogiendo el rocío  de tus pensamientos y, decirte una y otra vez, te quiero mi amor, te quiero. Escucharte decir: Yo, te amo.
Correr juntos, saltar de la mano sobre la arena dejando nuestras huellas y, verte comparar mis pasos con los tuyos, parándome de rato en rato para poner tu pie, sobre la huella de mi pie en la arena, abrazándome a la vez que colocabas tu delicado rostro en mi pecho, diciéndome esas palabras tan sencillas pero hermosas, al ser pronunciadas con la delicadeza de tu voz, mi vida, eres mi vida.
Huir de los demás, en el silencio de nuestras noches mientras nos abrazaba el amor y la esperanza. Quizás no vivamos como antes, pero te prometo que jamás me volveré a separar de ti.

Cuando veo tu fotografía por las noches, me siento renacer, entonces el tiempo no puede conmigo, porque no lo siento pasar. Estoy, recordando tu presencia, en tu ausencia, ya no existen excusas para no estar contigo, aunque estuviese muriendo, en mi desolación, no dejaría un momento de estar a tu lado, porque eres tu mi propia vida y, porque el aroma de tu piel está presente, es la fragancia natural que emanas, que es envidia del más exquisito perfume. Siento tristeza de no poderte abrazarte, es como si no quisieras estar en mí y, yo vivo contigo, abrazado de tu juventud.  Pero hoy recuerdo tu mirada y tu forma de amar con esta lluvia, que no me quiere contar donde estás y, el sueño que se aleja de mi y no viene, dejándome sólo con este  amor escondido en ti, quisiera saber, si en las noches me buscas, como yo te busco desesperado, como esclavo de tu piel, tratando de amarte, como lo hice. Hoy estoy recordándote sin pecado, porque lo nuestro fue un amor perfecto, en el universo de los amantes, de los amigos, de los esposos.
Vivo poco de día, por esperar las noches y, poder en mi ilusión recorrer tu piel, en mi soledad cuanto de mí daría por estar contigo, espero el amanecer para volver a estar unidos. Porque sólo vivo y, de qué me sirve el mundo si voy a estar sólo, pero tengo tranquilidad porque siempre estaré escuchando tus palabras en ese juramento de amor que no permite traición.
-¡Tú! ¿Dónde estarás? Quizás cuando me vuelvas a ver, me esquives la mirada, al no reconocerme, con el pelo cano y, escaso, pero sé que no es verdad, sé que en el momento que me veas pasar tu corazón latirá, el me recordará aunque tu mente este distraída, yo veré tu sonrisa y percibiré el olor de tu piel, entonces  reconoceré que eres tú, por más escondida que este tú imagen, porque se que no duermes sin pensar que pronto estaré contigo, se que por las noches nuevamente abrazas tu almohada, soñando que estás conmigo y yo contigo.
En mi lecho con mis recuerdos converso con mi almohada que es testigo, de lo que digo. En silencio escucha mis susurros y, gritos desesperados, también escucha mis sonrisas y carcajadas, cuando siento pena o alegrías, cuando mi amor está tranquilo. No pienses que no siento el calor de tú mirada, también siento celos por la mirada de alguien, pero confió en tu mirada, porque siempre fue mía, como son míos, esos ojos color caramelo, que hacían tiernos mis días. No tengo celos de tu boca porque ella siempre me dijo que me amaba, en todo momento me besaba unida al pensamiento tuyo, que nunca le mintió para que hiciera lo justo, diciéndome cosas libremente, pues ella y, tu pensamiento me fueron fieles. No tengo celos de tus oídos, ellos siempre escucharon mis palabras desde que te pedí que seas mi enamorada; fueron celosos escuchando todo lo que relacionaba con mi persona, siempre he sentido placer a tu lado.
Lo que siento hoy no es agonía, es sólo un sentimiento afligido contenido, por esa lucha de espera, por tu ausencia. Pero sé muy bien que mí amor está en tu cuerpo, como el tuyo está en mí. Quizás recuerdes los veranos, como yo recuerdo, viéndote correr a mis brazos, sonriendo y, con esa mirada que emanaban un enamoramiento profundo. Esa mirada penetró mucho, muy adentro, haciendo raíces en mí corazón, dejando huellas en mi vida.
Sabes mi amor, jamás encontrarás a otro hombre que te quiera como te quiero, que te recuerde, como yo te recuerdo, que te cuide como yo lo hice. Para mí, el trato que el hombre debe dar a su mujer, es…, con la delicadeza que tomas el pétalo de una flor, la que no quieres que se marchite en tus manos.
Tú, no eres mi recuerdo, no estás perdida, siempre estás conmigo, vez, sonrío, no cometo error, soy cuidadoso en mis desvelos, y converso contigo porque se que los vientos son amigos de las nubes, ellas del mar, el te contará, porque tú eres mi mundo, no estás perdida, eres mi espera, y mi  ya es corta, me verás diferente, pero me reconocerás por que lo llevas dentro es mío y  lo mío es tuyo.
Para mí, es difícil comprender que te fuiste para siempre, no, no para siempre, sé que te volveré a ver, a tenerte, quizás hoy no, pero si mañana; no es un sueño, es una promesa de Dios, así como nos separamos, nos volveremos a unir, porque yo soy tu dueño; el dueño de tus días, de tus sueños, de tus alegrías de tus cantos, porque yo te enseñe las cosas del amor humano, sé que me recuerdas y, cuando estés conmigo, el cielo se abrirá, para mí, porque tú no eres nada sin mí y, yo no soy sin ti.
-¿Recuerdas nuestro juramento? ¿Cómo nos decíamos, el uno al otro? – Preguntó-
-Tú siempre tendrás las llaves de la puerta de mi corazón – escuchó la voz de ella que contestaba -, esas llaves son únicas, no hay otras, es por ello que mi amor, que es tu amor, está seguro en mí y, soy dueño de tú amor, porque antes de darte mis llaves, ya guardé las tuyas dentro de mi corazón, por lo tanto tu amor está seguro en mí, como yo en ti, porque dentro de mi corazón guardé las llaves de tu amor, para que nadie pueda robarme lo que tanto cuide con esmero y, paciencia – trago un poco de saliva y, contestó.
-Escucha, soy el médico de tu amor, mas mi corazón tiene el sentimiento de oro, un sentimiento muy preciado y dorado, jamás se enamoró nuevamente, porque sólo nació por ti, es un gran amor, que se hizo inmenso como el mar, que es más, que los continentes, y como el mar está rodeando a los continentes, entonces mi amor, está contigo donde quiera que estés, sólo tienes que mirar el mar o, las nubes, porque casi todas las nubes, son formadas por las aguas del mar y, las que no son del mar también saben de mí, porque las otras nubes le conversan de lo mucho que te amo, pues el mar sabe tanto de nuestro amor, como nosotros mismos.
Mi amor, no fue quién se alejó de ti, por un juego, por una experiencia; jamás va a dejarte de amar, jamás dejo de estar loco por ti, en tu ausencia, no hubo mujer que besara mis labios, son tuyos y solo a ti te pertenecen, porque sólo he navegado por tus venas, llevando mi amor a tu corazón, no hay otra mujer que pueda decir que he navegado por sus venas, si una se atreviese a decirlo, ella estaría mintiendo, porque sabes bien que yo nunca te mentiría. Vez, es por ello que no he podido dejar de amarte, jamás he podido mentirte, como también jamás has podido mentirme, y si en el cielo los Ángeles hacen una encuesta, ellos que lo saben todo, dirán que no hubo hombre en la tierra que amara tanto a su mujer, como yo te ame, te amo y, te amaré.
Eres la mujer más bella, eres diamante puro, tu voz, es el arrullo de mis sueños; tu imagen, la inspiración que me hace conversar con la luna, ella me dictó tantos versos que, quedé sorprendido del amor que tengo escondido, de ese amor que es para ti. Este amor es mayor, quizás no encuentre palabras para mis poemas, palabras para expresar todo lo que siento por ti, mis pensamientos se confunden en la inmensidad, hasta que vuelvas, pero recuerda, que no nos alejamos, porque nosotros quisimos, nos alejamos para poder cumplir, mi promesa con Dios, porque sólo Él está sobre nosotros mismos, siempre he sabido que volveré a verte y,  yo esperaré.

La policía golpeaba la puerta insistentemente, mientras un joven gritaba por la ventana
-¡Don Matías! ¡Don Matías! ¡Habrá la puerta!  - Pero, no recibió respuesta alguna
-Sargento, proceda – ordenó el teniente.
-Abran la puerta – dijo el sargento.
Don Matías estaba sentado en su mueble, en la mano sujetaba un periódico, tenía la cabeza reclinada al pecho, daba la impresión que estaba dormido, los vecinos, se aglomeraban en la puerta, él había dejado de mover los dedos rítmicamente, pero sus pensamiento continuaban aislados de la realidad, de la curiosidad de los vecinos, de la desesperación de los agentes.
-¿Qué tendrá? Pobrecito, se decían entre ellos.
-¿Usted lo conoce? – preguntó el teniente dirigiéndose a una de las presentes.
- Si, no tanto, el señor es un hombre que para con la lectura bíblica - es un buen hombre  contestó la mujer.
-¿Qué le ocurre al señor? – preguntó a la vez la mujer.
-Nosotros recibimos una llamada de emergencia – contestó el teniente.
-Yo, llamé – dijo Martín – porque ayer pase a verlo, pero estaba en asiento dormido, no quise interrumpir su sueño, hoy en la mañana nuevamente lo encontré en la misma pose, entonces lo llamé por su nombre, en reiteradas ocasiones y no me contestó.
-He golpeado la puerta fuertemente – prosiguió – pero no me hizo caso, entonces llamé a la policía, bueno entonces también llegaron ustedes.
-¿Por qué no avisaste? – dijo Doña María.
-Pensé que dormía -  contestó Martín.
-Pero como va a dormir desde ayer, en ese asiento todo incomodo – dijo carmen, haciendo la observación por la silla de paja, con armazón de fierro.
-No, ayer cuando pasé no tenía el periódico en la mano, entonces pensé que nuevamente se había sentado hoy,  para leer el periódico – replicó Martín.
-Los bomberos, sacaron a Don Matías en camilla, lo condujeron al hospital, en el hospital ya, esperaban los médicos al paciente, entre los miembros del voluntariado se encontraba Doña Inés, que se acercó a colaborar, como de costumbre, pero la pobre mujer quedó paralizada como si un balde de agua fría le hubiesen echado de un momento a otro.
-Doña Inés, Doña Inés ¿Qué tiene? – dijo Karla tomándole del brazo.
-¡Hay, Jesús lindo! Ese hombre que han traído, es el hombre que quita mis sueños, por quien he orado tanto porque regrese, él es mi amado - dijo Doña Inés, al momento que se sentó en uno de esos asientos de espera.
-Por favor, un calmante, rápido, por favor – dijo Karla, dirigiéndose a unos de sus colegas enfermeros.
-Él, es el hombre por quien me he guardado, todo estos años, yo sabía que regresaría, que lo volvería a ver ¡gracias Señor Mío!  Has cumplido mis sueños – dijo Doña Inés -, ¡Hay! ¡Hay! - Se quejó, tocándose el pecho.
-¿Qué pasa? ¿Qué tiene? ¿Qué le duele, Doña Inés? – Preguntó Karla.
-Me duele el pecho hija mía, contestó
-No se mueva, es la impresión – dijo Karla.
-Se acercó Aurelio con la pastilla y, un vaso con agua - ¿Qué pasa Doñita? – le preguntó acariciándola con cariño.
-Su esposo ha regresado – dijo Karla.
-Que bien, la felicito Doña Inés – dijo Aurelio.
-Está en emergencia – susurró Karla.
-Voy a ver como está, no se preocupe Doñita – se retiró corriendo Aurelio.
La noticia se propagó por todo el hospital, Inés era una señora muy querida en el hospital, era conversadora y, amiguera, a casi todos les habló del amor de su vida, del amor de sus sueños, del juramento que se hicieron, que sólo les daría a conocer esté juramento el día que él regresase  porque era un secreto. Todos pensaban que lo del juramento era falso y, que su esposo nunca regresaría o que había muerto, por ello los que le conocían le decían Doña Juramento ó Doña Inés Juramento, a lo que ella contestaba cuanto quisieran ustedes tener una promesa tan hermosa como mi juramento.
Doña Inés no se movía del asiento que se encontraba frente a la habitación en donde se encontraba Don Matías, al salir el médico se acercó a preguntar por el paciente.
-¿Dr. Cómo se encuentra, el paciente?
-El Dr. al ver el rostro preocupado de la señora dijo - ¿Lo conoce usted?
-Sí Dr. es mi esposo se llama Matías Ruperto Gonzáles Ochoa.
-Pero…, si usted…, disculpe…, pensé que estaba de viaje ¿Cuándo regreso? ¿Por qué lo encontraron sólo?
-No sé Dr. Yo recién lo he visto hoy en la mañana cuando ingresó por emergencia.
-Dígame Dr. Por favor ¿Cómo se encuentra?
-Mire señora, las cosas hay que tomarlas con calma, la verdad es que hasta el momento no reacciona, lo tenemos en cuidados intensivos, estamos sacándole todo tipo de análisis, esperemos hasta mañana, haber que pasa.
-Dr. Puedo verlo.
-No señora, por el momento, no. Es mejor que vaya a descansar y regrese mañana.
.No Dr. mi obligación es estar con él y aquí me quedó, aunque no esté a su lado, estaré en éste asiento esperando, su recuperación. Si el Señor me lo ha traído no me va a dejar sin que pueda verlo, tocarlo, hablarle, de aquí no me mueve nadie.
-Muy bien señora – Contestó el médico - Karlita por favor qué le den todas las facilidades a Doña Inesita, incluida la cafetería, el gasto es mío.
-No se preocupe Dr. – Dijo Doña Inés –
-No, señora mía, a usted yo le debo mucho – y se retiró sin esperar respuesta.
Al poco rato se acercó un joven con dos tazas de café con leche y unos panes con queso, otra jovencita, se acercó con unas frazadas y almohadas.
Al día siguiente, por la tarde Doña Inés interceptó al Dr. Preguntándole.
-¿Dr. Cómo se encuentra, ha mejorado?  ¿Ya puedo verle? ¿Por favor dígame que sí?
-Tranquila señora, el caso de su esposo, está medio raro, todos sus análisis están bien, pero, es como si el no quisiera escuchar, está como ensimismado, es como si estuviese conversando con alguien y, a la vez no desea ser interrumpido, se encuentra en un recogimiento íntimo, pase señora, que si usted logra que él le escuche, se lo recuperamos rápido.
-Matías,...  amor mío – dijo Inés -, tú eres mi vida, sin ti el mundo no es nada, tú eres el inmenso mar que he esperado, desde tu partida en forma inmaculada, Dios es testigo de mi verdad y, de mi amor.
-Durante estos años he cumplido mi promesa fielmente, mis ojos solamente han visto la imagen de tu recuerdo, mi mente sólo ha pensado en ti, para entregarte este amor a tu regreso, mi boca se ha guardado de toda palabra, para poder pronunciar  a partir de hoy todos mis sentimientos, mis labios se encuentran deseosos de besar los tuyos, pero mis palabras quedan cortas para lo que siente mi corazón, éste corazón que quedo cautivado desde la primera vez que te vi – acariciando su rostro le dijo – siempre has sido el hombre guapo que conocí, el tiempo no ha podido quitar tu esbeltez y, estoy segura que también no ha podido borrarme de tu mente, mucho menos de tu corazón, porque nosotros juramos en la playa frente al mar que es nuestro testigo, en ese día de cielo azul en donde las gaviotas y las pardelas se alborotaron al escucharnos.
-Una asistenta  corrió a comentar lo sucedido y que la señora Inés le iba a decir el juramento a su amado esposo que estaba moribundo, los curiosos empezaron a llegar.
-El viejo movió los ojos sin abrirlos, su rostro reflejo alegría, es como si su pesar se fuese aliviando, era como si la molestia interior que le estaba fatigando el ánimo, se alejase.
-Miren – dijo el Dr.-, Le está escuchando, se estaba dejando morir de amor, siga hablando señora.
-Háblele cerca, al oído – dijo Karla.
-Pero ella no les escuchaba, porque ella estaba viviendo su encuentro, con su amado, ella estaba ilusionada, como si en algún momento los dos se dirían al unísono, el juramento como siempre lo hicieron en antaño, entonces tomó su mano, en ese momento sintió emoción como si él también hubiese apretado su mano, miró la mano de Matías, ésta seguía igual pero ella sentía como si la mano de su amado le apretase, como si le exigiese que no le deje, como prometiéndole que no le dejaría jamás, entonces su corazón daba golpes enormes, como queriendo salirse, sentía algo en su garganta sus amígdalas se juntasen, hablaba entrecortada, y tomo aire para esconder las lagrimas que querían salir a torrentes, y el sollozo quedó como un nudo en su garganta, comprendiendo que no era el momento apropiado para salir, pero estaba a la espera ya que ella no resistiría mucho para retenerlo en la garganta, por que  ella  estaba muy emocionada, sabía que él le escuchaba, que se estaba comunicando con ella, de esa forma tan extraña que ella sentía y, que no era la primera vez, ya cuando era estudiante ella sentía lo mismo  cuando no veía a su Matías, ahora después de tantos años, sabía que lo que sentía ahora no era más que un verdadero amor, y que desde antes lo amo tanto como ahora, a pesar de que él, no se lo podía decir por el estado en que se encontraba, ella que sentía que él le llamaba y estaba a punto de decir con su silencio su amoroso juramento, porque se sentía unida a él, como si fuese ese el momento mágico de su vida, entonces sacó de ella ese sentimiento guardado por tanto tiempo, recordó sus caminatas por las calles, por las arenas esperando y, recordando sus abrazos, sus caricias, sus besos, que sólo caminaba pensando en él, cuando él le llamaba para ver las estrellas, recordó que siempre  soñó con ese momento de volverle a ver. De decirle y, a la vez escuchar que le quería, que le amaba, pero él estaba inconsciente, todos estos pensamientos fueron tan rápidos, que los que estaban rodeándole, no percibieron el momento de su silencio.
-En mi corazón tengo una llave guardada, que la guardé para que nadie se apodere de lo que tanto cuidaste con paciencia, ternura y, amor, porque jamás encontraré otro hombre que me ame de verdad, porque mi amor sólo nació para ti y tú eres su dueño, vez es por ello que te he esperado, tú eres mío , ya cumpliste con tu Dios, mi Dios y, ahora has regresado, jamás he dudado lo que me dijiste, Él ha cumplido, porque siempre cumple lo que dice, Él es el Dios de la verdad, apretó la mano de su amado entre sollozos y le dijo:
-Yo se que me estás escuchando, repite conmigo amor mío, Tú siempre tendrás las llaves de la puerta de mi corazón, esas llaves son únicas, no hay otras,  es por ello  que mi amor que es tu amor, está seguro en mí y, soy dueño de tu amor….
Matías continuaba en sus pensamientos esos pensamientos que tanto le llenaban de vida, que le daban la fuerza para seguir viviendo y mientras lo trasladaban de su casa al hospital en ese movimiento soñó:
-La balsa era de totora, se mantenía estable y no había remos, estaba sólo en la inmensidad del mar, más no sentía temor, se encontró tranquilo, como si estuviese buscando esa tranquilidad, levanto la mirada al cielo, éste se encontraba despejado, el sol era radiante, él sentía gozo, alegría.
Entre el sol y las aguas hacían un clima perfecto. Miró a su alrededor no hubo nadie, de repente la balsa comenzó a moverse sin rumbo, pero él estaba calmado, se sentía seguro en su balsa, dos tiburones enormes se acercaron para atacarlo, él transpiro tanto que su camisa se presentaba totalmente mojada, los tiburones se dirigían rápidamente para atacarlo, el pensó que hago en esté lugar sólo, pero su pensamiento se cortó por el temor al ver que los tiburones estaban cada vez más cerca.
-¡Dios mío! – dijo -. He de morir tragado por tiburones después de recorrer el  mundo, he tratado de ser justo, ¿Qué puedo hacer en ésta balsa indefensa? ¡De ésta manera, Señor terminaran, mis días!  Mi amada, Señor ¿Dónde está, mi amada? ¿No vas a cumplir tu promesa conmigo?
La balsa se movió bruscamente, él sólo se limitó a agarrarse, no tenía miedo de morir, levantó su mirada, en los cielos aparecieron dos aves gigantescas, una era gaviota, la otra pardela, eran tan grandes que se tragaron a los tiburones de un sólo bocado, cada una de ellas un tiburón, quedaron volando sobre él dándole sombra por largo rato. De repente la balsa empezó a moverse nuevamente.
-¡Señor, Señor! ¿Por qué, no me escuchas? – dijo.
Cuando terminó de hablar las aves desaparecieron, él quedó en silencio pensando y, gritó.
¡OH, Señor, perdóname!  Ellos eran mí auxilio, Tú los enviaste para socorrerme ¡Que tonto he sido Señor! ¡Perdóname, Señor! No he sabido reconocer tu mensaje, tu ayuda, que ingrato he sido, he desconocido tan grande beneficio, has cuidado de mi vida y, sin embargo, me he atrevido a reclamarte, ¡Perdóname, Señor!  -gritaba en su soledad.
-Yo sé, Señor que Tú nunca me abandonarás, que siempre estás conmigo en todo momento. – quedó en silencio un momento.
-He hablado como un mal agradecido, Señor, porque después que he recibido tu auxilio, no te he agradecido y, me he atrevido a decirte, Señor por qué no me escuchas. Ahora comprendo, esas aves estaban para protegerme, representaban tu protección.
-¡Señor, perdóname! He pecado, después de servirte tanto, he pecado, ahora sé por qué dices, así hayas curado o, predicado en mi nombre, Yo no te reconoceré.
-Nosotros, no estamos para que hagas nuestros caprichos - dijo -, sino que estamos para cumplir tu voluntad.
-¡Señor, Dios mío! ¡Perdóname! OH Señor creador de todo cuanto existe, te pido perdón, considérame Señor aún como tu siervo, ten piedad de mí y, de mis errores. ¡Soy humano, Señor! Cometo errores, pero te pido Señor juzgues mi corazón, mi corazón es noble y, sigue tus enseñanzas, porque bueno solamente Tú mi Señor.
Las aguas se calmaron, dos aves se posaron en su balsa, esta vez eran pequeñas, parecían una pardela y, una gaviota bebe.
-¡Gracias, Señor! – Gritó –, no interesa el tamaño de estás aves, lo importante es que Tú las envías para protegerme, aún si fuesen recién nacidas, nadie podrá hacerme daño, porque Tú las envías, entonces estoy seguro nuevamente porque Tú estás conmigo y, yo estoy contigo Señor.
-Nosotros estamos, porque somos testigos tuyos – habló la gaviota.
-Estamos para ver la felicidad de tus ojos – dijo la pardela -, porque los que hacen de su corazón, un corazón bueno y fiel, ellos son de Dios.
-Lo que Dios une el hombre no puede dividir, las leyes del hombre, no son las leyes de Dios, sólo se debe seguir la leyes de Dios y, tú seguiste la ley de Dios – dijo la pardela.
El silencio se hizo presente nuevamente, Matías se quedó dormido.
-Matías, Matías le llamó una voz.
Matías como un relámpago se paró, para después ponerse de rodillas.
-Te escucho, Señor – dijo.
-El mar es testigo de tu promesa, como la gaviota y, la pardela. Me he dado cuenta de tu fidelidad y, paciencia, que has reconocido que soy el creador de todo cuanto existe, que soy el único Dios.
-Matías, Matías – Le llamó.
-Sí, Señor.
-Hoy es tu día Matías, mira el cielo.
Matías levantó la mirada, miró que venía a él un corazón alado que tenía su nombre y, posteriormente, llegó otro corazón alado, que tenía el nombre de Inés. Esté corazón, entró en el corazón de nombre Matías. El recordó a su amada y, lloró.
-No llores Matías – Le dijo la voz -, porque hoy es tu día, no has perdido tu paciencia y, tu fe a pesar de estar al borde de la muerte.
Matías la obra que tú dejas ya tengo quién continué, no hables aún este sueño hasta que la veas, de está manera la reconocerás. 
Matías miró a la gaviota, está tomo el tamaño de una gaviota adulta y voló a los cielos hasta perderse, luego miro a la pardela y, sucedió lo mismo.
El cielo cambio de color, como un blanco transparente, entonces venía una paloma blanca con dos llaves sujetadas en sus patitas.
-Estás son tus llaves - le dijo la paloma -, pero primero tengo que escuchar el juramento para entregártelo. El recordó a su amada.
-Inés - hablo una vez más, como si ella estuviese a su lado -, mi amor recuerda que no puedo quedar sólo, recuerda también tú, nuestro juramento, para recibir nuestras llaves, porque sin ti mi corazón se secaría, no tendría donde refugiarse, porque este amor tú lo mereces, si estás conmigo el tiempo se detendrá, hoy también el cielo es testigo de todo el amor que te tengo, del amor que me has dado, toma mi mano y, hagamos juntos este juramento.

-Tú siempre tendrás las llaves de la puerta de mi corazón, esas llaves son únicas, no hay otras, es por ello que mi amor, que es tu amor, está seguro en mí y, soy dueño de tu amor – entonces empezó a escuchar la voz de ella que hablaba con él, sintió que regresaba por un túnel, este túnel era largo y tenía una voz envolvente, que le atraía, él se dejo llevar por el vacío del túnel seducido por esa hermosa voz, que a cada momento que le recordaba más a su amada Inesita, entonces apretó su mano, había un calor de mano suave muy conocida para él, sus ojos dejaron caer unas lagrimas de amor, mientras su rostro acompaño un sentimiento puro y, un suspiro que contagiaron a los presentes, que se sintieron emocionados, al escuchar el concluir el juramento a dos voces, al unísono, como si hubiese sido una obra teatral preparada -, porque antes de darte mis llaves, ya guardé las tuyas dentro de mi corazón, por lo tanto tu amor está seguro en mí, como yo en ti, porque dentro de mi corazón guardé las llaves de tu amor, para que nadie pueda robarme lo que tanto cuide con esmero y, paciencia – tragó un poco de saliva y, ella hablando entre sollozos miró que el abrió los ojos sin dejar de hablar - Escucha, soy el médico de tu amor, mas mi corazón tiene el sentimiento de oro, un sentimiento muy preciado y dorado, jamás se enamoró nuevamente, porque sólo nació por ti.
Todos los presentes quedaron mudos, unos lagrimearon, otros se abrazaron, tragaron saliva Doña Inés, había pronunciado su juramento, pero no sola, lo hizo al unísono con su amado se le miraba radiante, el rostro de mujer alegre, sonriente pero solitaria se borro, se llenó de un rostro reluciente y al mirarlos su mirada no era la misma estaba llena de un amor puro y sincero, pues no hay edad para el amor porque el amor es eterno.  

sábado, 2 de octubre de 2010

EL CIELO Y EL INFIERNO

EL CIELO Y EL INFIERNO
 (La avaricia, el dinero, las falsas felicidades, la ingratitud, la reflexión, los falsos beatos, el arrepentimiento, el nuevo camino)



Cuando los años pasan, para que se quiere el dinero hermano, mira que ingrata es la vida, y nos hace reflexionar lo ingrato que fuimos, recuerdo cuando visite al viejo Sebastián, pobre viejo lo encontré solo recostado en su cama, recuerdo que cuando me vio sus ojos se llenaron de lagrimas, abrió los  brazos y a medida que me acercaba sus mejillas se humedecieron abundantemente, ¿Qué pasa tío? ¿Por qué  lloras? Ni que me fuese a morir, tranquilo tío.
-No hijo el que se va a morir, soy yo.
-No digas eso tío, tú estas fuerte aún y tienes para rato.
-Para que vivir, yo le pido a Dios que me recoja, ya que no necesito vivir más, para que más hijo, para ti pido vida y salud  hijo mío.
-Dinero también pues tío.
-Dinero no hijito, porque el dinero no vale nada muchas veces trae desviación y olvido.
-Pero tío por que dices eso, recuerda cuando me decías: La vida es una, hijo, y si no hay dinero, no hay nada, porque el dinero compra todo y tanto tienes tantos vales, nada tienes nada vales.
-Es verdad hijo mío, pero de que me ha servido el dinero solo para corromperme y corromper a los demás, y estos más ambiciosos se han dividido, olvidándose que son hermanos y que soy su padre. Eleonor me niega como padre, porque dice que no hice nada por ella y que a los otros di preferencia, el último, el Justino casi mata a su hermano, porque dice que a Pablo le di más herencia, que herencia hijo mío si aún no he muerto y están peleando como perros y gatos, lo que pasa que unos trabajaron más que los otros e hicieron crecer el dinero que les proporcioné.
-Tío por eso no te acabes tu vida ellos son muy ambiciosos, porque tú siempre les has inculcado que tienen que defender lo suyo, hasta con la vida, porque para hacer fortuna se sufre y no es fácil.
-¿Dónde están mis hijos? ¿Dónde está la esperanza de mi vejez?
-El menor llegó hace unos días a visitarme, después de estar un momento conmigo, le pedí que reflexionará de la vida que está  llevando y en  una reacción violenta que me dejó sorprendido, se paró sin ningún gesto agradable exclamándome: muérete viejo maldito, tú nos enseñaste a vivir tomando y ahora quieres corregirme, tú que jamás respetaste a mi madre y nos llevaste a estar con mujeres ahora te crees pulcro, porque tú ya te divertiste, claro es fácil exigir lo que tú jamás has podido cumplir, qué me criticas, si tú eres peor que yo, sabes porquería humana, no me hables, porque yo no te amo, a mí que me has dado, nada, desde mi niñez que me diste, nada, entonces que me reclamas, sólo vi en ti  malos ejemplos, soy… un don nadie , gracias a ti, de mi niñez, sólo recuerdo que de lejos te veía tomar y divertirte, te alejaste y quieres corregirme, si nunca estuviste conmigo.
Que lloras como un tonto arrepentido, para qué lloras, recuerda lo que decías sólo lloran los cobardes, vez te has vuelto cobarde.
Entonces le dije, toma hijo mío esta talega tiene las escrituras de dos casas y además una gran cantidad de joyas de oro de mis antepasados.
Pero él me contestó: el viejo suspiro y quedo en silencio.
-¿Qué te dijo tío?
-Me recibió la talega, sin abrir para ver su contenido, en su boca se dibujo una mueca burlesca de desprecio, pasando a tirarlo y me dijo:
-Crees que con esto compras el cariño que necesitaba de pequeño, acaso compras el deseo que sentí de tener un padre a quién abrazar, dime: ¿Cuándo te acercaste y me diste una palabra de aliento? ¿Cuándo me diste cariño? Tu amistad como yo veía que lo hacían los padres de mis amigos, no recuerdo que algunas vez hayas tomado mi mano y camináramos juntos, ¿Cuándo estuviste para darme un consejo?
Tú sólo pensaste en el dinero y en los amoríos ajenos, eso era la vida para ti, y estoy seguro que aún estas pensando en lo mismo, ¿Dónde están tus amigos? dime, ¿Dónde están?, te han abandonado, ahora estas en la soledad del abandono.
Yo le dije cálmate hijo, por qué me odias tanto.
-El viejo bajo el rostro para esconder las gruesas lagrimas y el sollozo que  involuntariamente le acompañaban, me tomó la mano fuertemente suspiró dio unos pasos y continuó.
-Me contestó:
-Nadie cosecha frutos buenos si ha sembrado hierba mala, me tiró la puerta y se marchó, llore desconsoladamente, quería pensar que esto no hubiese sucedido, que mi hijo amado no había llegado siquiera aún, me di cuenta de los grandes errores que hice en mi juventud y que nadie me lo dijo, que mi retiro en la soledad, mi propio cargo de conciencia no era más que un pequeño parpadeo de lo que hice, que lo que me culpaba no era nada, pues había gente que no me dijo nada quizás por mi poder económico, pero tenían guardado tanto rencor hacia mi persona, pensé qué dirán los demás de mí.
-Y tomándose de un borde de la mesa, única mesa del lecho en que estaba habitando, está  era una casucha comparado con las residencias que el tenía, por esta casita  todos murmuraban que vivía en ella  por su ridiculez y avaricia, con el brazo tembloroso se apoyo sentándose casi de golpe empezó a llorar e implorar su muerte.
-Me acerque y abrazándole le dije: Cálmate tío, cálmate por favor.
-Déjame llorar, quisiera en este llanto votar toda la amargura y arrepentimiento que hay en mí, soy una basura, un ser despreciable  que todo el tiempo pensó que siempre andaba con  la razón.
-No tío, no digas eso.
-Sí hijo, siento repugnancia de mí mismo, mira no más,  el resto siente desprecio, pero lo peor de todo es que es un desprecio escondido, y tú hijo mío dime que sientes por mí.
-Tu sabes tío que yo siempre te he amado, y a pesar de que antes casi no te he visitado seguido, pero siempre sentí algo muy especial por ti, recuerdo que entre los demás tíos tú siempre eras el mas alegre y tenías la respuesta inmediata para los deprimidos, tratando de divertirlos y disiparle sus penas, siempre estabas rodeados de amigos y nunca te falto tu cerveza y piqueos (comidas picantes que se sirven para acompañar al trago de cerveza) en la mesa, ese pescadito salado que tanto te gustaba, nunca te vi triste , y siempre tenías en tu rostro una sonrisa dibujada, y a cada uno de los demás le ponías su chapa (sobrenombre o apodo) era algo chistoso o gracioso la forma como siempre te imaginabas en forma precisa e ingeniosa para hacernos reír del que agarrabas de punto.
-Gracias hijo por tus palabras, pero déjame llorar porque esas palabras que dijo mi hijo, ver lo que he vivido, que es lo que hice conmigo y con los que eran míos, me deprime.
-Eran, no tío, son tuyos.
-No hijo mío, quizás nunca lo fueron, si no que de pequeños no tenían la fuerza, ni la valentía  para decirme mis errores en mi cara, o quizás las veces que trataron de decirme no entendí o no quise entender, tal vez la esperanza de la herencia los hacía hipócritas conmigo, el gusano de la ambición fue más fuerte que la sinceridad, y los hizo sumisos, o quizás en el momento que me iban a decir dudaban porque en algún momento fui indiferente a sus comentarios o rencores, como lo que él me lo dijo.
Tal vez, ya eran hierba mala y la hierba mala se enraíza hijo mío y créeme que aún sin agua crece, eso es lo que más me hace llorar, siento grado de culpabilidad, porque ellos también están haciendo con los suyos lo que yo hice con ellos, pensando que esa es la manera correcta de diversión y de vivir, es decir la condena viene de padres a hijos, pero como los hijos son casi siempre más que los padres, lo malo crece más y más, y lo bueno es cada vez menos, es quizás por eso que dicen que lo que acá se hace acá se paga, que esto es el cielo y el infierno.
-No tío, esto no es el cielo, ni tampoco es el infierno, de ti depende como realizas tu vida, pero como seres humanos estamos propensos a cometer errores, lo que pasa es que estás deprimido, vamos tío tú eres el mejor, siempre lo fuiste, dándoles animo a los que se sentían mal, levanta ese espíritu, recuerda tío, has lo que siempre le decías a los demás, recuerdas.
-Ven compadre les decías, saca esa tristeza profunda que acá está Sebastián, e intervino y continuo la frase el viejo,… para solucionar tus problemas, la vida es una y hay que vivirla porque es muy corta,- sentenció sacando pecho como recordando sus mejores tiempos.
-¿Qué haces en está choza? ¿Porque no vas a una de tus casas? Tú tienes propiedades, tienes quién te cuide, no eres un hombre pobre y miserable.
-No hijo, te equivocas soy un miserable en todo el sentido de la palabra, soy desdichado e infeliz y también perverso y canalla, es decir un ser despreciable.
-Ya tío, por favor, deja de calificarte de esa manera y centrémonos en lo positivo que también hiciste en la vida.
-Mira hijo, la grandeza del poder del dinero, sólo te da sueños y engaños, ahora me doy cuenta que igual se llena mi estomago con camote y jurel, que con filetes y comidas extranjeras, igual vivo con telas simples, que con telas costosas, con un reloj corriente para ver la hora, que con un reloj con incrustaciones de diamantes, eso solo es para resaltar la vanidad, te pone un tipo arrogante, altanero y miras a los demás con inferioridad.
Ahora me doy cuenta en este recinto y estoy tratando de cambiar, sentirme mejor, mas cerca de Dios, mira  este nylon como cadena y esta cruz de madera, me siento mejor que con la cadena de oro y la cruz de oro. Que hacia con eso, solo destellaba arrogancia, quiero destellar amor si aún tengo tiempo, porque mi corazón no puede olvidar, y aún quiere destellar lo que en realidad tengo en mi alma, quiero recuperar la felicidad que perdí y sentirme volar como las mariposas, con la libertad que les da el viento, y no sentirme solo sin nada alrededor mío, de mi mente, de mis sentimientos, quiero atrapar los sentimientos de los demás, aunque ya no tenga esa juventud de mis primeras veinte primaveras.
Pero si quieres destellar amor, no puedes desear la muerte, porque el que desea la muerte está mal consigo mismo, con la cruz que llevas en tú pecho y con Dios.
-Si hijo mío, eso también he pensado ya vez que la hierba mala nunca muere, ¿Qué será de mi Carmela? ¿Estará viva o muerta, como habrá vivido? ¿De donde habrá sacado dinero para mantenerse y mantener a mis hijos?, Tiene razón el menor, me olvide de ellos por mi irresponsabilidad, cuales habrán sido sus necesidades, como reclamar amor en donde  no sembré, si olvide la semilla. Ellos piensan que soy ateo y no lo soy, nunca lo fui, quizás mejor lo hubiese sido, para que arrepentido ahora pudiese tener consuelo.
Pero yo sabía lo que hacia y preferí el camino placentero y divertido, de que me valía ser mayordomo en las fiestas religiosas, llevar grupos de danzas,  bandas musicales, donar becerros. Hacer castillos de fuegos artificiales si al menor descuido me llevaba a la mujer que se me presentaba, soltera o casada, sólo para demostrar que era el mejor, el osado, el más hombre, de qué me ha valido donar vestidos, juguetes, en navidad, cuando se me olvido los míos, debí dar también a los míos.
Reconozco que solamente quería ser admirado, quería ser visto como persona caritativa, el mejor fiestero, comerciante, saca vueltas. En realidad no era dadivoso siempre le sacaba provecho a todo; es decir donde Sebastián mete una aguja siempre saca una barreta.
He sido una basura, como la vieja Elisa que siempre estaba en oraciones y plegarias, en chocolatadas navideñas, de consejera, pero no perdía la oportunidad en tomarse sus tragos y estar a escondidas hasta con los maridos de sus hermanas de rezo, recuerdo cuando al chinito Fernando asistió al cumpleaños de su amigo Ruperto.
-¿Ruperto? ¿Cuál Ruperto?
-El hijo de Elisa, el flaco, el chinito Fernando estaba enamorado de Laurita, que era una gordita chaposita, buena moza, seriecita ella, le gustaba usar el cabello suelto con cerquillo, era de carita redonda, de manitos delgadas y dedos largos, de muy buen hablar, estaba ella muy acomedida ayudando a sacar bocadillos, en eso el chinito se acercó aprovechando la soledad, para enamorarla, me contaba el chinito que cuando ella estaba por fin para aceptarle como enamorado, aparece la vieja Elisa, interrumpiendo con una sonrisa tomando del brazo a Laurita dijo:
-Ven mi amor empieza el reparto por el lado izquierdo para llevar un orden.
Tomando la mano al chinito dijo:
-Mírame mi amor, no te gusto, como me ves estoy buena si o no.
-Si señora está buenaza.
-No me digas señora, tú dime Eli. Tú me gustas eres un chinito muy riquito.
-No señora, no soy riquito, soy normal como todos mis amigos.
-Si, pero para mí eres especial, no me tengas miedo.
-No tengo miedo.
-Entonces que te pasa, piensas que no me vas a poder enseñar nada, en las líneas del amor, o tienes miedo a que yo te enseñe. No te crees experimentado para mí.
-Yo, estoy enamorado de Laurita.
-Si, no te preocupes, que no soy celosa, lo único es que quiero compartir unos momentos muy agradables y quizás te enseñe como, puedas hacerla más feliz a Laurita, o no te crees lo suficientemente machito para el reto que te estoy proponiendo.
El ingreso de las tías de Ruperto, lo salvó de las garras de la vieja, ella no creía en nadie, pero le gustaba seducir, no que la seduzcan.
-¿Cómo es eso?
-Yo le sabía sus cosas, siempre me decía tranquilo, que gallinazo no come gallinazo y, entre gitanos no nos adivinamos la suerte.
-Salado tío, porque la vieja Elisa en sus tiempos según dicen fue la hembra más hermosa de esos lugares.
-En su rostro se dibujó una sonrisa maliciosa – dijo - hasta que un día la gallinaza se comió este gallinazo. Hijo mío esa vida he vivido, ahora que estoy cosechando, soledad arrepentimiento, cuando ya es demasiado tarde.
-Nunca es tarde cuando el arrepentimiento es sincero y el amor de Dios llega.
-Hijo mío, creo que tú eres el complemento del sueño que he tenido unos días antes de que llegues.
-¿Qué has soñado tío?
-Soñé con una niña invidente, que me pedía ayuda para cruzar una acequia, esta acequia tenía un tronco para poder cruzar, ella me extendió la mano y al momento que tomé su mano la niña empezó a mirar y, me miró directamente a los ojos, sentí primero como si me penetrase con su mirada, sentí una angustia, en mi garganta sentí como un nudo, como si se hubiese inflamado, no podía pronunciar nada, sentí un ligero ahogo, como que me faltaba la respiración, y después un escalofrió detrás de mi espalda, que poco a poco llegó a los brazos. El agua de la cequia venía con gran fuerza, era oscura y turbia, sentí un gran temor cruzar, tenía miedo caer, peor con esa niña que en un momento era ciega, y después, que ya miraba, pero seguía siendo una niña que necesitaba ser protegida, entonces le pregunté ¿Quién eres?
-Me llamó Diana - Contestó. 
-¿Por qué quieres cruzar la acequia? – Pregunté-
-¿Por qué? ¿Dime la verdad? – Me contestó y prosiguió -Tienes miedo, no es a sí, si tienes miedo a una acequia, como osarías cruzar el río.
-Entonces los pasos que habían, desde donde estábamos parados hasta la acequia, se alejaron, pero yo no había caminado y aún a si se alejaron cada vez más, eso me desesperó y Dianita continuó diciéndome.
-Te desesperas por correr, por huir, en tu mente está cruzar, pero tienes miedo, ese riesgo te perturba, es porque sientes que siempre te sucede algo contrario a lo que tú deseas, hombre de poca fe.
-Dime, Sebastián- dijo Diana - ¿Quién da más, a un niño que tiene hambre? ¿El que da las sobras de su plato o, él que comparte su plato con él, por humilde que sea el contenido del plato?, ¿Quién da más? ¿Un pobre que se esfuerza en dar un juguete barato, o el rico que da el juguete uso su hijo y le estorba en su casa?
-¿Por qué me preguntas eso hijita? – Contesté.
-Escucha, un niño que hace un pozo en la orilla del mar, quiere que su padre le llene de agua, el padre hace lo que el niño pide, pero el padre al ver que el niño creció  a través de los años, ya no le llena el pozo de agua, espera que el mismo llene su agua, es decir que tome el agua que desee del inmenso mar y se sacie de agua.
-No te entiendo hija mía.
-Sebastián, Sebastián hasta cuando no vas a compartir tu pan.
-Entonces me encontré en mi habitación y, en esos momentos tocó a la puerta el niño, el  hijo de  María – dijo – señor, por el amor a Dios, regáleme un pancito duro. Entonces tomé el pan duro y le entregué, pero la niña nuevamente estaba ciega, entonces me llamó, tomó mi mano y dijo.
-Llévame al niño, sacando su pan del día se lo entregó, al ver esto sentí vergüenza que ella siendo invidente le dé su pan del día y, le dije, no hijita, yo también tengo pan del día; pero el niño dijo.
-Cuando compartas tú mesa conmigo, y des de lo tuyo al que necesita, entonces empezarás a dar amor, porque nadie ama si no abre su corazón, porque las lágrimas no son un arrepentimiento, si el corazón está aún duro, no solamente hay que experimentar lo que siente un necesitado, es obligación aliviar su dolor, su angustia, su desesperación.
El arrepentimiento no es encerrarse en cuatro paredes, el arrepentimiento es salir y compartir lo que tenemos, porque cuando Dios te da en abundancia, tú también da sin fijarte, si cometiste errores y, te equivocaste, corrige tus acciones porque hay gente que espera tu amor y cuando des ese amor  a tu prójimo, recién estarás aprendiendo a dar amor, y estarás arrepentido. Y si aún de esta manera estás aprendiendo a amar, entonces como vas a decir que esto es infierno y que esto es cielo.
-¿Qué se espera del desconsolado? Que diga: Acá se paga todo, sufriré todo lo que hice sufrir o que  corrija lo que hizo. - dijo la niña- tomó mi mano nuevamente y prosiguió -
-El ladrón que no quiere ir a la cárcel, devuelve lo robado antes que llegue la autoridad, entonces hay que devolver el amor que se nos entregó y que tenemos egoístamente guardado, ese amor es  para nuestro prójimo, porque nada de lo que se nos da es para nosotros, aún el agua que se te da es para compartir y si compartes, se te dará agua en abundancia.
-El novio, no quiere una novia que sólo llore, que se queje y aparente ser buena y fiel,  no, el novio exige fidelidad y amor, porque la tendrá después de la boda  hasta el final de los tiempos, porque si ella le es fiel como novia, también le será fiel como esposa y, si no es, como ella aparenta ser, él simplemente endurece su corazón, la deja, busca una que en realidad le sea fiel y sincera, porque nadie puede exigirle con quién debe unirse, él ve quién en realidad le ama, Él reconoce la hipocresía con quién compartirá su vida.
-No es necesario estar como el ermitaño, no sólo el reposo, el estudio, el trabajo es bueno si no se tiene el calor de la amistad pura y desinteresada que se comparte y se fortalece día a día con el trato, porque el sentirse solo trae abandono y olvido; no es bueno dejar de sentir afecto por uno mismo, porque si uno no siente afecto por sí mismo como va a sentir afecto por los demás. Así, la gente siente gratitud por la gente que les da trabajo y les paga, entonces no seas esclavo de la avaricia y del odio, trabaja tu mente y tu espíritu hasta tener una gran pureza, debes ser el mismo con dinero y sin dinero, se bondadoso y no esperes agradecimiento, mira a los niños ellos jamás esperan agradecimiento, aprende su juego blanco y se como ellos, visita a los enfermos y llévales un buen afecto. Por más pesares que tengas conversa con los tuyos y trata de hacerlos felices, recuerda que la madre buena siempre se sacrifica por sus hijos y, el hijo bueno no quiere que la madre se sacrifique.
-Tú que tienes dinero, eres más infeliz, eso es porque no lo usas con los demás.
-Si lo usé contestó.
-Pero corrompiste, úsalo en cosas buenas, se dadivoso, la vida tiene un fin para ti, pero si tú te sales del camino, que te corresponde, como podrás llegar a ese fin, y cuando brindes, brinda por Dios, por su creación y, por la humanidad.
-En ese momento, nuevamente estaba  en el borde de la acequia, el tronco era más delgado y las aguas llegaban con mayor fiereza, la niña mirándome con ternura, - dijo- ahora te atreves a pasar o quieres quedarte en está parte del camino.
El viejo quedo pensativo.
-En qué piensas tío, cuéntame el resto del sueño.
-No hay mas que contar hijo mío, creo que a llegado el momento de abandonar está casita e ir a ver quién en realidad necesita de mí, tengo que acercarme a mis prójimos y al verdadero amor, ven hijo mío quiero abrazarte con todo mi corazón Dios sabe bien porque nos une, lo que el decide el hombre no puede deshacer, porque no somos nada si no llegamos a cruzar el río para tomar ese nuevo camino que dijo la niña.