domingo, 14 de julio de 2013


LA APARICIÓN.

Eran las  2 de la tarde, había un silencio tremendo y el frío calaba los huesos, al mirar por la ventana, parecía que un vapor denso se levantaba por el suelo.
-          Qué raro!, se preguntó, si hay frío cómo es que sale vapor del suelo.
-          Júpiter rascó la puerta como desesperado,  con insistencia y ladridos.
-          Le abrió la puerta rápidamente, abrazándolo cariñosamente, su pelo estaba frío casi  helado.
-          Mi fiel amigo, qué te pasa, Júpiter no movió la cola, miraba todo adusto hacia adentro.
Al llegar a la sala, tomó su manta para abrigarse, Júpiter se acostó a sus pies, él se disponía  a leer su libro de historias,  cuándo le pareció ver un bulto cruzar hacia su cocina, Júpiter se sentó rápidamente, se  volteó  y le miró el rostro asustado, volteó nuevamente mirando por donde pasó el bulto y le volvió a mirar como queriendo decirle algo.
Estaba realmente acobardado, no había nadie en casa, sólo los dos y esto incluía a Júpiter.
-          Su reacción fue acariciarle la cabeza, diciéndole: tranquilo amigo mío.
-          Tomó el libro ojeándolo, como buscando una página que le faltaba concluir su lectura, pero algo hacia que su mente quede en blanco, miró el teléfono como queriendo llamar a alguien, pero no se movió, estaba ensimismado
-          ¿Qué era ese bulto oscuro, del porte de una persona?
-          Miró el fondo verde de la pared de su modesto comedor, de repente un sonido extraño en la cocina, le hizo dirigir su mirada, quiso levantarse, pero Júpiter aulló, ese aullido  le atemorizó.
Quedó con una mirada pérdida y con temor, pero de pronto se paró, Júpiter  se sentó  y le miró, como que no estaba de acuerdo.
Se encamino a la cocina, pero Júpiter  comenzó a ladrar.
Júpiter era un hermoso pastor alemán y todo su pelo estaba erizado, sobre todo el pelo de su lomo, parecían púas.
Júpiter ladraba enfurecido sus ojos abiertos totalmente, sus orejas en punta adelante, sus dientes mostraban ferocidad, sus colmillos brillaban.
Júpiter ladraba, gruñía, avanzaba y retrocedía como si se retirase de un ataque.
-          Comprendió su error, no era que avance a la cocina, de repente la casa se llenó con un olor  putrefacto, y su cuerpo sintió como que un frío penetrante lo calaba.
-          Júpiter atacaba y retrocedía moviendo la cabeza, como diciendo no avances.
-          Se quedó sin movimiento, volteó, quiso regresar, miró la puerta de la calle, deberían de llegar a esa hora, su hermano Carlos, con su madre, sus tías, pero al ver por la ventana  no había existencia, ni un ser vivo, ni aves, ni perros, ni personas.
- De repente sintió que alguien estaba detrás suyo, ese alguien, no era humano, ese alguien lo estaba abrazando de atrás hacia adelante, era como un ser de ultra tumba, con vestimenta negra, sí, era como una capa negra la que quería abrazarle o envolverle, no lo veía pero sintió el aire frío que arrastró la capa en ese movimiento.
-  Júpiter ladró, se lanzó contra ese bulto en su espalda, pero fue lanzado por ese alguien, Júpiter se paró, ladró, mostró su firmeza en sus dientes y gruñidos, el bulto se soltó un poco como queriendo enfrentarse a Júpiter.
- En ese momento de soltura intentó correr, pero zas!, le detuvo fuertemente aún sin tocarlo, quedó paralizado, su cuerpo erizado quedó petrificado, era como perder sus fuerzas, como si ese alguien le robase sus fuerzas.
- Júpiter se lanzó nuevamente, gruñendo a su espalda, como que quería morder o que mordía a ese alguien, de repente saltó atacando.
- Júpiter era un perro muy fuerte, amigable, pero muy fiero, si alguien le hacía algo, él se enemistaba con ese alguien, en realidad era su guardián.
- Pero Júpiter en esta oportunidad, nuevamente fue lanzado.
- Al ver a su perro con su trompa ensangrentada, su pánico aumentó.
Su cuerpo estaba escarapelado, sus oídos le silbaban, tenía miedo, lo que estaba viviendo era terrorífico, quiso gritar, intentó correr, pero no podía moverse.
- Júpiter se levantó atacó y cayó, no pudo pararse más, lo miró y la mirada esta vez era vidriosa, estaba casi desmayándose, de repente los ojos de Júpiter se llenaron de lagañas, y se cerraron.
- ¡No! ¡Señor!, exclamó, y continuó diciendo, Dios mío, perdóname, no me abandones, yo te pertenezco, sólo Tú eres mi Dios, Jesús mío, ayúdame, ten piedad de mí Señor amado y adorado.
De repente sintió que ese cuerpo extraño, no humano lo soltaba, no intentó correr, dio unos pasos y se apoyó en el mueble del televisor del living.
Estaba a punto de caer, sus piernas flaqueaban, quiso voltear para ver a su perro, pero el miedo era grande.
En ese momento recordó sus errores, pero seguía orando ya casi a desfallecer, de un momento a otro, sintió que ese bulto negro se esfumaba, se desintegraba, desaparecía.
Quedó perplejo ensimismado, no se movió, todo había pasado, escuchó bulla, risas, voces conocidas, abrieron la puerta, al verlos por la ventana, comenzó a llorar.
Al fin volteo, miró unos ojos rojos en un rostro arrugado, viejo, con dos cuernos, como de macho cabrío en la cabeza, con cuerpo de hombre, con capa negra, con pies como patas de cabra y una horrible voz le dijo: te has salvado, agradece a tu perro, a tu Dios, a esa mujer Virgen que está llegando, pero si sigues igual;  me pertenecerás!!
Uno de los que ingresaron dijo, y este olor horrible, qué se ha podrido, que raro, por qué este hedor.
En ese momento él se desmayaba, corrieron a socorrerlo, al ver la sangre en las paredes,  a Júpiter ensangrentado, le preguntaron ¿Qué ha pasado?
Casi balbuceando dijo:
-          Júpiter luchó contra el diablo.
-          Júpiter al escucharlo, movió la cola levemente.
Entonces, Olga sacó su biblia y comenzó a orar.
WILLDER GAMARRA SOLES
TRUJILLO-PERÚ.
12.07.2013.