domingo, 11 de agosto de 2013

LA APUESTA


LA  APUESTA

La mesa vacía, parecía tener muchos recuerdos, o tal vez la soledad  le traía muchos recuerdos, el viejo sonreía, parecía estar viviendo otros momentos lejos de su realidad.
Recordaba a sus hermanos y su madre de quién según él había aprendido que todos tenían que ayudarse como hermanos, pero él también fue testigo de cómo esa mujer ayudó a tanta gente, que no era pariente suyo, lo más importante es ver como son felices, si ayudaste a la  felicidad que ves en ellos,  Dios desde los cielos te recompensará y  te bendecirá para que siempre estés protegido.
Ella les contaba sus anécdotas, reales o inventadas no lo sé, pero siempre conversaba de su padre, era el tema preferido de ella hablar de su padre, no se cansaba de hablar de él aunque en muchas ocasiones repetía lo mismo, para ella no existía novedades, siempre estaba en su casa, sólo salía para el cumpleaños de la abuela, su madre que aún estaba viva, cuando murió la abuela, ya casi ni salía,  vivía sólo para sus hijos, por quienes trabajaba tanto, que por las noches se quejaba a solas en su cuarto, para que nadie le escuche, nunca se quejó de nada delante de ellos,  pues siempre se jactaba de haber sido fuerte,  que su padre le alimento con leche de cabra negra, esa,  era la mejor leche, aún mejor que la leche de vaca, porque en sus tiempos si se tomaba buena leche y no como la leche que traían las señoras de Moche, que según ella era más agua que leche, porque no daba buena nata, que a ella no le iban a engañar porque  ella había tomado leche sin agua y que esa leche tenía una nata cremosa la que se recogía en cantidades, para después batirla, se le agregaba sal y se preparaba el queso, y que el pan que vendían ahora parecían píldoras, todos aguachentos,  que no tenían ni miga.
Contaba que su padre tenía un amigo alemán, que cuando comía le gustaba entreverar su arroz, con su guiso, sus fréjoles todo y le echaba leche y así todo revuelto se lo comía bien rico y como se saboreaba, diciendo que así comían en su tierra, porque en su tierra la gente si sabía alimentarse, por ello eran fuertes e inteligentes, no como en otros lugares del mundo que no saben comer. Ella cada vez que lo veía llegar no se acercaba a la mesa porque no le gustaba verlo comer de esa manera, con toda la comida revuelta que parecía chancho.
Esto les contó tantas veces, que un buen día el hijo mayor de ella se le ocurrió  comer como lo hacía el gringo, con la palabra gringo se expresaba el hermano mayor, cuando se trataba de este señor alemán, en realidad todos moradores de su ciudad se expresaban  de esa manera cuando se trataba de una persona de piel clara, ya sea americano, inglés, francés, o de nuestra serranía, o peruanos despercudidos de Cajamarca, Celendín u otros blanquiñosos.
El mayor de los hermanos,  había tomado una gran  decisión,  que cuando su madre hiciese cabrito con arroz y fréjoles, comería también como lo hacía el gringo, y también sus hermanos; para este reto los preparó, porque ellos también eran inteligentes y de decisiones serias.
El los  comprometió hábilmente conversando día a día,  que los gringos se creen más inteligentes que los latinos, pero  no saben que los latinos somos tan o mas inteligentes que ellos,  que los latinos nos alimentamos mucho mejor que ellos, porque los latinos comemos comidas naturales y los gringos todo comen enlatado.
-Sí, pero este señor alemán se alimentaba con comidas naturales, no con enlatados,  dijo la hermana quién no llegó a participar en la apuesta.
-A eso voy, contestó el mayor, continuando.
-Sí, pero este alemán no iba a ser superior a él, ni a sus hermanos, que si este gringo comía arroz con fréjoles y leche, él y sus hermanos también lo podían comer, no sólo ellos, sino que todos  lo pueden  comer, pero primero uno mismo tiene que demostrar que si se puede realizar,  porque para los latinos no hay nada que no puedan hacer, y si esté alemán lo hacía, nosotros también lo hacemos o ustedes no se creen capaces de hacerlo, acaso no somos iguales a ellos, lo que pasa,  es que ellos tienen un complejo de superioridad y esto es porque nosotros tenemos años de atraso, pero la culpa no es nuestra, ya que ahora con la educación y el avance del conocimiento no podemos sentirnos menos que ellos, y que algún día los latinos unidos vamos a ser mucho mejores que ellos, contestó casi enardecidamente.
La madre de estos jóvenes se llamaba Andrea,  era una persona alegre, educada, de nobles sentimientos, su estatura era  de casi un metro sesenta y cinco centímetros, de cabellos semis canos, frente amplia, de pómulos pronunciados, de mirada inocente, la mirada de sus ojos pardos expresaban paz y confianza, siempre gustaba usar el cabello corto, muy trabajadora y sobre todo muy amorosa con sus hijos.
- Mamá, le van a agregar, leche al cabrito con frejoles, dijo la hermana de los insurrectos.
- ¿Qué? Contestó la madre.
-Ja, ja, ja, ja, haber, haber, quién es capaz de comer, como dice mi mamá, lo  que comía él gringo, haya en sus tiempos en puerto Morí, Dijo el mayor.
-No, muchachos que van hacer, esto no es para que lo boten, si lo botan no les voy a dar de comer más -  habló la madre.
-No, no, no te preocupes que nosotros lo vamos a comer - dijo el mayor de los hermanos, sonriendo.
- Van a terminar vomitando.
-Les apuesto cinco soles que no van a poder comerlo como yo, dijo el mayor de ellos.
-Yo sí puedo dijo el menor sonriéndose, porque él comía arroz con gelatina, arroz con mazamorra y colocó en la mesa cinco soles, para continuar diciendo:
- Pero si no puedes comerlo tú primero, pierdes.
- Yo, también voy dijo el tercero, colocando los cinco soles en la mesa.
- El mayor colocó también sus cinco soles en la mesa diciendo:
- El que termina todo el plato gana.
- La madre sonrió, diciendo.
_ Ustedes creen que es fácil cambiar sus costumbres alimenticias de un momento a otro no van a poder terminar su cabrito, hay muchachos se están metiendo en camisa de once varas, y yo no les voy a preparar más comida.
- Ya vegetariana, no te preocupes, que nosotros no te pediremos más comida, expresó el mayor, para continuar diciendo.
 - En la refrigeradora está la leche – a la vez que se frotaba las manos entusiasmadamente.
-Se levantó, el segundo de ellos y, puso el recipiente en la mesa comentando - Pero tienen que revolver todo con arroz, el fréjol, la yuca, el cabrito y comerse todo el plato de lo contrario pierde el que no termina.
-Sale y vale (Estoy de acuerdo) - dijo el tercero –
- A ver tú que eres el más empeñoso empieza - dijo el segundo al tercero.
-Pásame la leche, sí ese gringo lo hizo yo también, ¿Qué tienen los gringos, que no tengamos nosotros? Acaso sólo ellos logran comer así - cogió el recipiente con leche, entreverando está, con el guisado de cabrito, arroz, fréjoles, y yuca.
Aag, que asco, aguanta compadre, ahí no más, yo voy a vomitar, puff, que horrible que está eso, parece comida de chancho -   hacían gestos de repugnancia, para desanimar al participante - El rostro del solitario hombre sonreía al recordar esas vivencias.
Noo, no  lo comas, ufff, no vas a poder comer, eso es cochinada es horrible aggg, mira antes de empezar, vas hacer esto por una apuesta, por las puras no te vas a sacrificar, que dices, anda o, ya no quieres ir le decían, con el ánimo de desanimarlo, pero como él, era el que inicio eso.
- Bien vamos a comenzar y terminar esta comida.
-Si se le puede llamar comida, a esa cosa - manifestaron los dos hermanos.
 -Bueno van o no van, vamos – dijeron los dos hermanos y, empezó a comer el primero de los tres hermanos.
-Mamá, corre, ven mira lo que ha hecho tú hijo, dijo la hermana a su madre que se retiró  a la cocina pensando que todo iba a quedar en nada, mientras los hermanos le gritaban con gritos de algarabía y burlas, apúrate, con ese vomitado de borracho jajajaja.
-Jesús, María y José, que has hecho muchacho.
-No te preocupes mamá, que horita me lo acabo.
-Oye, no seas cochino - le decían-, como te vas a comer eso, ni los chanchos pueden comerlo, mira, aag sí parece vomitado de perro jajajaja.
 - Se tapaban la nariz y hacían los peores gestos para desanimarlo, para que no pueda terminar la comida, cuando hizo su primer gesto de desaliento, los otros dos hermanos cogieron los quince soles de la mesa diciendo
- Caballero, perdiste no vas a poder terminar, mira, no más, que vas a poder comerlo.
- La madre al verlo comenzó a sonreír, después a reír, te volviste loco, jajajaja si el grigo comía es porque era su costumbre, jajaja.
- El pobre abrió los ojos la boca, su lengua se le contrajo el plexo, el mismo que rechazo su bolo alimenticio, se le pegó los parpados de los ojos, lagrimeo, paró un momento, tomó aire y dijo:
-Si el gringo lo hizo, yo también, pasó un trago de saliva e intentó nuevamente, sin terminar, ante los gestos de sus hermanos, corrió al baño y uagg arrojó sin tener provecho y, ante las risotadas de los dos hermanos, su madre lloraba de tanto reírse y, la hermana también.
-Ese tonto, pensó que esto es cosa fácil, dijo el tercer hermano y empezó a verter la leche en el plato de comida.
Espera que venga, dijo el segundo de los hermanos
 - Dile que se apure, por yo estoy embalado y, con hambre, dijo el tercero de los hermanos.
-Ya, si siguen con esto se quedarán de hambre, por que ni pienso en volver a cocinar,  manifestó la buena madre.
-El tercero de los hermanos, comenzó a comer ante  los gestos y burlas, pero él seguía.
 -Humm, que rico está, pásame la apuesta que ya gané  ya estaba casi por terminar, cuando empezó a sentir algo se le venía a la boca, subiendo del estómago, a la garganta, se irguió, levanto la cabeza, la tiro hacía atrás, tomo aire, movía la cabeza de un lado hacía otro, como diciendo ¡no! ¡no! se negaba a la realidad, su realidad, no podía soportar, el asco que tenía y se le venía el olor del revuelto de fréjoles, arroz, leche, yuca y, cabrito, apretó los dientes, agarraba aire con sus manos se negaba a perder, ya estaba casi listo sólo faltaba unas cuantas cucharadas más y era ganador, los demás lo miraban y hacían burlas de sus gestos, animándolo a arrojar todo lo que había ingerido.
Ya no,  ya no puedes más ríndete, ja, ja, ja, ja, estas perdido – le decían.
Él, pretendió  tomar un vaso con bebida gaseosa, el resto de participantes objetaron su pretensión, ya que no estaba dentro de lo acordado, el asunto era limpio, sólo el plato de cabrito con fréjoles, arroz y yuca, más la deliciosa leche heladita, que era lo que cortaba todos los intentos de su lengua a seguir trabajando, para lo que fue creada, la degustación. Es decir sentir y percibir el sabor de las cosas, pues este órgano muscular, que se encuentra en la cavidad bucal, prefería modular sonido impropios, como algo profundo y desgarrador, mientras, su garganta conversaba con su paladar, negándose a retener el contenido desagradable, hubo una reunión de urgencia, de juicio, talento y capacidad,  en ese lujoso salón consistorial, donde el cerebro toma las  más importantes decisiones, era una reunión de emergencia, para determinar un posición, el talento denunció que no estaba preparado para este tipo de competencias, la capacidad manifestó que se había roto los límites para poder contener ese tipo de alimentación – dijo que estaba mal el desorden de los músculos, tendones, glándulas gustativas y ojos desorbitados, que era falso decir que si se podía administrar ese tipo de alimento, salvo que se esté llegando a un estado de locura o delirio, el cerebro, que  es el que dirige toda la organización y todas las actividades del cuerpo, ordenó, que se evacue lo ingerido. Entonces el tercer hermano se levantó corriendo, tratando de mantener la boca cerrada para no lastimar a nadie, llegando a expulsar parte de lo incontenible ingresando no más al baño, esto le costó la limpieza del mismo, ya que salpicó las paredes, pisos de mayólicas como también lavatorio y el reservado.

Perdió, perdió – gritaba a carcajadas el mayor de ellos, era el que más celebraba, se reía de una forma sorprendente, limpiándose los ojos por las lágrimas felices que expedía de sus lagrimales, interiormente, pensaba que su propuesta a esta competencia era una locura, pues él mismo, había sido la primera víctima.
Los demás se reían, también  la mamá, Ja, ja, ja, ja, que les decía, ustedes creen que van a poder comer como el alemán, ya paren basta de tonterías, ja, ja, ja, ja, reía hasta lagrimear los ojos.
-No, sólo  le falta a él, si no, no  damos  la plata – habló el primero de los hermanos que, era su deseo que los tres pasen por la misma experiencia.
-Por quince soles miserables están dejando de alimentarse, no se van a pelear por quince soles, yo los tengo, dijo la madre, y tomó el dinero, que era la suma de la apuesta de los tres hermanos.
-Ya, ahora,  yo - habló el segundo con entusiasmo y aplomo, echó la leche y empezó a comer; mientras empezaba los ascos y gestos de los otros dos y la hermana que en esta oportunidad también participo haciendo los gestos, agg, y eso parece comida de chanchos, vomitado de borracho, no vomitado de perro y otros., pero el parecía no escuchar nada seguía comiendo y comiendo, como si fuese la comida más rica que le hubiesen preparado, humm que rico que está esto.
-Como va ser rico esa porquería, yaaa, hizo su primer gesto, ya no puede, gritaba y reía el primero de los hermanos seguido por los otros dos, la madre quedo callada y miró a su hijo, que no tenía ni siquiera un intento de nauseas.
-Ya, ya, cuidado que ahora sale corriendo, ya no puede, ya va a vomitar, cuidado, que va corriendo a vomitar, cuidado, gritaba maquinalmente uno y otro competidor perdedor, pero él nada, seguía comiendo y comiendo hasta que, terminó, y gritó ganeeeeé, dame la apuesta mamita, quedó bien comido y los otros dos, de hambre, el anciano  dio una risotada,  viviendo esos preciados momentos tan recordados.
En donde más importaba la unión familiar, también se dieron cuenta los jóvenes  de que todo no es igualara a lo que otros hacen, si no hacer lo propio, pero bien, marcando la diferencia, por otro lado estaba la sonrisa de la madre, lo que denotaba una alegría profunda, por el deseo espíritu de competitividad que tenía sus hijo sus hijos, de superar los retos, ya que sus muchachos todos eran ya mayor a los 16 años.
La madre sentía orgullo por haber formado a jóvenes con carácter fuerte capaces de trazarse metas  y superar obstáculos.
¿Usted señor lector, qué opina sobre la competencia entre los hermanos?
¿Cree que la madre debió fomentar la competencia?
¿En qué favorecía esto, en la relación entre hijo y madre?
¿Espero su respuesta y opiniones al respecto para mejorar nuestros mensajes?
Gracias.

TRUJILLO-PERÚ
WILLDER GAMARA SOLES.
10.08.2013.

lunes, 5 de agosto de 2013


LA APARICIÓN.

Eran las  2 de la tarde, había un silencio tremendo y el frío calaba los huesos, al mirar por la ventana, parecía que un vapor denso se levantaba por el suelo.

-          Qué raro!, se preguntó, si hay frío cómo es que sale vapor del suelo.

-          Júpiter rascó la puerta como desesperado,  con insistencia y ladridos.

-          Le abrió la puerta rápidamente, abrazándolo cariñosamente, su pelo estaba frío casi  helado.

-          Mi fiel amigo, qué te pasa, Júpiter no movió la cola, miraba todo adusto hacia adentro.

Al llegar a la sala, tomó su manta para abrigarse, Júpiter se acostó a sus pies, él se disponía  a leer su libro de historias,  cuándo le pareció ver un bulto cruzar hacia su cocina, Júpiter se sentó rápidamente, se  volteó  y le miró el rostro asustado, volteó nuevamente mirando por donde pasó el bulto y le volvió a mirar como queriendo decirle algo.

Estaba realmente acobardado, no había nadie en casa, sólo los dos y esto incluía a Júpiter.

-          Su reacción fue acariciarle la cabeza, diciéndole: tranquilo amigo mío.

-          Tomó el libro ojeándolo, como buscando una página que le faltaba concluir su lectura, pero algo hacia que su mente quede en blanco, miró el teléfono como queriendo llamar a alguien, pero no se movió, estaba ensimismado

-          ¿Qué era ese bulto oscuro, del porte de una persona?

-          Miró el fondo verde de la pared de su modesto comedor, de repente un sonido extraño en la cocina, le hizo dirigir su mirada, quiso levantarse, pero Júpiter aulló, ese aullido  le atemorizó.

Quedó con una mirada pérdida y con temor, pero de pronto se paró, Júpiter  se sentó  y le miró, como que no estaba de acuerdo.

Se encamino a la cocina, pero Júpiter  comenzó a ladrar.

Júpiter era un hermoso pastor alemán y todo su pelo estaba erizado, sobre todo el pelo de su lomo, parecían púas.

Júpiter ladraba enfurecido sus ojos abiertos totalmente, sus orejas en punta adelante, sus dientes mostraban ferocidad, sus colmillos brillaban.

Júpiter ladraba, gruñía, avanzaba y retrocedía como si se retirase de un ataque.

-          Comprendió su error, no era que avance a la cocina, de repente la casa se llenó con un olor  putrefacto, y su cuerpo sintió como que un frío penetrante lo calaba.

-          Júpiter atacaba y retrocedía moviendo la cabeza, como diciendo no avances.

-          Se quedó sin movimiento, volteó, quiso regresar, miró la puerta de la calle, deberían de llegar a esa hora, su hermano Carlos, con su madre, sus tías, pero al ver por la ventana  no había existencia, ni un ser vivo, ni aves, ni perros, ni personas.

- De repente sintió que alguien estaba detrás suyo, ese alguien, no era humano, ese alguien lo estaba abrazando de atrás hacia adelante, era como un ser de ultra tumba, con vestimenta negra, sí, era como una capa negra la que quería abrazarle o envolverle, no lo veía pero sintió el aire frío que arrastró la capa en ese movimiento.

-  Júpiter ladró, se lanzó contra ese bulto en su espalda, pero fue lanzado por ese alguien, Júpiter se paró, ladró, mostró su firmeza en sus dientes y gruñidos, el bulto se soltó un poco como queriendo enfrentarse a Júpiter.

- En ese momento de soltura intentó correr, pero zas!, le detuvo fuertemente aún sin tocarlo, quedó paralizado, su cuerpo erizado quedó petrificado, era como perder sus fuerzas, como si ese alguien le robase sus fuerzas.

- Júpiter se lanzó nuevamente, gruñendo a su espalda, como que quería morder o que mordía a ese alguien, de repente saltó atacando.

- Júpiter era un perro muy fuerte, amigable, pero muy fiero, si alguien le hacía algo, él se enemistaba con ese alguien, en realidad era su guardián.

- Pero Júpiter en esta oportunidad, nuevamente fue lanzado.

- Al ver a su perro con su trompa ensangrentada, su pánico aumentó.

Su cuerpo estaba escarapelado, sus oídos le silbaban, tenía miedo, lo que estaba viviendo era terrorífico, quiso gritar, intentó correr, pero no podía moverse.

- Júpiter se levantó atacó y cayó, no pudo pararse más, lo miró y la mirada esta vez era vidriosa, estaba casi desmayándose, de repente los ojos de Júpiter se llenaron de lagañas, y se cerraron.

- ¡No! ¡Señor!, exclamó, y continuó diciendo, Dios mío, perdóname, no me abandones, yo te pertenezco, sólo Tú eres mi Dios, Jesús mío, ayúdame, ten piedad de mí Señor amado y adorado.

De repente sintió que ese cuerpo extraño, no humano lo soltaba, no intentó correr, dio unos pasos y se apoyó en el mueble del televisor del living.

Estaba a punto de caer, sus piernas flaqueaban, quiso voltear para ver a su perro, pero el miedo era grande.

En ese momento recordó sus errores, pero seguía orando ya casi a desfallecer, de un momento a otro, sintió que ese bulto negro se esfumaba, se desintegraba, desaparecía.

Quedó perplejo ensimismado, no se movió, todo había pasado, escuchó bulla, risas, voces conocidas, abrieron la puerta, al verlos por la ventana, comenzó a llorar.

Al fin volteo, miró unos ojos rojos en un rostro arrugado, viejo, con dos cuernos, como de macho cabrío en la cabeza, con cuerpo de hombre, con capa negra, con pies como patas de cabra y una horrible voz le dijo: te has salvado, agradece a tu perro, a tu Dios, a esa mujer Virgen que está llegando, pero si sigues igual;  me pertenecerás!!

Uno de los que ingresaron dijo, y este olor horrible, qué se ha podrido, que raro, por qué este hedor.

En ese momento él se desmayaba, corrieron a socorrerlo, al ver la sangre en las paredes,  a Júpiter ensangrentado, le preguntaron ¿Qué ha pasado?

Casi balbuceando dijo:

-          Júpiter luchó contra el diablo.

-          Júpiter al escucharlo, movió la cola levemente.

Entonces, Olga sacó su biblia y comenzó a orar.

WILLDER GAMARRA SOLES

TRUJILLO-PERÚ.

12.07.2013.

 

EL SUEÑO

 

Estimados amigos, en el mes de Julio he tenido un SUEÑO, no me parece un sueño común, este sueño es el que comenzaré a narrarles.

Nos encontrábamos buscando a un señor, era el que iba a solucionar el problema, con la ubicación del supuesto hombre malo o del supuesto hombre inocente.

Estábamos en una esquina y por ella pasó una mujer hermosa de pechos blancos, exuberantes y exhibidos, la hermosa tenía vestido de color negro escotado, muy escotado, su hombre, aparentemente su esposo, vestía un terno negro, camisa blanca, corbata azul, bien peinado y con una seriedad sumisa.

Ella se acercó con grandes pasos largos, con sus zapatos negros de taco alto fino, brillosos, como de charol, piernas contorneadas y cuerpo escultural, como un excelente ejemplar femenino.

-Mirá esa belleza que viene, me comentó el amigo que estaba conmigo, pero que nunca mencione su nombre.

- La quedé mirando, de pronto su rostro entregó una sonrisa alegre y amistosa.

- ¿Han visto al hombre buscado? Preguntó Ella.

- No, contestamos con voz propia, y no unísonamente.

- Dicen que fue por la escuela comentó, mientras su hombre se acercó con rostro adusto y calculador.

- Ella sonrió nuevamente, con una mirada y un guiño coqueto, continuando su marcha, él iba atrás de ella, nosotros encaminamos por la avenida más transitada, ya que nos encontrábamos en la intersección de dos avenidas.

Habíamos caminado cerca de un tercio de cuadra cuando apareció el capitán Zevallos con ropa de civil.

En forma amistosa nos preguntó.

-  ¿Han visto al negro Meleno?

- Mi acompañante, mi amigo, al que nunca dije su nombre, dijo:

-  Se fue para el centro.

- Yo,  me quede sorprendido por su respuesta.

- Pero Zevallos no se percató de mi rostro sorpresivo, quizás un rostro disimulado, sólo atinó a decir:

- Vamos al centro, en ese momento se encendieron muchas luces azules, sonidos de sirenas de patrulleros, policías caminando uno y otros corriendo en un despliegue impresionante, de película.

Nosotros, continuamos nuestro camino, al llega a la esquina, encontramos una nueva avenida, el tránsito vehicular no era mucho, también encontramos a un vendedor de maní con dulce.

-         ¿Por dónde queda la escuela?

-         La respuesta fue:

-         ¿El colegio Manuel Arévalo?

-          Sí ,      Contesté.

-         Nos indicó:

- A una cuadra,  volteas a la izquierda, caminas dos cuadras, después una  a la derecha, ahí a media cuadra está el colegio Manuel Arévalo, contestó el vendedor de maní, señalando a la derecha de donde estábamos parados.

Era un día maravilloso con cielo despejado, con bastante sol, pero a pesar de ello, todo se veía con una mayor blancura de lo que vemos acostumbradamente.

Con mi amigo al que nunca le dije su nombre nos encaminamos sin hablar palabra alguna; realizando con hechos lo indicado por el vendedor de maní.

Al llegar al supuesto colegio Manuel Arévalo, encontré a mi esposa, cuñadas y otras mujeres en la puerta de entrada del colegio, yo al mirarla pensé:

¿Qué hacen ellas acá?, ¿Qué hacen esas mujeres? Nos acercamos a ellas  pero antes de poder decirle algo ella (mi mujer) al vernos nos dijo.

-         Ustedes pregunten acá, nosotras vamos al frente, por que en la posta dicen que estuvo.

-         Normalmente una posta está compuesta de uno o dos cuartitos, en las postas atienden a pacientes con heridas leves, de repente este hombre ha llegado con algún corte, o quizás baleado, pensé.

-         Pero ella porque tiene que estar detrás de esto, (Fue la continuación de mi pensamiento) además son muchas, no van a entrar todas en la posta, nos quedamos observándolas parado frente a un portón marrón, observándolas hasta que llegaron a su destino, para sorpresa mía todas ingresaron en la posta

Cuando nos disponíamos a tocar el portón, del supuesto colegio Manuel Arévalo, este se abrió de par en par,  quedando a la vista una cancha deportiva de futbol, con una grama descuidada, pues por el lado izquierdo se veía reseco y un poco polvoriento los arcos tenían malla, también pude observar que tenían sus tribunas para ambos laterales.

Un hombre mayor, ya casi anciano, se acercó al umbral de la puerta, llevaba un balde blanco en su mano izquierda, este señor  era trigueño, pelo corto y lacio,   medio cano, tenía una camisa corta a   cuadros, un pantalón azul marino y unas sandalias envejecidas.

-         ¿ Ha visto usted al negro meleno? Pregunte.

-         La respuesta de este hombre fue tranquila y pausada.

-         Soy yo, contestó.

-         Lo que están buscando no está acá, no está en  mí, ustedes lo encontraran donde fueron ellas, dentro encontraran la respuesta, solo tienen que seguirlas.

-         Nos encaminamos, pero volteé para verlo, el como si me estuviese esperando que giré, me dijo tocándose el pecho a la altura de su corazón.  

-         Dentro, dentro, …

-         ¿Quién era este hombre? No era agresivo, no estaba asustado o preocupado porque lo buscaban, era sencillo y nos encaminaba a buscar la verdad dentro de la posta.

-         ¿Pero como sabía que ellas habían ido a la posta?, si cuando ellas marcharon a la posta, la puerta del supuesto colegio Manuel Arévalo estaba cerrada, y él detrás de ese portón.

-         La posta es sólo un lugar para asistir emergencias, tratamientos cortos, problemas livianos en la persona, esto claro, relacionándolo con la salud.

-         ¿Para que tendríamos que ir nosotros a la posta?

-         ¿Qué estábamos buscando?

-         ¿A quién encontraríamos en la posta?

-         ¿Por qué ellas, aún no salían?

-         ¿Quién era este hombre que nos enviaba a la posta?

-         ¿Acaso no era al negro meleno al que buscaban?

-         ¿Por qué, la mirada piadosa tocándose el pecho a la altura del corazón, diciéndome: dentro, dentro…

-         ¿Qué mensaje quería darme y por qué no me lo dijo en presencia del amigo al que nunca dije su nombre?

-         Al llegar a la posta, su fachada pintada de color rosado tenía una ventanita pequeña de vidrios con fierro, las paredes eran de color marrón, le calcule unos 5 metros de ancho la fachada, habían varias mujeres que a mi parecer, nos estaban esperando.

-          Ellas muy amablemente nos invitaron a ingresar.

-         Pasen por favor, aún recuerdo sus sonrisas destellante, sus ojos vivarachos en esas mujeres, pero en una de ellas me llamó la atención  de su sonrisa porque en su rostro se formaban unos hoyitos en sus cachetes.  

-         Al cruzar la puerta todo cambio,  no eran los dos cuartitos que me imagine dentro habían varios pabellones de unos 20 o 30 cuartos cada pabellón, no ingrese a ninguno de ellos sólo los observaba parado y atónito, la fachada era angosta, y esto era demasiado amplio, en los pasillos que se formaban entre los pabellones, caminaban más mujeres que hombres con diferentes tipos de trajes, unas cuantas con ropa de enfermeras, hombres poquísimos casi nada  por unos de esos pasillos entre aquellas mujeres no conocidas se perdió mi amigo al que nunca le dije su nombre, lo busque pero no lo ubique, una señora media regordeta de pelo corto cara redonda con un lunar pequeño en el mentón me dijo:

-         Se fue por allá,  estiró el brazo y con su dedo índice me señaló a poca distancia un parque en donde se paseaban unos leones mansos, eran tres o cuatro leones, me encamine al parque, cruce sin temor entre los leones, el parque tenía un gramado excelente, muy bien cuidado, con flores hermosas de olor impresionante, en esté parque no se veían personas, estaba vacío, sin embargo había un hombre a lo lejos,  con quien antes de cruzarnos me dijo:

-         Se fue por  ese lado, señalándome el lado derecho del parque, camine no sé cuánto, ni que tiempo, porque a medida que caminaba esté parque parecía que se agrandaba, me daba la impresión que estaba caminando en una ciudad vacía, pero estaba en el parque.

-         De repente la mujer que se acercó en  la esquina  de la avenida, al inicio de sueño con su esposo de rostro adusto, me levantó la mano y se acercó.

-         ¿Lo encontraste, verdad? Preguntó bambaleando sus senos.

-         Yo sólo la miré, no contesté, ella sonrió.

-         En ese momento ella como se hizo más alta que yo, el escote de su vestido se hizo más extenso y la voluptuosidad de sus pechos empezó a hipnotizarme, con un movimiento picaresco los acercó a mi rostro diciéndome:

-         Muérdelos, chúpalos, bésalos, permanecí sorprendido, miré a un costado un poco temeroso por la reacción de su pareja, pero la seriedad de ese hombre empezó a desaparecer, comenzando a sonreír.

-         Ella pego sus senos a mis labios, y, yo tímidamente, casi escondido de él saque mi lengua rosando con sus senos, ella dijo:

-         Sigue sigue, se puso la mano bajo de su busto y me invitó colocándome los pechos en mi rostro.

-         Al buscar con mi mirada a su pareja,  él sonriente y muy cortés también me invitó diciéndome:

-         Sigue, bésalos, ¿Por qué no lo haces?, ¿Te gustan? Sigue.

-         Ella los pegó a mis labios, yo coloqué mi lengua en  su hermoso busto, pero inmediatamente, de forma súbita, dije casi gritando:

-         ¡No! ¡esto es un juego para caer en pecado!, no puedo hacerlo, no debo hacerlo.

-         Al decir esto, de  un momento a otro me vi en un pasaje lleno de árboles, comencé a caminar.

-         Miré que un árbol de palta daba tantos frutos,  que estos frutos se caían del árbol y la gente lo recogía.

-         Las caiguas son rastreras,  normalmente nos dan su  fruto en su enredadera;  no dan sus frutos en árboles; pero en esta ocasión las caiguas mocheras estaban en un árbol.

-         De este árbol  se desprendían  sus hojas secas, color naranja al piso, y también cantidad de frutos, es decir cantidad de caiguas.

-         Seguí caminando y otro árbol hacia lo mismo, pero también era otro fruto que daba en arbusto, no recuerdo que fruto era.

-         Seguí caminando y vi que un árbol daba frutos casi como plátanos, eran plátanos,  pero en la parte donde nace el plátano, este tenía una forma casi cuadrada, en este espacio había  un rostro de serpiente, en el que resaltaba más los ojos abiertos de una serpiente, estos ojos eran azules, la mirada que irradiaban los ojos de la serpiente en los  fruto,  me producía cierto temor; daban la impresión  que tenían vida y observaban; este árbol tenía muchos frutos, ninguno caía, entonces yo dije:

-         Este es el árbol de bien y del mal y no como dicen, este es el árbol prohibido, está en esta calle como los otros árboles,  que dan frutos y el hombre los coge cuando caen, pero como de este árbol no caen sus frutos, entonces hay que cogerlos, no es voluntad de Dios que los cojamos, es por voluntad del hombre cogerlos.

-         El hombre a sabiendas, lo coge, porque si uno ve bien, es como si  una serpiente estuviese metida dentro del frutos, esto hace ver a todos los frutos como una serpiente con ojos vivos que dan temor, porque pareciese que todos sus ojos no nos quitase la mirada.

-         Seguí caminando y se acercaron varios gatos, uno pequeño vino a morderme, pero le tome la cabeza, jalándole de tal modo que la desprendí de su cuerpo, no le salió ni una gota de sangre.

-         Entonces fui llevado a un lugar parecido a una plazuela circular, con un monumento en el centro, no habían casa por alrededor, pero si pasaban muchos automóviles, uno de ellos me llevó al balneario más cercano, tenía un parecido al balneario de  las delicias, pero cerca de sus playas estaban unos cerros.

-         Cuando llegue, todo parecía estar bien, pero al poco rato me alarme, al mirar a la orilla del mar, miré que la gente entraba a la playa  y salía con todo su cuerpo manchado de negro, como si les hubiesen embetunado de aceite quemado, o petróleo, no sé, también salían delfines,  como si estos delfines caminasen, para morirse unos sobre otros, todos estos delfines también estaban embetunado igual que los hombres, después de que se metían y salían del mar, los peces también salían embetunados y no embetunados a morirse en las orillas, los hombres escogían los no embetunados y se los llevaban.

-         Posteriormente comenzaron a salir monstros marinos pequeños, más pequeños que los hombres adultos, que caminaban en las orillas con la gente, no atacaban, ni eran atacados, sin embargo yo, les temía, les comencé a decir a algunos de los lugareños, ellos los van atacar huyan, se hacen los pacíficos, los están engañando, pero nadie me escuchaba, como si me ignorasen, a pesar de saber lo que les decía, y poco a poco más hombres se iban manchando de negro.

-         Mire al horizonte del mar, de ese fondo donde solo vemos una línea del mar y un inicio de los cielos empezó a formarse unas olas enormes,  cuando se acercaron a la orilla desembocaron unos monstros marinos enormes, tenían patas, sus manos eran como nuestras manos, es decir como manos de seres humanos, algunos cuerpos eran como delfines gigantes con colas de dinosaurio, otros como patos gigantes pero con rostro de dinosaurios con dientes filudos, y otros de formas jamás  vistos, como una mescla de serpientes y aves, pero ninguno volaba.

-         Estos comenzaron atacar a los hombres y a matar humanos, yo gritaba huyan entonces comenzaron a correr, todos corrían de un lado para otro sin escapar, prácticamente esos seres eran gigantescos, entonces los primeros monstros al ver lo que hacían los monstros gigantes ellos también comenzaron a atacar humanos.

-         Los humanos reaccionaron contraatacando y matando a unos cuantos monstros, otros seres humanos trataron quitarse las manchas, los humanos que no tenían manchas huyeron.

-         Los monstros eran más fuertes, unos de estos monstros gigantes llegó a mí enfurecido, no sé si él se achico o yo me agrande,  me parece que este hecho hizo que no me tocase, entonces el monstro fue  correr a otro humano, yo me puse a gritar a los cerros, suban a los cerros, a partir de ese momento algunos humanos empezaron a correr a los cerros para salvarse, a los que subían los cerros los monstros solo los miraban.

-         Aún sin desaparecer de mi mente lo visto, el temor y la ira de lo que había sentido, me encontré  en otro camino.

-         En este camino iba con alguien, nunca le miré su rostro, sólo sentía que estaba con alguien, caminábamos cerca de una línea férrea, en sentido contrario mucha gente pasaba con canastas que contenían víveres, otros llevaban bultos sobre sus  vacas, pero estas vacas eran diferentes a las vacas que conozco, tenían plumas en sus cuerpos, alas con plumas, su cabeza no era de vaca con cuernos, eran de un ave con cuernos, su cola también eran de plumas delgaditas, estas plumas eran diferentes, tenían formas de flores de multicolores.

-         La gente que pasaba en sentido contrario era humilde, con sandalia de cuero, calzado propio de campesino, otros vestían con zapatos de trabajadores industriales y zapatos de vestir pero a todos se les veía humildes, llevaban paz con ellos, las gallinas y los pollos eran como todos los conocemos, seguimos caminando y nos acercamos a un pequeño pueblo.

-         En este pueblo también había personas que salían del pueblo, con pequeñas canastas, sin embargo no salían las personas que tenían quiosco, bodega u otros tipo de negocio.

-         Todos los que abandonaban el pueblo y pasaban por mi lado, no se percataban de mi presencia, entonces mi acompañante me dijo:

-         Todos huyen, pronto llegará la muerte.

-         Yo pregunté:

-         ¿Y ellos? No me contestó, entonces les dije a los señores que no abandonaban el pueblo,  huyan uno de ellos me miro molesto, pero no se movió, continuó limpiando su mercadería.

-         Lo extraño de esto es que hasta los pollos parecían huir siguiendo a sus dueños.

-         A los lejos se escuchó el sonido de un tren el mismo que se acercaba rápidamente, este tren traía gente armada, esta gente llevaba unas armas como metralletas, pero que en su punta era cónica con un borde de más o menos 10 centímetro de diámetro.

-         Estás armas no disparaban balas, pero emitían ultrasonidos que las personas y animales caían muertos, los alimentos, frutas, cereales productos enlatados, productos en bolsa y todo los demás se envejecían hasta quedar solo polvo o nada.

-         La gente armada eran humanos comunes y corrientes, llevaban gorras elaboradas con paja algunos con ala ancha y otros con ala corta, su rostro de la mayoría eran con bigotes trigueños estaban uniformados de color beige, con botas negras pero llevaban marcas como tatuajes en sus cuerpos.

-         Yo agradecí a Dios porque el pueblo estaba casi desierto, después de matar y destruir lo poco que quedaba  subieron a sus trenes y se marcharon.

-         Luego me vi en el mar era un hermosa playa  más allá mire como una ciudad nueva aparentemente estaba deslizándome sobre el agua  y no me hundía, mire entonces a jóvenes sobre yates y motos acuáticas de modelos como aves, lo miré como una rareza, pero más raro me pareció unos animales como delfines, digo como delfines porque los que conocemos son conocidos como nariz de botella, pero estos delfines tenían la cabeza, más parecida a la cabeza de pescado, pero sin escamas.

-         Estos animales llevaban unas personas paradas en su lomo que   competían con los jóvenes de las motos, se deslizaban a una velocidad tremenda subiendo sobre una superficie o borde que parecía una piedra de color negro, se elevaban para caer suavemente a unos 200 o 300 metros todo era alegría, el único sor pendido era yo, pero todos me ignoraban.

-         Además miré  otros animales como tiburones pero su boca eran como la de los perros, daban la impresión que me sonreían, eran tan obedientes, tan mansos que en sus lomos se desplazaban humanos, muchos de ellos menores de edad, todos reían, jugaban felices sobre las aguas.

-         Los que caían sobre el mar, no se hundían, ni se desesperaban, habían unas bollas como pelotas negras, con puntas redondas que flotaban en el mar, estos peces también jugaban con esas bollas como los delfines, se deslizaban hacia la parte final de un hermoso puente,  de un momento a otro todo se oscureció un poco y la ciudad adquirió una iluminación espectacular, recién me di cuenta de sus edificios iluminados, sentí que en ella se respiraba paz, tranquilidad, dentro de una figura muy armoniosa, entonces me di cuenta que estaba en un mundo diferente o en una nueva tierra.

-         Esto es todo lo que soñé, no sé por qué, pero me siento como obligado a contárselos amigos míos, les agradeceré sus comentarios.

 

 

WILLDER GAMARRA SOLES

TRUJILLO PERÚ

28.07.2013