LA APARICIÓN.
Eran
las 2 de la tarde, había un silencio
tremendo y el frío calaba los huesos, al mirar por la ventana, parecía que un
vapor denso se levantaba por el suelo.
-
Qué raro!, se preguntó, si hay frío cómo
es que sale vapor del suelo.
-
Júpiter rascó la puerta como
desesperado, con insistencia y ladridos.
-
Le abrió la puerta rápidamente, abrazándolo
cariñosamente, su pelo estaba frío casi helado.
-
Mi fiel amigo, qué te pasa, Júpiter no
movió la cola, miraba todo adusto hacia adentro.
Al llegar a la sala,
tomó su manta para abrigarse, Júpiter se acostó a sus pies, él se disponía a leer su libro de historias, cuándo le pareció ver un bulto cruzar hacia
su cocina, Júpiter se sentó rápidamente, se volteó y le miró el rostro asustado, volteó
nuevamente mirando por donde pasó el bulto y le volvió a mirar como queriendo
decirle algo.
Estaba realmente
acobardado, no había nadie en casa, sólo los dos y esto incluía a Júpiter.
-
Su reacción fue acariciarle la
cabeza, diciéndole: tranquilo amigo mío.
-
Tomó el libro ojeándolo, como
buscando una página que le faltaba concluir su lectura, pero algo hacia que su
mente quede en blanco, miró el teléfono como queriendo llamar a alguien, pero
no se movió, estaba ensimismado
-
¿Qué era ese bulto oscuro, del porte
de una persona?
-
Miró el fondo verde de la pared de su
modesto comedor, de repente un sonido extraño en la cocina, le hizo dirigir su mirada,
quiso levantarse, pero Júpiter aulló, ese aullido le atemorizó.
Quedó con una mirada
pérdida y con temor, pero de pronto se paró, Júpiter se sentó
y le miró, como que no estaba de acuerdo.
Se encamino a la
cocina, pero Júpiter comenzó a ladrar.
Júpiter era un hermoso
pastor alemán y todo su pelo estaba erizado, sobre todo el pelo de su lomo,
parecían púas.
Júpiter ladraba
enfurecido sus ojos abiertos totalmente, sus orejas en punta adelante, sus
dientes mostraban ferocidad, sus colmillos brillaban.
Júpiter ladraba,
gruñía, avanzaba y retrocedía como si se retirase de un ataque.
-
Comprendió su error, no era que
avance a la cocina, de repente la casa se llenó con un olor putrefacto, y su cuerpo sintió como que un
frío penetrante lo calaba.
-
Júpiter atacaba y retrocedía moviendo
la cabeza, como diciendo no avances.
-
Se quedó sin movimiento, volteó, quiso
regresar, miró la puerta de la calle, deberían de llegar a esa hora, su hermano
Carlos, con su madre, sus tías, pero al ver por la ventana no había existencia, ni un ser vivo, ni aves,
ni perros, ni personas.
- De repente sintió que
alguien estaba detrás suyo, ese alguien, no era humano, ese alguien lo estaba
abrazando de atrás hacia adelante, era como un ser de ultra tumba, con
vestimenta negra, sí, era como una capa negra la que quería abrazarle o
envolverle, no lo veía pero sintió el aire frío que arrastró la capa en ese
movimiento.
- Júpiter ladró, se lanzó contra ese bulto en su
espalda, pero fue lanzado por ese alguien, Júpiter se paró, ladró, mostró su
firmeza en sus dientes y gruñidos, el bulto se soltó un poco como queriendo
enfrentarse a Júpiter.
- En ese momento de
soltura intentó correr, pero zas!, le detuvo fuertemente aún sin tocarlo, quedó
paralizado, su cuerpo erizado quedó petrificado, era como perder sus fuerzas,
como si ese alguien le robase sus fuerzas.
- Júpiter se lanzó nuevamente,
gruñendo a su espalda, como que quería morder o que mordía a ese alguien, de
repente saltó atacando.
- Júpiter era un perro
muy fuerte, amigable, pero muy fiero, si alguien le hacía algo, él se
enemistaba con ese alguien, en realidad era su guardián.
- Pero Júpiter en esta
oportunidad, nuevamente fue lanzado.
- Al ver a su perro con
su trompa ensangrentada, su pánico aumentó.
Su cuerpo estaba escarapelado,
sus oídos le silbaban, tenía miedo, lo que estaba viviendo era terrorífico,
quiso gritar, intentó correr, pero no podía moverse.
- Júpiter se levantó
atacó y cayó, no pudo pararse más, lo miró y la mirada esta vez era vidriosa,
estaba casi desmayándose, de repente los ojos de Júpiter se llenaron de
lagañas, y se cerraron.
- ¡No! ¡Señor!, exclamó,
y continuó diciendo, Dios mío, perdóname, no me abandones, yo te pertenezco, sólo
Tú eres mi Dios, Jesús mío, ayúdame, ten piedad de mí Señor amado y adorado.
De repente sintió que
ese cuerpo extraño, no humano lo soltaba, no intentó correr, dio unos pasos y se
apoyó en el mueble del televisor del living.
Estaba a punto de caer,
sus piernas flaqueaban, quiso voltear para ver a su perro, pero el miedo era
grande.
En ese momento recordó
sus errores, pero seguía orando ya casi a desfallecer, de un momento a otro,
sintió que ese bulto negro se esfumaba, se desintegraba, desaparecía.
Quedó perplejo
ensimismado, no se movió, todo había pasado, escuchó bulla, risas, voces
conocidas, abrieron la puerta, al verlos por la ventana, comenzó a llorar.
Al fin volteo, miró
unos ojos rojos en un rostro arrugado, viejo, con dos cuernos, como de macho cabrío
en la cabeza, con cuerpo de hombre, con capa negra, con pies como patas de
cabra y una horrible voz le dijo: te has salvado, agradece a tu perro, a tu
Dios, a esa mujer Virgen que está llegando, pero si sigues igual; me pertenecerás!!
Uno de los que ingresaron
dijo, y este olor horrible, qué se ha podrido, que raro, por qué este hedor.
En ese momento él se
desmayaba, corrieron a socorrerlo, al ver la sangre en las paredes, a Júpiter ensangrentado, le preguntaron ¿Qué
ha pasado?
Casi balbuceando dijo:
-
Júpiter luchó contra el diablo.
-
Júpiter al escucharlo, movió la cola levemente.
Entonces, Olga sacó su
biblia y comenzó a orar.
WILLDER GAMARRA SOLES
TRUJILLO-PERÚ.
12.07.2013.