Versos
del alma y de la conciencia.
Porque el sueño, ya
no da sueño
Y la alegría, se
evapora
Las noches se tejen,
en pensamientos
Y los ojos, huecos y arqueados quedan
Con sólo pensar, que
no hay tiempo de vida
Que el horizonte, no
está cerca, ni lejos
Que es el espacio, el
que nos trae, y nos aleja
Como la ventana de los
tiempos
Donde el futuro es
presente, y el pasado ausente
Quizás, la mano de
Dios, llegue pronto
Pero veo, que todo es
nada, y oscuro
Tan oscuro, como los
huecos negros
Que nos tragan, con
falsedades y mentiras
Con un te amo, de
hipocresía
Con un te cuido, lleno de trampas
Te bendicen y te
maldicen
Es sentirse como el
mar, que alimenta
Pero que lo matamos,
lentamente
Con una conciencia, inconsciente
Llena de conocimiento
Pero el poder, es soberbia
Y la soberbia, abuso,
y el abuso maldad
Y la maldad, se
convierte en muerte
Y la muerte en
extinción
¿Quién es culpable,
la soberbia o el egoísmo?
Quizás el mismo avaro,
o el deseo de sentirnos dioses
Aludidos por palabras, que ensanchan vanidades
Para soltar una
limosna, que es un nada, para nosotros
Pero una admiración,
para los demás
Hoy llegó la desolación,
con los hijos malos
Los padres asesinos,
los hermanos inexistentes
Los parientes que se
aburren
Y con el enfermo ensimismado
Evocando distancias,
que eran cortas, o sin distancias
Eran hermanos,
amigos, parientes, padres, hijos
Pero el tiempo, con
sus abátales
Creo distancias arremolinadas
En donde el borde más
ancho los dispara
En pensamiento
incontritos
Que jamás dejaran
unirse nuevamente
De haber sido uno,
son nada
Y son felices, a su
manera
Con esa prosperidad, efímera
Que llevan en sus
mentes,
Mientras el hambre
aborda y destruye
El frío cala y mata
Hasta darse cuenta
que los ojos parcos
Dejan de brillar,
para ver a las agradecidas hienas
Gozar de su impotencia,
de no hablar o evitar
Que hice, Dios mío,
clama la mente
Dueña del Orgullo, de
la vanidad precaria y maldita
Entonces pide perdón
a Dios
Después de haber
sembrado basura
Que dieron frutos prodigiosos
De los que se
alimentan, los mezquinos, de su gran prole
Sálvalos Señor, que cambien,
clama el moribundo
Mientras ellos toman
alegremente
Esperando la partida
del tacaño
Que partirá sin oro
Dejando el peor
legado, que es la indolencia humana
Entonces llegará el
día, y la luz se acercará a él
Y una voz, tal vez diga, no te conozco.
Autor: Willder Gamarra
Soles.
09.08.2016
Trujillo- Perú