Una temblorosa visita a Chile.
Era una hermosa mañana cuando llegue al aeropuerto internacional
Comodoro Arturo Merino Benítez, con el cielo un poco nublado pero, hermoso día,
me alojaron en el salón VIP, un espacioso lugar con grandes ventanas de vidrio,
baje la mochila, saque mi laptop y me
puse a trabajar, mientras una niña corría con un recipiente con panes rellenos
con verduras y embutidos, pude ver a través del vidrio algunas persona
sonrientes con sus maletas, prestos a salir de viaje, un hombre de edad madura,
con ceja arqueada se quejaba del bullicio provocado por la niña de los panes
con embutidos.
De un momento a otro la niña se paró bruscamente abrió sus ojitos y
giro el rostro a su madre, casi gritando le dijo a su madre:
-
Qué
suenaaaaa, era un sonido fijo hueco como el sonido de un avión cuando arranca y
sus turbinas incluso hacen un temblor en un perímetro corto.
La madre sólo atino por llamarla; yo, ensimismado en mis labores, que se
interrumpieron, con el movimiento tembloroso del agua y el vaso de vidrio que
lo contenía, levante la mirada y un señor que estaba con su mujer
embarazada me miro inquietamente, yo,
tranquilo y sonriente, le dije:
-
Es el
avión que está despegando.
Baje la mirada a la pantalla de la laptop, pero mi vista se desvió al
vaso de agua, que corrió de izquierda a derecha saliendo de la mesita en una
forma precipitosa, hacia el vacío con un destino final de ruptura y derrame del
líquido elemento por el suelo, más yo, estaba tranquilo y no deje que se
produzca semejante desastre, lo tome en el aire y mire al hombre de la mujer
embarazada, le dije:
-
Temblor,
y ella emitió un grito como quejido y parto, él la tomó de la mano y corrieron
hacia la puerta, gritando:
-
Terremoto,
terremoto., provocando esto una cadena de pánico entre los presentes del salón
VIP
Mi cerebro corría a mil, como la gente desesperada se individualizaba
sin importarle su semejante, el ser humano, es así a las finales,
presurosamente me acorde del amor de mi vida, la madre de mis dos pequeñas hijas, a quien
logre enviarle un mensaje, hay temblor acá Santiago de Chile, no te asustes estoy bien, te dejo
me pongo a recaudo, guarde mi laptop y me pare serenamente, mirando bien el
movimiento de la tierra.
La vajilla retumbaban de sus lugares cayendo finalmente al piso
rompiéndose, esto aterraba aún más a los presentes.
Un señor de unos cuarenta años, vestía camisa floreada, color amarillo
oscuro, con un acento, americano me pregunto:
-
A dónde
vamos.
-
Por allá,
contesté parcamente, señalando la salida del salón VIP.
La gente corría para salir del
salón VIP, yo lo primero que pensé es que hago, no es mi patria, no conozco a
nadie, si se agudiza está situación, puedo pasar hambre pero necesito agua, los
vidrios estaban rotos sobre las comidas, abrí un refrigerador y saque botellas
de agua los metí en mi mochila, retiré los vidrios y tome alimentos enlatados,
me coloque nuevamente la mochila, me encontraba fuera del salón VIP, la
indicación era salir del aeropuerto, todo pasaba velozmente, pero los segundos
eran inmensos y lejanos unos a otros, tal es así que discrepe con los tiempos
de las noticias, que decían que el terremoto había durado 45 segundos, cuando
yo en realidad le tome un tiempo diferente, en ese tiempo, mire a dos mujeres
con un grupo de niñas en excursión en el aeropuerto, me imagino, pero la gente
corría indiferente y ellas asustadas las abrazaban y gritaban, me acerque y les
dije tranquilas esto ya está pasando, no asusten a las niñas, di unos cuantos
pasos y un hombre de unos 1.98 a 2 metros de alto cuyo brazos parecían mis
piernas, con un cuerpo atlético enorme, me miró con una contemplación, ida y
rostro pálido, su mujer le hablaba y él no atinaba a nada, una mujer que
corriendo se cae al piso y otros ya la pisaban, me apresuré, la tomé de la mano
levantándola y sonriéndole, las palabras se escondían en esos momentos, ella me
contestó con lágrimas en los ojos y un gesto de agradecimiento, no pronunció
palabra, pero en mi cerebro resonó su voz diciéndome gracias, que Dios te
bendiga.
De pronto un hombre mayor se me acercó diciéndome:
-
Tú estás
tranquilo.
-
Sí le
contesté.
-
Yo, me
dijo he servido al ejército de chile, he sentido los cañones y estuve en
encuentros armados, guiando a mis hombres, he sido guardia de seguridad de
algunos presidentes, hoy soy detective privado, siempre he tenido un gran temple
casi temerario, bajando el rostro me dijo, pero no soy para esto, voy hacer
sincero contigo, me cago de miedo.
-
No se
preocupe, tranquilo nadie muere antes de su hora, encomiéndese a Dios, que le
falta mucho por hacer por los suyos; entonces comenzó nuevamente a temblar,
recordé a mi padre cuando me contó el terremoto en Trujillo Perú en el año 1970
y se desplomaban las paredes saliendo del cine Ideal, el también ayudo a que no
lo pisasen a su amigo y levanto a una mujer en el camino saliendo, me decía mi
padre.
-
Hijo mío
en esos momentos todos se olvidan de todos, desesperación y el pánico hacen del
hombre admita un comportamiento brutal y animal.
Ya me encontraba estaba en una pista que dirigía al primer piso, miré
como los vidrios se movían en forma de ese, y comenzaban a caer, las columnas de
acero no caían, menos el techo, estos edificios son antisísmicos, no se van a
caer, me acerque a una columna y me abrase, pensando si se cae la pista, me
quedó en esta columna, cuando deja de temblar saltó, pero si se abre la tierra
ya fui.
Había ingresado a Chile como un pasajero de tránsito, sin que me sellen
el pasaporte, de repente, recordé nuevamente que mi amada esposa debería estar
alarmada e ingrese nuevamente en busca de la sala Vip en donde me conecte con
WiFi, para escribir,
-
Estoy
bien, un nuevo temblor me dejo sin escribir, mire rápidamente los vidrios, y
una hoja de mampara se desplazaba rápidamente hacia mi izquierda, miré a un
hombre un poco distraído, estiré mi pie haciendo de freno al desplazamiento de
la mampara, el hombre giró saliendo de la ruta, colocando su mano a lado
interno de la mampara donde nos encontrábamos, me miró y me dijo.
-
Gracias,
me salvaste la vida, sus ojos se llenaron de lágrimas y emitió una voz
entrecortada diciendo.
-
Que Dios
te bendiga.
Tome nuevamente mi laptop para escribir.
-
No te
preocupes, estoy bien cuida de mis hijitas.
-
Ella, la
mujer de mi vida, la compañera que Dios me dio, asustada con una voz
temblorosa, me contestó, vente ya por tierra, no te quedes ahí, tengo miedo.
-
Estoy
bien contesté, además no conozco está la ciudad, si hay casa destruidas, si las
agencias están funcionando o están cerradas, a parte que no conozco este lugar,
no sé cómo están las carreteras, tranquilízate, y tranquiliza a mis padres y a
los tuyos, yo estoy bien hasta el momento, tengo que esperar mi segmento.
Y antes de esperar que rompa en llanto, finalice diciendo:
-
Te cortó,
tengo que salir, pues una nueva replica se había hecho presente, una mujer
llorosa, me dijo:
-
Señor,
cuando parara esto. Le contesté.
-
No
sé, pero el primer movimiento duró un
total de, un minuto y treintaicinco
segundos, terminando de dar el tiempo la vi recién nuevamente y recordé mi
ensueño, partiendo del Aeropuerto Jorge Chávez de Lima Perú a Santiago de
chile.
-
Tenía un
piel blanca y rosadita, su pelo casi castaño, sus ojos color canela brillante,
me tocó con sus manitos extremadamente calienta para un ser normal y me dijo:
-
Despierta,
tienes trabajo, entonces desperté pensando en mi trabajo rutinario, pero ella
se acercó nuevamente y no estaba dormido esta vez, me tomó la mano, y con una
voz dulce que no sólo lo sentí en mis cabeza, sino también en mi corazón, me
dijo:
-
Descansa
ya todo pasó.
Al momento de pasar por aduanas, el agente chileno me dijo:
-
Su
pasaporte, le presente.
-
No tiene
firma de ingreso, le explique que estuve en el salón Vip y me contestó con rostro nervioso y tembloroso.
-
Pase,
devolviéndome el pasaporte.
A pesar de todo lo vivido,
estaba contando las réplicas, tal es así que al momento de tomar el avión que
me llevaría a Australia, conté 35 movimientos telúricos y al momento en que
subí también comenzó a temblar la tierra.
Al sentarme junto a la ventana, miré por ella, observando nuevamente a
la niña, con sus ojos color canela, entonces me afligí, acongojándome el corazón
y solté un sollozo diciendo:
-
Gracias,
Señor mío Creador de todo cuanto existe, porque estuviste conmigo en todo
momento, gracias porque me diste la fuerza necesaria y la sabiduría para
proceder, para tu gloria, en el nombre de tu amado hijo Jesús, mi Señor amado,
Amén.
Autor: Willder Gamarra Soles.
Trujillo- Perú.
19.02.2017