El cerro de tierra viva
En el Perú, en el departamento de
la Libertad, Región La Libertad, Provincia de Ascope hay un pueblo que se llama Roma, es un
pueblo lleno de historias y de gente muy buena, amigable pero muy reclamadora
de sus derechos hasta armas tomar por lo justo.
Pero además tienen muchos cuentos
encantados como el siguiente.
Contaban los antiguos Romanos que muchos años atrás
cuando aún estaban construyendo los rieles, transportaban en ellos al personal,
pero para llegar a bordear al cerro de Roma, empezaron a excavar en sus faldas
del cerro, más grade fue su sorpresa que al otro día nuevamente estaba lleno de
arena como si no hubiesen hecho nada, todos quedaron sorprendidos.
-
¿Por qué, no podemos avanzar si trabajamos todo
el día y al día siguiente jua, todo igual? Preguntaba Alfredo
Valqui a su amigo Benigno.
-
Lo que pasa, es que por las noches el viento
mueve la arena de arriba y lo vuelve a tapar todo, contestó Beni.
-
Pero los patrones dicen que van a poner otras
cuadrillas para trabajar en la noche jajaja a ver si el cerro va a poder
taparlo todo, comento el popular Boyer.
Boyer
era un hombre muy fuerte, muy bromista, muy querido, muy juergero.
Resulta que uno de los días antes
que llegasen las cuadrillas la señora Carmela Chu,
escuchó por las noches unas voces tormentosas en el lugar donde los obreros
trabajaban en el día excavando, entonces unos vientos fuertes y helados
comenzaron a llegar con un silbido escalofriante, y el aullido como de un lobo
se sumó en a la noche oscura sin estrellas, y de luna oculta por las nubes.
La señora Chu contaba que cerro su puerta pero
el viento como que tocaba la puerta, el miedo que sentía fue tanto que abrazo a
su esposo Hilario despertándolo, para que confirmase también ese paso de almas
desesperadas como una procesión que se dirigían al cerro,
Don Hilario, también se sumaba a la conversación de su esposa
diciendo:
Puta, que la Carmela comenzó a
temblar tanto esa noche, que ya movía la cama, ya mi cuerpo se puso frío, mi
carne como gallina, no quería estar despierto, cerraba mis ojos fuertemente,
cuanto sentí el calorcito caliente en mis piernas, me dije es el enemigo que
nos está cogiendo, felizmente que era mi Carmela que se estaba meando de miedo,
nunca he sentido tanto miedo en mi vida.
Al día siguiente le dije a mi
mujercita, yo, ya no voy a trabajar en este
proyecto, porque ese cerro tiene vida, pero una vida endemoniada.
No es de Dios lo que pasó esa noche
joven, mi Carmelita se me empezó a secar, nadie podía colocar estos rieles,
para que lo puedan hacer le han regalado o le han vendido tres vidas humanas al diablo que vive en el
cerro.
¿Cómo así don Hilario? ¿Por qué dice
eso?
Hay joven usted no sabe la
verdadera historia de estos ferrocarriles, acá todo el pueblo los sabe, dijo la
señora Camelita Chu, y continuó hablando, como ya no podían avanzar excavando
el cerro, los patrones decidieron un día enviar 40 trabajadores en el tranvía,
para que estos trabajasen en la noche en los bordes del cerro, pero el cerro,
los jalo con tranvía y todos ellos antes
de bajar y se los trago a todos.
-
¿Qué va a ser? Preguntó el joven.
-
Si joven, lo que le decimos es cierto y nosotros
somos quizás uno de los pocos que han vivido esto, dijo doña Carmela Chu ya
anciana.
-
Cuando nos enteramos de que había pasado yo me
quede muda como quince días, quería hablar y no podía, quería contarles lo que
me había pasado pero no podía hablar, mi boca se quedó dura, mi lengua también,
de tal modo que no pude comer solo tomaba agua y mi sopa chancada con cuchara,
si no fuese por mi Hilario, yo me hubiese
muerto, el me llevo a las Huaringas, allí
me curo don Pedrito, me dijo que un aire malo se había apoderado de mí, porque
me hallo débil, mi Hilario había coqueado y tirado su trago corto antes de
dormir, por eso que fue más fuerte esa noche.
-
¿Y qué hizo el pueblo cuando pasó esto?
-
Carajo, dijo Hilario y continuo diciendo, todos
estaban con el culo tifi tifi, pero llegó el patrón con una cara pálida que parecía
había visto un espíritu malo, estaba asustado el pueblo se le levantaba,
entonces el patrón nos dijo.
-
Vamos a traer una excavadora para sacar los
cuerpos.
-
¿Y trajeron la excavadora?
-
Siiii Joven, hablo doña Chu, ni bien estuvo
entrando la excavadora, el cerro lo jalo y se lo trago a la máquina con su
chofer en delante de todos, todos se corrieron, nadie quedó cerca del cerro.
-
¿Y cómo, dice que sólo murieron tres hombres y
fueron 41? 40 del tranvía y uno con la máquina excavadora.
-
Sí, pero después cuando se enteraron que lo cure
a mi Carmelita en el norte, se fueron y llegaron a Roma con tres maestros, de allá
del norte pues, ellos pusieron su mesa frente al cerro, un martes en la noche,
nadie se acercó, pero el Juan Plasencia que estuvo en la mesada, nos contó que el
cerro les habló, les pidió tres hombres con sus nombres y apellidos, entonces
los patrones los mandaron contratar y los mandaron con palanas y picos conforme los pidió el
cerro y este se los comió.
-
A ver, a ver, párale Hilarito no dices que nadie
quería trabajar en el cerro y porque
Juan Plasencia estuvo en la mesada
-
El Juan era brujo también, pero cuando murió
daba gritos desesperados, dicen que se lo llevó el enemigo por haber estado en
esa noche en donde le pidió al cerro poderes, dijo Hilario.
-
Nosotros no hemos dicho que nadie quería
trabajar, dijo doña Carmela, hemos dicho que tenían miedo y por este miedo no
trabajaban, pero después que se comió a los tres que solicitó el cerro, ya
trabajaron, los primeros días con los maestros que habían venido del norte
presentes, que los perfumaban y les daban sus seguros, a ellos, a los que los entregaron al cerro, les
ofrecieron buena plata y no eran de Roma, entonces cuando llegaron no sabían lo
que en realidad había pasado, dicen que eran de mal vivir y el cerro los pidió,
ellos cuando llegaron fueron con sus palanas y picos, el cerro se los tragó. Después
de esto, recién hicieron el ferrocarril.
Por eso en las noches de luna llena siempre los ven a estos pobres hombres como
animas en pena, pero no juntos, separados en diferentes lugares, uno de ellos
es alto fuerte con sombrero, espaldas anchas, si tú lo vez en la noche por la
carretera, no pares porque te lleva con él al cerro o te hace babear hasta
morir.
Autor: Willder
Gamarra Soles
Trujillo- Perú
03.08.2015
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