Los virtuosos.
Hubo un hombre que siempre estaba pensando sólo en él, se consideraba
perfecto. Lo que los demás se exigían, era solamente un fracaso, si sus
trabajadores trataban de decir una mejora, él lo había pensado, si otros le
decían habían ahorrado para la empresa, él contestaba que sólo habían dejado de
gastar, no creía en Dios.
Sólo expresaba gesto de cariño a
todo aquel que lo alababa o le daba la razón, aunque el alabador quedase muchas
veces ridiculizado por alabarlo, era un tipo megalómano que trataba de hacerse temer
por los demás.
Llevaba consigo mucha iniquidad rebajando o pulverisando a sus prójimos.
En una oportunidad se encontró con un anciano que cargaba un saco de
yute en sus hombros, sonriendo le dijo:
-
Eso te
pasa por no estudiar, los ignorantes terminan como tú.
-
El hombre
lo miró, y le dijo, usted que manifiesta
saber todo y dice ser muy justo, dígame es justo que los hombres maltraten a
sus hijos y sus hermanos.
-
No,
contestó.
-
Usted
amaría a su padre o a su hermano si este lo maltrataría constantemente.
-
No, como
amaría a un abusivo, contestó.
-
Entonces no te engañes a ti mismo, porque es fácil perder
el cariño de los demás, para mantener un fuego contante que nos abrigue,
debemos echar leña al fuego, cuando este fuego cruje, nos da un calor que nos
abriga, es un calor agradable, que nos ayuda a vivir, así también es el amor,
si nosotros usamos bien la lengua con palabras cariñosas somos capaces de amar,
y la respuesta a esto, es que también somos amados, pero si solamente
presentamos Vanidad, orgullo e intolerancia, quedamos lejos de Dios.
Así mismo, Dios que
es nuestro padre celestial, ama a sus hijos que saben amar, porque los que no
saben amar, no han separado su alma de su espíritu, con la espada de Dios, la
espada de Dios es su palabra, el que hace caso a la palabra ya no hace caso a su
mente que lleva consigo el pecado original, que es un pecado genético transgeneracional.
Así también a los que
dicen que saben mucho y se creen dioses les espera el fuego eterno por blasfemar
contra nuestro señor creador de todo cuanto existe, recuerda al único que se le
debe temer es a Dios. (Isaías 1:1-4)
Autor: Willder
Gamarra Soles
Trujillo- Perú
09.08.2015
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