lunes, 5 de agosto de 2013


EL SUEÑO

 

Estimados amigos, en el mes de Julio he tenido un SUEÑO, no me parece un sueño común, este sueño es el que comenzaré a narrarles.

Nos encontrábamos buscando a un señor, era el que iba a solucionar el problema, con la ubicación del supuesto hombre malo o del supuesto hombre inocente.

Estábamos en una esquina y por ella pasó una mujer hermosa de pechos blancos, exuberantes y exhibidos, la hermosa tenía vestido de color negro escotado, muy escotado, su hombre, aparentemente su esposo, vestía un terno negro, camisa blanca, corbata azul, bien peinado y con una seriedad sumisa.

Ella se acercó con grandes pasos largos, con sus zapatos negros de taco alto fino, brillosos, como de charol, piernas contorneadas y cuerpo escultural, como un excelente ejemplar femenino.

-Mirá esa belleza que viene, me comentó el amigo que estaba conmigo, pero que nunca mencione su nombre.

- La quedé mirando, de pronto su rostro entregó una sonrisa alegre y amistosa.

- ¿Han visto al hombre buscado? Preguntó Ella.

- No, contestamos con voz propia, y no unísonamente.

- Dicen que fue por la escuela comentó, mientras su hombre se acercó con rostro adusto y calculador.

- Ella sonrió nuevamente, con una mirada y un guiño coqueto, continuando su marcha, él iba atrás de ella, nosotros encaminamos por la avenida más transitada, ya que nos encontrábamos en la intersección de dos avenidas.

Habíamos caminado cerca de un tercio de cuadra cuando apareció el capitán Zevallos con ropa de civil.

En forma amistosa nos preguntó.

-  ¿Han visto al negro Meleno?

- Mi acompañante, mi amigo, al que nunca dije su nombre, dijo:

-  Se fue para el centro.

- Yo,  me quede sorprendido por su respuesta.

- Pero Zevallos no se percató de mi rostro sorpresivo, quizás un rostro disimulado, sólo atinó a decir:

- Vamos al centro, en ese momento se encendieron muchas luces azules, sonidos de sirenas de patrulleros, policías caminando uno y otros corriendo en un despliegue impresionante, de película.

Nosotros, continuamos nuestro camino, al llega a la esquina, encontramos una nueva avenida, el tránsito vehicular no era mucho, también encontramos a un vendedor de maní con dulce.

-         ¿Por dónde queda la escuela?

-         La respuesta fue:

-         ¿El colegio Manuel Arévalo?

-          Sí ,      Contesté.

-         Nos indicó:

- A una cuadra,  volteas a la izquierda, caminas dos cuadras, después una  a la derecha, ahí a media cuadra está el colegio Manuel Arévalo, contestó el vendedor de maní, señalando a la derecha de donde estábamos parados.

Era un día maravilloso con cielo despejado, con bastante sol, pero a pesar de ello, todo se veía con una mayor blancura de lo que vemos acostumbradamente.

Con mi amigo al que nunca le dije su nombre nos encaminamos sin hablar palabra alguna; realizando con hechos lo indicado por el vendedor de maní.

Al llegar al supuesto colegio Manuel Arévalo, encontré a mi esposa, cuñadas y otras mujeres en la puerta de entrada del colegio, yo al mirarla pensé:

¿Qué hacen ellas acá?, ¿Qué hacen esas mujeres? Nos acercamos a ellas  pero antes de poder decirle algo ella (mi mujer) al vernos nos dijo.

-         Ustedes pregunten acá, nosotras vamos al frente, por que en la posta dicen que estuvo.

-         Normalmente una posta está compuesta de uno o dos cuartitos, en las postas atienden a pacientes con heridas leves, de repente este hombre ha llegado con algún corte, o quizás baleado, pensé.

-         Pero ella porque tiene que estar detrás de esto, (Fue la continuación de mi pensamiento) además son muchas, no van a entrar todas en la posta, nos quedamos observándolas parado frente a un portón marrón, observándolas hasta que llegaron a su destino, para sorpresa mía todas ingresaron en la posta

Cuando nos disponíamos a tocar el portón, del supuesto colegio Manuel Arévalo, este se abrió de par en par,  quedando a la vista una cancha deportiva de futbol, con una grama descuidada, pues por el lado izquierdo se veía reseco y un poco polvoriento los arcos tenían malla, también pude observar que tenían sus tribunas para ambos laterales.

Un hombre mayor, ya casi anciano, se acercó al umbral de la puerta, llevaba un balde blanco en su mano izquierda, este señor  era trigueño, pelo corto y lacio,   medio cano, tenía una camisa corta a   cuadros, un pantalón azul marino y unas sandalias envejecidas.

-         ¿ Ha visto usted al negro meleno? Pregunte.

-         La respuesta de este hombre fue tranquila y pausada.

-         Soy yo, contestó.

-         Lo que están buscando no está acá, no está en  mí, ustedes lo encontraran donde fueron ellas, dentro encontraran la respuesta, solo tienen que seguirlas.

-         Nos encaminamos, pero volteé para verlo, el como si me estuviese esperando que giré, me dijo tocándose el pecho a la altura de su corazón.  

-         Dentro, dentro, …

-         ¿Quién era este hombre? No era agresivo, no estaba asustado o preocupado porque lo buscaban, era sencillo y nos encaminaba a buscar la verdad dentro de la posta.

-         ¿Pero como sabía que ellas habían ido a la posta?, si cuando ellas marcharon a la posta, la puerta del supuesto colegio Manuel Arévalo estaba cerrada, y él detrás de ese portón.

-         La posta es sólo un lugar para asistir emergencias, tratamientos cortos, problemas livianos en la persona, esto claro, relacionándolo con la salud.

-         ¿Para que tendríamos que ir nosotros a la posta?

-         ¿Qué estábamos buscando?

-         ¿A quién encontraríamos en la posta?

-         ¿Por qué ellas, aún no salían?

-         ¿Quién era este hombre que nos enviaba a la posta?

-         ¿Acaso no era al negro meleno al que buscaban?

-         ¿Por qué, la mirada piadosa tocándose el pecho a la altura del corazón, diciéndome: dentro, dentro…

-         ¿Qué mensaje quería darme y por qué no me lo dijo en presencia del amigo al que nunca dije su nombre?

-         Al llegar a la posta, su fachada pintada de color rosado tenía una ventanita pequeña de vidrios con fierro, las paredes eran de color marrón, le calcule unos 5 metros de ancho la fachada, habían varias mujeres que a mi parecer, nos estaban esperando.

-          Ellas muy amablemente nos invitaron a ingresar.

-         Pasen por favor, aún recuerdo sus sonrisas destellante, sus ojos vivarachos en esas mujeres, pero en una de ellas me llamó la atención  de su sonrisa porque en su rostro se formaban unos hoyitos en sus cachetes.  

-         Al cruzar la puerta todo cambio,  no eran los dos cuartitos que me imagine dentro habían varios pabellones de unos 20 o 30 cuartos cada pabellón, no ingrese a ninguno de ellos sólo los observaba parado y atónito, la fachada era angosta, y esto era demasiado amplio, en los pasillos que se formaban entre los pabellones, caminaban más mujeres que hombres con diferentes tipos de trajes, unas cuantas con ropa de enfermeras, hombres poquísimos casi nada  por unos de esos pasillos entre aquellas mujeres no conocidas se perdió mi amigo al que nunca le dije su nombre, lo busque pero no lo ubique, una señora media regordeta de pelo corto cara redonda con un lunar pequeño en el mentón me dijo:

-         Se fue por allá,  estiró el brazo y con su dedo índice me señaló a poca distancia un parque en donde se paseaban unos leones mansos, eran tres o cuatro leones, me encamine al parque, cruce sin temor entre los leones, el parque tenía un gramado excelente, muy bien cuidado, con flores hermosas de olor impresionante, en esté parque no se veían personas, estaba vacío, sin embargo había un hombre a lo lejos,  con quien antes de cruzarnos me dijo:

-         Se fue por  ese lado, señalándome el lado derecho del parque, camine no sé cuánto, ni que tiempo, porque a medida que caminaba esté parque parecía que se agrandaba, me daba la impresión que estaba caminando en una ciudad vacía, pero estaba en el parque.

-         De repente la mujer que se acercó en  la esquina  de la avenida, al inicio de sueño con su esposo de rostro adusto, me levantó la mano y se acercó.

-         ¿Lo encontraste, verdad? Preguntó bambaleando sus senos.

-         Yo sólo la miré, no contesté, ella sonrió.

-         En ese momento ella como se hizo más alta que yo, el escote de su vestido se hizo más extenso y la voluptuosidad de sus pechos empezó a hipnotizarme, con un movimiento picaresco los acercó a mi rostro diciéndome:

-         Muérdelos, chúpalos, bésalos, permanecí sorprendido, miré a un costado un poco temeroso por la reacción de su pareja, pero la seriedad de ese hombre empezó a desaparecer, comenzando a sonreír.

-         Ella pego sus senos a mis labios, y, yo tímidamente, casi escondido de él saque mi lengua rosando con sus senos, ella dijo:

-         Sigue sigue, se puso la mano bajo de su busto y me invitó colocándome los pechos en mi rostro.

-         Al buscar con mi mirada a su pareja,  él sonriente y muy cortés también me invitó diciéndome:

-         Sigue, bésalos, ¿Por qué no lo haces?, ¿Te gustan? Sigue.

-         Ella los pegó a mis labios, yo coloqué mi lengua en  su hermoso busto, pero inmediatamente, de forma súbita, dije casi gritando:

-         ¡No! ¡esto es un juego para caer en pecado!, no puedo hacerlo, no debo hacerlo.

-         Al decir esto, de  un momento a otro me vi en un pasaje lleno de árboles, comencé a caminar.

-         Miré que un árbol de palta daba tantos frutos,  que estos frutos se caían del árbol y la gente lo recogía.

-         Las caiguas son rastreras,  normalmente nos dan su  fruto en su enredadera;  no dan sus frutos en árboles; pero en esta ocasión las caiguas mocheras estaban en un árbol.

-         De este árbol  se desprendían  sus hojas secas, color naranja al piso, y también cantidad de frutos, es decir cantidad de caiguas.

-         Seguí caminando y otro árbol hacia lo mismo, pero también era otro fruto que daba en arbusto, no recuerdo que fruto era.

-         Seguí caminando y vi que un árbol daba frutos casi como plátanos, eran plátanos,  pero en la parte donde nace el plátano, este tenía una forma casi cuadrada, en este espacio había  un rostro de serpiente, en el que resaltaba más los ojos abiertos de una serpiente, estos ojos eran azules, la mirada que irradiaban los ojos de la serpiente en los  fruto,  me producía cierto temor; daban la impresión  que tenían vida y observaban; este árbol tenía muchos frutos, ninguno caía, entonces yo dije:

-         Este es el árbol de bien y del mal y no como dicen, este es el árbol prohibido, está en esta calle como los otros árboles,  que dan frutos y el hombre los coge cuando caen, pero como de este árbol no caen sus frutos, entonces hay que cogerlos, no es voluntad de Dios que los cojamos, es por voluntad del hombre cogerlos.

-         El hombre a sabiendas, lo coge, porque si uno ve bien, es como si  una serpiente estuviese metida dentro del frutos, esto hace ver a todos los frutos como una serpiente con ojos vivos que dan temor, porque pareciese que todos sus ojos no nos quitase la mirada.

-         Seguí caminando y se acercaron varios gatos, uno pequeño vino a morderme, pero le tome la cabeza, jalándole de tal modo que la desprendí de su cuerpo, no le salió ni una gota de sangre.

-         Entonces fui llevado a un lugar parecido a una plazuela circular, con un monumento en el centro, no habían casa por alrededor, pero si pasaban muchos automóviles, uno de ellos me llevó al balneario más cercano, tenía un parecido al balneario de  las delicias, pero cerca de sus playas estaban unos cerros.

-         Cuando llegue, todo parecía estar bien, pero al poco rato me alarme, al mirar a la orilla del mar, miré que la gente entraba a la playa  y salía con todo su cuerpo manchado de negro, como si les hubiesen embetunado de aceite quemado, o petróleo, no sé, también salían delfines,  como si estos delfines caminasen, para morirse unos sobre otros, todos estos delfines también estaban embetunado igual que los hombres, después de que se metían y salían del mar, los peces también salían embetunados y no embetunados a morirse en las orillas, los hombres escogían los no embetunados y se los llevaban.

-         Posteriormente comenzaron a salir monstros marinos pequeños, más pequeños que los hombres adultos, que caminaban en las orillas con la gente, no atacaban, ni eran atacados, sin embargo yo, les temía, les comencé a decir a algunos de los lugareños, ellos los van atacar huyan, se hacen los pacíficos, los están engañando, pero nadie me escuchaba, como si me ignorasen, a pesar de saber lo que les decía, y poco a poco más hombres se iban manchando de negro.

-         Mire al horizonte del mar, de ese fondo donde solo vemos una línea del mar y un inicio de los cielos empezó a formarse unas olas enormes,  cuando se acercaron a la orilla desembocaron unos monstros marinos enormes, tenían patas, sus manos eran como nuestras manos, es decir como manos de seres humanos, algunos cuerpos eran como delfines gigantes con colas de dinosaurio, otros como patos gigantes pero con rostro de dinosaurios con dientes filudos, y otros de formas jamás  vistos, como una mescla de serpientes y aves, pero ninguno volaba.

-         Estos comenzaron atacar a los hombres y a matar humanos, yo gritaba huyan entonces comenzaron a correr, todos corrían de un lado para otro sin escapar, prácticamente esos seres eran gigantescos, entonces los primeros monstros al ver lo que hacían los monstros gigantes ellos también comenzaron a atacar humanos.

-         Los humanos reaccionaron contraatacando y matando a unos cuantos monstros, otros seres humanos trataron quitarse las manchas, los humanos que no tenían manchas huyeron.

-         Los monstros eran más fuertes, unos de estos monstros gigantes llegó a mí enfurecido, no sé si él se achico o yo me agrande,  me parece que este hecho hizo que no me tocase, entonces el monstro fue  correr a otro humano, yo me puse a gritar a los cerros, suban a los cerros, a partir de ese momento algunos humanos empezaron a correr a los cerros para salvarse, a los que subían los cerros los monstros solo los miraban.

-         Aún sin desaparecer de mi mente lo visto, el temor y la ira de lo que había sentido, me encontré  en otro camino.

-         En este camino iba con alguien, nunca le miré su rostro, sólo sentía que estaba con alguien, caminábamos cerca de una línea férrea, en sentido contrario mucha gente pasaba con canastas que contenían víveres, otros llevaban bultos sobre sus  vacas, pero estas vacas eran diferentes a las vacas que conozco, tenían plumas en sus cuerpos, alas con plumas, su cabeza no era de vaca con cuernos, eran de un ave con cuernos, su cola también eran de plumas delgaditas, estas plumas eran diferentes, tenían formas de flores de multicolores.

-         La gente que pasaba en sentido contrario era humilde, con sandalia de cuero, calzado propio de campesino, otros vestían con zapatos de trabajadores industriales y zapatos de vestir pero a todos se les veía humildes, llevaban paz con ellos, las gallinas y los pollos eran como todos los conocemos, seguimos caminando y nos acercamos a un pequeño pueblo.

-         En este pueblo también había personas que salían del pueblo, con pequeñas canastas, sin embargo no salían las personas que tenían quiosco, bodega u otros tipo de negocio.

-         Todos los que abandonaban el pueblo y pasaban por mi lado, no se percataban de mi presencia, entonces mi acompañante me dijo:

-         Todos huyen, pronto llegará la muerte.

-         Yo pregunté:

-         ¿Y ellos? No me contestó, entonces les dije a los señores que no abandonaban el pueblo,  huyan uno de ellos me miro molesto, pero no se movió, continuó limpiando su mercadería.

-         Lo extraño de esto es que hasta los pollos parecían huir siguiendo a sus dueños.

-         A los lejos se escuchó el sonido de un tren el mismo que se acercaba rápidamente, este tren traía gente armada, esta gente llevaba unas armas como metralletas, pero que en su punta era cónica con un borde de más o menos 10 centímetro de diámetro.

-         Estás armas no disparaban balas, pero emitían ultrasonidos que las personas y animales caían muertos, los alimentos, frutas, cereales productos enlatados, productos en bolsa y todo los demás se envejecían hasta quedar solo polvo o nada.

-         La gente armada eran humanos comunes y corrientes, llevaban gorras elaboradas con paja algunos con ala ancha y otros con ala corta, su rostro de la mayoría eran con bigotes trigueños estaban uniformados de color beige, con botas negras pero llevaban marcas como tatuajes en sus cuerpos.

-         Yo agradecí a Dios porque el pueblo estaba casi desierto, después de matar y destruir lo poco que quedaba  subieron a sus trenes y se marcharon.

-         Luego me vi en el mar era un hermosa playa  más allá mire como una ciudad nueva aparentemente estaba deslizándome sobre el agua  y no me hundía, mire entonces a jóvenes sobre yates y motos acuáticas de modelos como aves, lo miré como una rareza, pero más raro me pareció unos animales como delfines, digo como delfines porque los que conocemos son conocidos como nariz de botella, pero estos delfines tenían la cabeza, más parecida a la cabeza de pescado, pero sin escamas.

-         Estos animales llevaban unas personas paradas en su lomo que   competían con los jóvenes de las motos, se deslizaban a una velocidad tremenda subiendo sobre una superficie o borde que parecía una piedra de color negro, se elevaban para caer suavemente a unos 200 o 300 metros todo era alegría, el único sor pendido era yo, pero todos me ignoraban.

-         Además miré  otros animales como tiburones pero su boca eran como la de los perros, daban la impresión que me sonreían, eran tan obedientes, tan mansos que en sus lomos se desplazaban humanos, muchos de ellos menores de edad, todos reían, jugaban felices sobre las aguas.

-         Los que caían sobre el mar, no se hundían, ni se desesperaban, habían unas bollas como pelotas negras, con puntas redondas que flotaban en el mar, estos peces también jugaban con esas bollas como los delfines, se deslizaban hacia la parte final de un hermoso puente,  de un momento a otro todo se oscureció un poco y la ciudad adquirió una iluminación espectacular, recién me di cuenta de sus edificios iluminados, sentí que en ella se respiraba paz, tranquilidad, dentro de una figura muy armoniosa, entonces me di cuenta que estaba en un mundo diferente o en una nueva tierra.

-         Esto es todo lo que soñé, no sé por qué, pero me siento como obligado a contárselos amigos míos, les agradeceré sus comentarios.

 

 

WILLDER GAMARRA SOLES

TRUJILLO PERÚ

28.07.2013

No hay comentarios: