domingo, 11 de agosto de 2013

LA APUESTA


LA  APUESTA

La mesa vacía, parecía tener muchos recuerdos, o tal vez la soledad  le traía muchos recuerdos, el viejo sonreía, parecía estar viviendo otros momentos lejos de su realidad.
Recordaba a sus hermanos y su madre de quién según él había aprendido que todos tenían que ayudarse como hermanos, pero él también fue testigo de cómo esa mujer ayudó a tanta gente, que no era pariente suyo, lo más importante es ver como son felices, si ayudaste a la  felicidad que ves en ellos,  Dios desde los cielos te recompensará y  te bendecirá para que siempre estés protegido.
Ella les contaba sus anécdotas, reales o inventadas no lo sé, pero siempre conversaba de su padre, era el tema preferido de ella hablar de su padre, no se cansaba de hablar de él aunque en muchas ocasiones repetía lo mismo, para ella no existía novedades, siempre estaba en su casa, sólo salía para el cumpleaños de la abuela, su madre que aún estaba viva, cuando murió la abuela, ya casi ni salía,  vivía sólo para sus hijos, por quienes trabajaba tanto, que por las noches se quejaba a solas en su cuarto, para que nadie le escuche, nunca se quejó de nada delante de ellos,  pues siempre se jactaba de haber sido fuerte,  que su padre le alimento con leche de cabra negra, esa,  era la mejor leche, aún mejor que la leche de vaca, porque en sus tiempos si se tomaba buena leche y no como la leche que traían las señoras de Moche, que según ella era más agua que leche, porque no daba buena nata, que a ella no le iban a engañar porque  ella había tomado leche sin agua y que esa leche tenía una nata cremosa la que se recogía en cantidades, para después batirla, se le agregaba sal y se preparaba el queso, y que el pan que vendían ahora parecían píldoras, todos aguachentos,  que no tenían ni miga.
Contaba que su padre tenía un amigo alemán, que cuando comía le gustaba entreverar su arroz, con su guiso, sus fréjoles todo y le echaba leche y así todo revuelto se lo comía bien rico y como se saboreaba, diciendo que así comían en su tierra, porque en su tierra la gente si sabía alimentarse, por ello eran fuertes e inteligentes, no como en otros lugares del mundo que no saben comer. Ella cada vez que lo veía llegar no se acercaba a la mesa porque no le gustaba verlo comer de esa manera, con toda la comida revuelta que parecía chancho.
Esto les contó tantas veces, que un buen día el hijo mayor de ella se le ocurrió  comer como lo hacía el gringo, con la palabra gringo se expresaba el hermano mayor, cuando se trataba de este señor alemán, en realidad todos moradores de su ciudad se expresaban  de esa manera cuando se trataba de una persona de piel clara, ya sea americano, inglés, francés, o de nuestra serranía, o peruanos despercudidos de Cajamarca, Celendín u otros blanquiñosos.
El mayor de los hermanos,  había tomado una gran  decisión,  que cuando su madre hiciese cabrito con arroz y fréjoles, comería también como lo hacía el gringo, y también sus hermanos; para este reto los preparó, porque ellos también eran inteligentes y de decisiones serias.
El los  comprometió hábilmente conversando día a día,  que los gringos se creen más inteligentes que los latinos, pero  no saben que los latinos somos tan o mas inteligentes que ellos,  que los latinos nos alimentamos mucho mejor que ellos, porque los latinos comemos comidas naturales y los gringos todo comen enlatado.
-Sí, pero este señor alemán se alimentaba con comidas naturales, no con enlatados,  dijo la hermana quién no llegó a participar en la apuesta.
-A eso voy, contestó el mayor, continuando.
-Sí, pero este alemán no iba a ser superior a él, ni a sus hermanos, que si este gringo comía arroz con fréjoles y leche, él y sus hermanos también lo podían comer, no sólo ellos, sino que todos  lo pueden  comer, pero primero uno mismo tiene que demostrar que si se puede realizar,  porque para los latinos no hay nada que no puedan hacer, y si esté alemán lo hacía, nosotros también lo hacemos o ustedes no se creen capaces de hacerlo, acaso no somos iguales a ellos, lo que pasa,  es que ellos tienen un complejo de superioridad y esto es porque nosotros tenemos años de atraso, pero la culpa no es nuestra, ya que ahora con la educación y el avance del conocimiento no podemos sentirnos menos que ellos, y que algún día los latinos unidos vamos a ser mucho mejores que ellos, contestó casi enardecidamente.
La madre de estos jóvenes se llamaba Andrea,  era una persona alegre, educada, de nobles sentimientos, su estatura era  de casi un metro sesenta y cinco centímetros, de cabellos semis canos, frente amplia, de pómulos pronunciados, de mirada inocente, la mirada de sus ojos pardos expresaban paz y confianza, siempre gustaba usar el cabello corto, muy trabajadora y sobre todo muy amorosa con sus hijos.
- Mamá, le van a agregar, leche al cabrito con frejoles, dijo la hermana de los insurrectos.
- ¿Qué? Contestó la madre.
-Ja, ja, ja, ja, haber, haber, quién es capaz de comer, como dice mi mamá, lo  que comía él gringo, haya en sus tiempos en puerto Morí, Dijo el mayor.
-No, muchachos que van hacer, esto no es para que lo boten, si lo botan no les voy a dar de comer más -  habló la madre.
-No, no, no te preocupes que nosotros lo vamos a comer - dijo el mayor de los hermanos, sonriendo.
- Van a terminar vomitando.
-Les apuesto cinco soles que no van a poder comerlo como yo, dijo el mayor de ellos.
-Yo sí puedo dijo el menor sonriéndose, porque él comía arroz con gelatina, arroz con mazamorra y colocó en la mesa cinco soles, para continuar diciendo:
- Pero si no puedes comerlo tú primero, pierdes.
- Yo, también voy dijo el tercero, colocando los cinco soles en la mesa.
- El mayor colocó también sus cinco soles en la mesa diciendo:
- El que termina todo el plato gana.
- La madre sonrió, diciendo.
_ Ustedes creen que es fácil cambiar sus costumbres alimenticias de un momento a otro no van a poder terminar su cabrito, hay muchachos se están metiendo en camisa de once varas, y yo no les voy a preparar más comida.
- Ya vegetariana, no te preocupes, que nosotros no te pediremos más comida, expresó el mayor, para continuar diciendo.
 - En la refrigeradora está la leche – a la vez que se frotaba las manos entusiasmadamente.
-Se levantó, el segundo de ellos y, puso el recipiente en la mesa comentando - Pero tienen que revolver todo con arroz, el fréjol, la yuca, el cabrito y comerse todo el plato de lo contrario pierde el que no termina.
-Sale y vale (Estoy de acuerdo) - dijo el tercero –
- A ver tú que eres el más empeñoso empieza - dijo el segundo al tercero.
-Pásame la leche, sí ese gringo lo hizo yo también, ¿Qué tienen los gringos, que no tengamos nosotros? Acaso sólo ellos logran comer así - cogió el recipiente con leche, entreverando está, con el guisado de cabrito, arroz, fréjoles, y yuca.
Aag, que asco, aguanta compadre, ahí no más, yo voy a vomitar, puff, que horrible que está eso, parece comida de chancho -   hacían gestos de repugnancia, para desanimar al participante - El rostro del solitario hombre sonreía al recordar esas vivencias.
Noo, no  lo comas, ufff, no vas a poder comer, eso es cochinada es horrible aggg, mira antes de empezar, vas hacer esto por una apuesta, por las puras no te vas a sacrificar, que dices, anda o, ya no quieres ir le decían, con el ánimo de desanimarlo, pero como él, era el que inicio eso.
- Bien vamos a comenzar y terminar esta comida.
-Si se le puede llamar comida, a esa cosa - manifestaron los dos hermanos.
 -Bueno van o no van, vamos – dijeron los dos hermanos y, empezó a comer el primero de los tres hermanos.
-Mamá, corre, ven mira lo que ha hecho tú hijo, dijo la hermana a su madre que se retiró  a la cocina pensando que todo iba a quedar en nada, mientras los hermanos le gritaban con gritos de algarabía y burlas, apúrate, con ese vomitado de borracho jajajaja.
-Jesús, María y José, que has hecho muchacho.
-No te preocupes mamá, que horita me lo acabo.
-Oye, no seas cochino - le decían-, como te vas a comer eso, ni los chanchos pueden comerlo, mira, aag sí parece vomitado de perro jajajaja.
 - Se tapaban la nariz y hacían los peores gestos para desanimarlo, para que no pueda terminar la comida, cuando hizo su primer gesto de desaliento, los otros dos hermanos cogieron los quince soles de la mesa diciendo
- Caballero, perdiste no vas a poder terminar, mira, no más, que vas a poder comerlo.
- La madre al verlo comenzó a sonreír, después a reír, te volviste loco, jajajaja si el grigo comía es porque era su costumbre, jajaja.
- El pobre abrió los ojos la boca, su lengua se le contrajo el plexo, el mismo que rechazo su bolo alimenticio, se le pegó los parpados de los ojos, lagrimeo, paró un momento, tomó aire y dijo:
-Si el gringo lo hizo, yo también, pasó un trago de saliva e intentó nuevamente, sin terminar, ante los gestos de sus hermanos, corrió al baño y uagg arrojó sin tener provecho y, ante las risotadas de los dos hermanos, su madre lloraba de tanto reírse y, la hermana también.
-Ese tonto, pensó que esto es cosa fácil, dijo el tercer hermano y empezó a verter la leche en el plato de comida.
Espera que venga, dijo el segundo de los hermanos
 - Dile que se apure, por yo estoy embalado y, con hambre, dijo el tercero de los hermanos.
-Ya, si siguen con esto se quedarán de hambre, por que ni pienso en volver a cocinar,  manifestó la buena madre.
-El tercero de los hermanos, comenzó a comer ante  los gestos y burlas, pero él seguía.
 -Humm, que rico está, pásame la apuesta que ya gané  ya estaba casi por terminar, cuando empezó a sentir algo se le venía a la boca, subiendo del estómago, a la garganta, se irguió, levanto la cabeza, la tiro hacía atrás, tomo aire, movía la cabeza de un lado hacía otro, como diciendo ¡no! ¡no! se negaba a la realidad, su realidad, no podía soportar, el asco que tenía y se le venía el olor del revuelto de fréjoles, arroz, leche, yuca y, cabrito, apretó los dientes, agarraba aire con sus manos se negaba a perder, ya estaba casi listo sólo faltaba unas cuantas cucharadas más y era ganador, los demás lo miraban y hacían burlas de sus gestos, animándolo a arrojar todo lo que había ingerido.
Ya no,  ya no puedes más ríndete, ja, ja, ja, ja, estas perdido – le decían.
Él, pretendió  tomar un vaso con bebida gaseosa, el resto de participantes objetaron su pretensión, ya que no estaba dentro de lo acordado, el asunto era limpio, sólo el plato de cabrito con fréjoles, arroz y yuca, más la deliciosa leche heladita, que era lo que cortaba todos los intentos de su lengua a seguir trabajando, para lo que fue creada, la degustación. Es decir sentir y percibir el sabor de las cosas, pues este órgano muscular, que se encuentra en la cavidad bucal, prefería modular sonido impropios, como algo profundo y desgarrador, mientras, su garganta conversaba con su paladar, negándose a retener el contenido desagradable, hubo una reunión de urgencia, de juicio, talento y capacidad,  en ese lujoso salón consistorial, donde el cerebro toma las  más importantes decisiones, era una reunión de emergencia, para determinar un posición, el talento denunció que no estaba preparado para este tipo de competencias, la capacidad manifestó que se había roto los límites para poder contener ese tipo de alimentación – dijo que estaba mal el desorden de los músculos, tendones, glándulas gustativas y ojos desorbitados, que era falso decir que si se podía administrar ese tipo de alimento, salvo que se esté llegando a un estado de locura o delirio, el cerebro, que  es el que dirige toda la organización y todas las actividades del cuerpo, ordenó, que se evacue lo ingerido. Entonces el tercer hermano se levantó corriendo, tratando de mantener la boca cerrada para no lastimar a nadie, llegando a expulsar parte de lo incontenible ingresando no más al baño, esto le costó la limpieza del mismo, ya que salpicó las paredes, pisos de mayólicas como también lavatorio y el reservado.

Perdió, perdió – gritaba a carcajadas el mayor de ellos, era el que más celebraba, se reía de una forma sorprendente, limpiándose los ojos por las lágrimas felices que expedía de sus lagrimales, interiormente, pensaba que su propuesta a esta competencia era una locura, pues él mismo, había sido la primera víctima.
Los demás se reían, también  la mamá, Ja, ja, ja, ja, que les decía, ustedes creen que van a poder comer como el alemán, ya paren basta de tonterías, ja, ja, ja, ja, reía hasta lagrimear los ojos.
-No, sólo  le falta a él, si no, no  damos  la plata – habló el primero de los hermanos que, era su deseo que los tres pasen por la misma experiencia.
-Por quince soles miserables están dejando de alimentarse, no se van a pelear por quince soles, yo los tengo, dijo la madre, y tomó el dinero, que era la suma de la apuesta de los tres hermanos.
-Ya, ahora,  yo - habló el segundo con entusiasmo y aplomo, echó la leche y empezó a comer; mientras empezaba los ascos y gestos de los otros dos y la hermana que en esta oportunidad también participo haciendo los gestos, agg, y eso parece comida de chanchos, vomitado de borracho, no vomitado de perro y otros., pero el parecía no escuchar nada seguía comiendo y comiendo, como si fuese la comida más rica que le hubiesen preparado, humm que rico que está esto.
-Como va ser rico esa porquería, yaaa, hizo su primer gesto, ya no puede, gritaba y reía el primero de los hermanos seguido por los otros dos, la madre quedo callada y miró a su hijo, que no tenía ni siquiera un intento de nauseas.
-Ya, ya, cuidado que ahora sale corriendo, ya no puede, ya va a vomitar, cuidado, que va corriendo a vomitar, cuidado, gritaba maquinalmente uno y otro competidor perdedor, pero él nada, seguía comiendo y comiendo hasta que, terminó, y gritó ganeeeeé, dame la apuesta mamita, quedó bien comido y los otros dos, de hambre, el anciano  dio una risotada,  viviendo esos preciados momentos tan recordados.
En donde más importaba la unión familiar, también se dieron cuenta los jóvenes  de que todo no es igualara a lo que otros hacen, si no hacer lo propio, pero bien, marcando la diferencia, por otro lado estaba la sonrisa de la madre, lo que denotaba una alegría profunda, por el deseo espíritu de competitividad que tenía sus hijo sus hijos, de superar los retos, ya que sus muchachos todos eran ya mayor a los 16 años.
La madre sentía orgullo por haber formado a jóvenes con carácter fuerte capaces de trazarse metas  y superar obstáculos.
¿Usted señor lector, qué opina sobre la competencia entre los hermanos?
¿Cree que la madre debió fomentar la competencia?
¿En qué favorecía esto, en la relación entre hijo y madre?
¿Espero su respuesta y opiniones al respecto para mejorar nuestros mensajes?
Gracias.

TRUJILLO-PERÚ
WILLDER GAMARA SOLES.
10.08.2013.

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