sábado, 2 de octubre de 2010

EL CIELO Y EL INFIERNO

EL CIELO Y EL INFIERNO
 (La avaricia, el dinero, las falsas felicidades, la ingratitud, la reflexión, los falsos beatos, el arrepentimiento, el nuevo camino)



Cuando los años pasan, para que se quiere el dinero hermano, mira que ingrata es la vida, y nos hace reflexionar lo ingrato que fuimos, recuerdo cuando visite al viejo Sebastián, pobre viejo lo encontré solo recostado en su cama, recuerdo que cuando me vio sus ojos se llenaron de lagrimas, abrió los  brazos y a medida que me acercaba sus mejillas se humedecieron abundantemente, ¿Qué pasa tío? ¿Por qué  lloras? Ni que me fuese a morir, tranquilo tío.
-No hijo el que se va a morir, soy yo.
-No digas eso tío, tú estas fuerte aún y tienes para rato.
-Para que vivir, yo le pido a Dios que me recoja, ya que no necesito vivir más, para que más hijo, para ti pido vida y salud  hijo mío.
-Dinero también pues tío.
-Dinero no hijito, porque el dinero no vale nada muchas veces trae desviación y olvido.
-Pero tío por que dices eso, recuerda cuando me decías: La vida es una, hijo, y si no hay dinero, no hay nada, porque el dinero compra todo y tanto tienes tantos vales, nada tienes nada vales.
-Es verdad hijo mío, pero de que me ha servido el dinero solo para corromperme y corromper a los demás, y estos más ambiciosos se han dividido, olvidándose que son hermanos y que soy su padre. Eleonor me niega como padre, porque dice que no hice nada por ella y que a los otros di preferencia, el último, el Justino casi mata a su hermano, porque dice que a Pablo le di más herencia, que herencia hijo mío si aún no he muerto y están peleando como perros y gatos, lo que pasa que unos trabajaron más que los otros e hicieron crecer el dinero que les proporcioné.
-Tío por eso no te acabes tu vida ellos son muy ambiciosos, porque tú siempre les has inculcado que tienen que defender lo suyo, hasta con la vida, porque para hacer fortuna se sufre y no es fácil.
-¿Dónde están mis hijos? ¿Dónde está la esperanza de mi vejez?
-El menor llegó hace unos días a visitarme, después de estar un momento conmigo, le pedí que reflexionará de la vida que está  llevando y en  una reacción violenta que me dejó sorprendido, se paró sin ningún gesto agradable exclamándome: muérete viejo maldito, tú nos enseñaste a vivir tomando y ahora quieres corregirme, tú que jamás respetaste a mi madre y nos llevaste a estar con mujeres ahora te crees pulcro, porque tú ya te divertiste, claro es fácil exigir lo que tú jamás has podido cumplir, qué me criticas, si tú eres peor que yo, sabes porquería humana, no me hables, porque yo no te amo, a mí que me has dado, nada, desde mi niñez que me diste, nada, entonces que me reclamas, sólo vi en ti  malos ejemplos, soy… un don nadie , gracias a ti, de mi niñez, sólo recuerdo que de lejos te veía tomar y divertirte, te alejaste y quieres corregirme, si nunca estuviste conmigo.
Que lloras como un tonto arrepentido, para qué lloras, recuerda lo que decías sólo lloran los cobardes, vez te has vuelto cobarde.
Entonces le dije, toma hijo mío esta talega tiene las escrituras de dos casas y además una gran cantidad de joyas de oro de mis antepasados.
Pero él me contestó: el viejo suspiro y quedo en silencio.
-¿Qué te dijo tío?
-Me recibió la talega, sin abrir para ver su contenido, en su boca se dibujo una mueca burlesca de desprecio, pasando a tirarlo y me dijo:
-Crees que con esto compras el cariño que necesitaba de pequeño, acaso compras el deseo que sentí de tener un padre a quién abrazar, dime: ¿Cuándo te acercaste y me diste una palabra de aliento? ¿Cuándo me diste cariño? Tu amistad como yo veía que lo hacían los padres de mis amigos, no recuerdo que algunas vez hayas tomado mi mano y camináramos juntos, ¿Cuándo estuviste para darme un consejo?
Tú sólo pensaste en el dinero y en los amoríos ajenos, eso era la vida para ti, y estoy seguro que aún estas pensando en lo mismo, ¿Dónde están tus amigos? dime, ¿Dónde están?, te han abandonado, ahora estas en la soledad del abandono.
Yo le dije cálmate hijo, por qué me odias tanto.
-El viejo bajo el rostro para esconder las gruesas lagrimas y el sollozo que  involuntariamente le acompañaban, me tomó la mano fuertemente suspiró dio unos pasos y continuó.
-Me contestó:
-Nadie cosecha frutos buenos si ha sembrado hierba mala, me tiró la puerta y se marchó, llore desconsoladamente, quería pensar que esto no hubiese sucedido, que mi hijo amado no había llegado siquiera aún, me di cuenta de los grandes errores que hice en mi juventud y que nadie me lo dijo, que mi retiro en la soledad, mi propio cargo de conciencia no era más que un pequeño parpadeo de lo que hice, que lo que me culpaba no era nada, pues había gente que no me dijo nada quizás por mi poder económico, pero tenían guardado tanto rencor hacia mi persona, pensé qué dirán los demás de mí.
-Y tomándose de un borde de la mesa, única mesa del lecho en que estaba habitando, está  era una casucha comparado con las residencias que el tenía, por esta casita  todos murmuraban que vivía en ella  por su ridiculez y avaricia, con el brazo tembloroso se apoyo sentándose casi de golpe empezó a llorar e implorar su muerte.
-Me acerque y abrazándole le dije: Cálmate tío, cálmate por favor.
-Déjame llorar, quisiera en este llanto votar toda la amargura y arrepentimiento que hay en mí, soy una basura, un ser despreciable  que todo el tiempo pensó que siempre andaba con  la razón.
-No tío, no digas eso.
-Sí hijo, siento repugnancia de mí mismo, mira no más,  el resto siente desprecio, pero lo peor de todo es que es un desprecio escondido, y tú hijo mío dime que sientes por mí.
-Tu sabes tío que yo siempre te he amado, y a pesar de que antes casi no te he visitado seguido, pero siempre sentí algo muy especial por ti, recuerdo que entre los demás tíos tú siempre eras el mas alegre y tenías la respuesta inmediata para los deprimidos, tratando de divertirlos y disiparle sus penas, siempre estabas rodeados de amigos y nunca te falto tu cerveza y piqueos (comidas picantes que se sirven para acompañar al trago de cerveza) en la mesa, ese pescadito salado que tanto te gustaba, nunca te vi triste , y siempre tenías en tu rostro una sonrisa dibujada, y a cada uno de los demás le ponías su chapa (sobrenombre o apodo) era algo chistoso o gracioso la forma como siempre te imaginabas en forma precisa e ingeniosa para hacernos reír del que agarrabas de punto.
-Gracias hijo por tus palabras, pero déjame llorar porque esas palabras que dijo mi hijo, ver lo que he vivido, que es lo que hice conmigo y con los que eran míos, me deprime.
-Eran, no tío, son tuyos.
-No hijo mío, quizás nunca lo fueron, si no que de pequeños no tenían la fuerza, ni la valentía  para decirme mis errores en mi cara, o quizás las veces que trataron de decirme no entendí o no quise entender, tal vez la esperanza de la herencia los hacía hipócritas conmigo, el gusano de la ambición fue más fuerte que la sinceridad, y los hizo sumisos, o quizás en el momento que me iban a decir dudaban porque en algún momento fui indiferente a sus comentarios o rencores, como lo que él me lo dijo.
Tal vez, ya eran hierba mala y la hierba mala se enraíza hijo mío y créeme que aún sin agua crece, eso es lo que más me hace llorar, siento grado de culpabilidad, porque ellos también están haciendo con los suyos lo que yo hice con ellos, pensando que esa es la manera correcta de diversión y de vivir, es decir la condena viene de padres a hijos, pero como los hijos son casi siempre más que los padres, lo malo crece más y más, y lo bueno es cada vez menos, es quizás por eso que dicen que lo que acá se hace acá se paga, que esto es el cielo y el infierno.
-No tío, esto no es el cielo, ni tampoco es el infierno, de ti depende como realizas tu vida, pero como seres humanos estamos propensos a cometer errores, lo que pasa es que estás deprimido, vamos tío tú eres el mejor, siempre lo fuiste, dándoles animo a los que se sentían mal, levanta ese espíritu, recuerda tío, has lo que siempre le decías a los demás, recuerdas.
-Ven compadre les decías, saca esa tristeza profunda que acá está Sebastián, e intervino y continuo la frase el viejo,… para solucionar tus problemas, la vida es una y hay que vivirla porque es muy corta,- sentenció sacando pecho como recordando sus mejores tiempos.
-¿Qué haces en está choza? ¿Porque no vas a una de tus casas? Tú tienes propiedades, tienes quién te cuide, no eres un hombre pobre y miserable.
-No hijo, te equivocas soy un miserable en todo el sentido de la palabra, soy desdichado e infeliz y también perverso y canalla, es decir un ser despreciable.
-Ya tío, por favor, deja de calificarte de esa manera y centrémonos en lo positivo que también hiciste en la vida.
-Mira hijo, la grandeza del poder del dinero, sólo te da sueños y engaños, ahora me doy cuenta que igual se llena mi estomago con camote y jurel, que con filetes y comidas extranjeras, igual vivo con telas simples, que con telas costosas, con un reloj corriente para ver la hora, que con un reloj con incrustaciones de diamantes, eso solo es para resaltar la vanidad, te pone un tipo arrogante, altanero y miras a los demás con inferioridad.
Ahora me doy cuenta en este recinto y estoy tratando de cambiar, sentirme mejor, mas cerca de Dios, mira  este nylon como cadena y esta cruz de madera, me siento mejor que con la cadena de oro y la cruz de oro. Que hacia con eso, solo destellaba arrogancia, quiero destellar amor si aún tengo tiempo, porque mi corazón no puede olvidar, y aún quiere destellar lo que en realidad tengo en mi alma, quiero recuperar la felicidad que perdí y sentirme volar como las mariposas, con la libertad que les da el viento, y no sentirme solo sin nada alrededor mío, de mi mente, de mis sentimientos, quiero atrapar los sentimientos de los demás, aunque ya no tenga esa juventud de mis primeras veinte primaveras.
Pero si quieres destellar amor, no puedes desear la muerte, porque el que desea la muerte está mal consigo mismo, con la cruz que llevas en tú pecho y con Dios.
-Si hijo mío, eso también he pensado ya vez que la hierba mala nunca muere, ¿Qué será de mi Carmela? ¿Estará viva o muerta, como habrá vivido? ¿De donde habrá sacado dinero para mantenerse y mantener a mis hijos?, Tiene razón el menor, me olvide de ellos por mi irresponsabilidad, cuales habrán sido sus necesidades, como reclamar amor en donde  no sembré, si olvide la semilla. Ellos piensan que soy ateo y no lo soy, nunca lo fui, quizás mejor lo hubiese sido, para que arrepentido ahora pudiese tener consuelo.
Pero yo sabía lo que hacia y preferí el camino placentero y divertido, de que me valía ser mayordomo en las fiestas religiosas, llevar grupos de danzas,  bandas musicales, donar becerros. Hacer castillos de fuegos artificiales si al menor descuido me llevaba a la mujer que se me presentaba, soltera o casada, sólo para demostrar que era el mejor, el osado, el más hombre, de qué me ha valido donar vestidos, juguetes, en navidad, cuando se me olvido los míos, debí dar también a los míos.
Reconozco que solamente quería ser admirado, quería ser visto como persona caritativa, el mejor fiestero, comerciante, saca vueltas. En realidad no era dadivoso siempre le sacaba provecho a todo; es decir donde Sebastián mete una aguja siempre saca una barreta.
He sido una basura, como la vieja Elisa que siempre estaba en oraciones y plegarias, en chocolatadas navideñas, de consejera, pero no perdía la oportunidad en tomarse sus tragos y estar a escondidas hasta con los maridos de sus hermanas de rezo, recuerdo cuando al chinito Fernando asistió al cumpleaños de su amigo Ruperto.
-¿Ruperto? ¿Cuál Ruperto?
-El hijo de Elisa, el flaco, el chinito Fernando estaba enamorado de Laurita, que era una gordita chaposita, buena moza, seriecita ella, le gustaba usar el cabello suelto con cerquillo, era de carita redonda, de manitos delgadas y dedos largos, de muy buen hablar, estaba ella muy acomedida ayudando a sacar bocadillos, en eso el chinito se acercó aprovechando la soledad, para enamorarla, me contaba el chinito que cuando ella estaba por fin para aceptarle como enamorado, aparece la vieja Elisa, interrumpiendo con una sonrisa tomando del brazo a Laurita dijo:
-Ven mi amor empieza el reparto por el lado izquierdo para llevar un orden.
Tomando la mano al chinito dijo:
-Mírame mi amor, no te gusto, como me ves estoy buena si o no.
-Si señora está buenaza.
-No me digas señora, tú dime Eli. Tú me gustas eres un chinito muy riquito.
-No señora, no soy riquito, soy normal como todos mis amigos.
-Si, pero para mí eres especial, no me tengas miedo.
-No tengo miedo.
-Entonces que te pasa, piensas que no me vas a poder enseñar nada, en las líneas del amor, o tienes miedo a que yo te enseñe. No te crees experimentado para mí.
-Yo, estoy enamorado de Laurita.
-Si, no te preocupes, que no soy celosa, lo único es que quiero compartir unos momentos muy agradables y quizás te enseñe como, puedas hacerla más feliz a Laurita, o no te crees lo suficientemente machito para el reto que te estoy proponiendo.
El ingreso de las tías de Ruperto, lo salvó de las garras de la vieja, ella no creía en nadie, pero le gustaba seducir, no que la seduzcan.
-¿Cómo es eso?
-Yo le sabía sus cosas, siempre me decía tranquilo, que gallinazo no come gallinazo y, entre gitanos no nos adivinamos la suerte.
-Salado tío, porque la vieja Elisa en sus tiempos según dicen fue la hembra más hermosa de esos lugares.
-En su rostro se dibujó una sonrisa maliciosa – dijo - hasta que un día la gallinaza se comió este gallinazo. Hijo mío esa vida he vivido, ahora que estoy cosechando, soledad arrepentimiento, cuando ya es demasiado tarde.
-Nunca es tarde cuando el arrepentimiento es sincero y el amor de Dios llega.
-Hijo mío, creo que tú eres el complemento del sueño que he tenido unos días antes de que llegues.
-¿Qué has soñado tío?
-Soñé con una niña invidente, que me pedía ayuda para cruzar una acequia, esta acequia tenía un tronco para poder cruzar, ella me extendió la mano y al momento que tomé su mano la niña empezó a mirar y, me miró directamente a los ojos, sentí primero como si me penetrase con su mirada, sentí una angustia, en mi garganta sentí como un nudo, como si se hubiese inflamado, no podía pronunciar nada, sentí un ligero ahogo, como que me faltaba la respiración, y después un escalofrió detrás de mi espalda, que poco a poco llegó a los brazos. El agua de la cequia venía con gran fuerza, era oscura y turbia, sentí un gran temor cruzar, tenía miedo caer, peor con esa niña que en un momento era ciega, y después, que ya miraba, pero seguía siendo una niña que necesitaba ser protegida, entonces le pregunté ¿Quién eres?
-Me llamó Diana - Contestó. 
-¿Por qué quieres cruzar la acequia? – Pregunté-
-¿Por qué? ¿Dime la verdad? – Me contestó y prosiguió -Tienes miedo, no es a sí, si tienes miedo a una acequia, como osarías cruzar el río.
-Entonces los pasos que habían, desde donde estábamos parados hasta la acequia, se alejaron, pero yo no había caminado y aún a si se alejaron cada vez más, eso me desesperó y Dianita continuó diciéndome.
-Te desesperas por correr, por huir, en tu mente está cruzar, pero tienes miedo, ese riesgo te perturba, es porque sientes que siempre te sucede algo contrario a lo que tú deseas, hombre de poca fe.
-Dime, Sebastián- dijo Diana - ¿Quién da más, a un niño que tiene hambre? ¿El que da las sobras de su plato o, él que comparte su plato con él, por humilde que sea el contenido del plato?, ¿Quién da más? ¿Un pobre que se esfuerza en dar un juguete barato, o el rico que da el juguete uso su hijo y le estorba en su casa?
-¿Por qué me preguntas eso hijita? – Contesté.
-Escucha, un niño que hace un pozo en la orilla del mar, quiere que su padre le llene de agua, el padre hace lo que el niño pide, pero el padre al ver que el niño creció  a través de los años, ya no le llena el pozo de agua, espera que el mismo llene su agua, es decir que tome el agua que desee del inmenso mar y se sacie de agua.
-No te entiendo hija mía.
-Sebastián, Sebastián hasta cuando no vas a compartir tu pan.
-Entonces me encontré en mi habitación y, en esos momentos tocó a la puerta el niño, el  hijo de  María – dijo – señor, por el amor a Dios, regáleme un pancito duro. Entonces tomé el pan duro y le entregué, pero la niña nuevamente estaba ciega, entonces me llamó, tomó mi mano y dijo.
-Llévame al niño, sacando su pan del día se lo entregó, al ver esto sentí vergüenza que ella siendo invidente le dé su pan del día y, le dije, no hijita, yo también tengo pan del día; pero el niño dijo.
-Cuando compartas tú mesa conmigo, y des de lo tuyo al que necesita, entonces empezarás a dar amor, porque nadie ama si no abre su corazón, porque las lágrimas no son un arrepentimiento, si el corazón está aún duro, no solamente hay que experimentar lo que siente un necesitado, es obligación aliviar su dolor, su angustia, su desesperación.
El arrepentimiento no es encerrarse en cuatro paredes, el arrepentimiento es salir y compartir lo que tenemos, porque cuando Dios te da en abundancia, tú también da sin fijarte, si cometiste errores y, te equivocaste, corrige tus acciones porque hay gente que espera tu amor y cuando des ese amor  a tu prójimo, recién estarás aprendiendo a dar amor, y estarás arrepentido. Y si aún de esta manera estás aprendiendo a amar, entonces como vas a decir que esto es infierno y que esto es cielo.
-¿Qué se espera del desconsolado? Que diga: Acá se paga todo, sufriré todo lo que hice sufrir o que  corrija lo que hizo. - dijo la niña- tomó mi mano nuevamente y prosiguió -
-El ladrón que no quiere ir a la cárcel, devuelve lo robado antes que llegue la autoridad, entonces hay que devolver el amor que se nos entregó y que tenemos egoístamente guardado, ese amor es  para nuestro prójimo, porque nada de lo que se nos da es para nosotros, aún el agua que se te da es para compartir y si compartes, se te dará agua en abundancia.
-El novio, no quiere una novia que sólo llore, que se queje y aparente ser buena y fiel,  no, el novio exige fidelidad y amor, porque la tendrá después de la boda  hasta el final de los tiempos, porque si ella le es fiel como novia, también le será fiel como esposa y, si no es, como ella aparenta ser, él simplemente endurece su corazón, la deja, busca una que en realidad le sea fiel y sincera, porque nadie puede exigirle con quién debe unirse, él ve quién en realidad le ama, Él reconoce la hipocresía con quién compartirá su vida.
-No es necesario estar como el ermitaño, no sólo el reposo, el estudio, el trabajo es bueno si no se tiene el calor de la amistad pura y desinteresada que se comparte y se fortalece día a día con el trato, porque el sentirse solo trae abandono y olvido; no es bueno dejar de sentir afecto por uno mismo, porque si uno no siente afecto por sí mismo como va a sentir afecto por los demás. Así, la gente siente gratitud por la gente que les da trabajo y les paga, entonces no seas esclavo de la avaricia y del odio, trabaja tu mente y tu espíritu hasta tener una gran pureza, debes ser el mismo con dinero y sin dinero, se bondadoso y no esperes agradecimiento, mira a los niños ellos jamás esperan agradecimiento, aprende su juego blanco y se como ellos, visita a los enfermos y llévales un buen afecto. Por más pesares que tengas conversa con los tuyos y trata de hacerlos felices, recuerda que la madre buena siempre se sacrifica por sus hijos y, el hijo bueno no quiere que la madre se sacrifique.
-Tú que tienes dinero, eres más infeliz, eso es porque no lo usas con los demás.
-Si lo usé contestó.
-Pero corrompiste, úsalo en cosas buenas, se dadivoso, la vida tiene un fin para ti, pero si tú te sales del camino, que te corresponde, como podrás llegar a ese fin, y cuando brindes, brinda por Dios, por su creación y, por la humanidad.
-En ese momento, nuevamente estaba  en el borde de la acequia, el tronco era más delgado y las aguas llegaban con mayor fiereza, la niña mirándome con ternura, - dijo- ahora te atreves a pasar o quieres quedarte en está parte del camino.
El viejo quedo pensativo.
-En qué piensas tío, cuéntame el resto del sueño.
-No hay mas que contar hijo mío, creo que a llegado el momento de abandonar está casita e ir a ver quién en realidad necesita de mí, tengo que acercarme a mis prójimos y al verdadero amor, ven hijo mío quiero abrazarte con todo mi corazón Dios sabe bien porque nos une, lo que el decide el hombre no puede deshacer, porque no somos nada si no llegamos a cruzar el río para tomar ese nuevo camino que dijo la niña.

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