domingo, 16 de octubre de 2011

NO HAGAS A OTRO LO NO QUIERES QUE HAGAN CONTIGO






NO HAGAS A OTRO LO NO QUIERES QUE HAGAN CONTIGO.




Todos los días los hermanos Navarrete se marchaban a su centro de trabajo que era una misma empresa pero en dos lugares distantes, por la misma situación de crisis, uno en la ciudad de Mariachis y el otro en el pueblo de las Magas, ambos hermanos eran casados y juguetones pero de buenas costumbres, unos caballeros a carta cabal.
Eran bromistas  como también eran muy buenos trabajadores, habitualmente de la empresa, a la hora del almuerzo a todos los trabajadores les daban un pan, caldo, segundo, postre y su gaseosa entonces  Carlos Navarrete el más alto de los dos se había sentado junto, al  popular almorranas, apelativo que le pusieron porque había sufrido de hemorroides en una oportunidad, el popular cara de jebe se sentó al otro extremo frente de almorranas, en una de las  cabecera de mesa se encontraba Carlos a quien le colocaron el mote de cara de bebe, porque no representaba su edad, toda la mesa la ocupaban compañeros de trabajo de una misma área, cada uno de los ocho compañeros colocaron su charola en la mesa y a la vez retiraron la botella de a gaseosa de la charola, colocándola frente de ella,  para iniciar a comer, cara de bebe estaba con una sed tremenda, y aprovechando que almorranas estaba distraído conversando con el compañero de su derecha y ante el bullicio y bromas de costumbre se tomó la gaseosa de almorranas, bajo la botella vacía colocándola al pie de la pata de la mesa e inmediatamente colocó la suya para el lado izquierdo donde se encontraba cara de jebe, cara de jebe al ver esto miro a otro lado y comenzó a reír a carcajadas, en realidad de los ocho sentados cinco se ganaron el pase, es decir observaron lo sucedido y reían a carcajadas, era una risa contagiosa que hasta el mismo almorranas se reía preguntando de que se reían los demás.
Cara de bebe sólo sonreía, al voltear almorranas y preguntarle de que se reían soltó una corta carcajada diciendo:
-Un no sé entre cortado, levantando los hombros y haciendo un gesto de inocencia envuelto de desconocimiento.
Empezaron a comer y entre ellos se decían bueno el chiste, buenazo contestaban a medida que terminaban el caldo, comía su segundo, entonces cara de bebe levanto la botella y se tomó un trago haciéndose notar de almorranas, el pobre sin darse cuenta seguía comiendo pero casi al terminar busco su bebida y preguntó
-Y mi gaseosa? No sé, decían todos,  está es la mía y cada uno cogía su gaseosa con destino a su boca, cara de bebe levantó su botella y bien serio le dijo.
A ti no te han dado gaseosa, anda reclama.
No, sí me han dado decía el pobre, pero el resto corroboró con un “no te han dado”, entonces cara de bebe dijo:
Como te van a dar mira todos tenemos menos tú, anda reclama, no seas tonto.
El pobre se levantó y se fue a reclamar, después de un buen momento retornó todo colorado diciendo
Se pasaron, no han querido darme mi gaseosa, he tenido que ponerme fuerte, a lo que todos contestaron.
Bravo, ya es tiempo que aprendas a reclamar tus derechos.
Pero a partir de esa fecha no se volvió a sentarse cerca de cara de bebe. ¿Por qué será?
Alfonso Navarrete, más conocido como el rápido trabajaba en turnos es decir en horarios diferentes cada semana, una semana de cero horas a ocho horas, otra semana de ocho horas hasta las cuatro de la tarde, otro día de cuatro de la tarde hasta las cero horas, en la fábrica por falta de materia prima en oportunidades no trabajaban y los trabajadores llegaban hacían un acto de presencia y después se acostaban a dormir unas horas, se levantaban hacían la limpieza de su área, con aire comprimido,  luego a esperar la llegada del caldo a las seis de la mañana y la  hora de salida.
Cuando la máquina estaba operativa no se debería dormir pero algunos dejaban la máquina en manos del ayudante, o también dormía el ayudante y después el operador.
Un buen día Alfonso descubre el escondite del señor Palillo, que era una persona con mucha experiencia pero era un lengua larga que siempre estaba delatando al que dormitaba por lo más mínimo que sea.
El señor Palillo desde que había llegado a planta le gustaba explicar, pero siempre terminaba criticando y hablando mal de los jóvenes trabajadores que eran la mayoría en la máquina.
Lo peor de todo no les corregía, si no que iba  a los jefes hablando mal de ellos, por lo que se ganó el apelativo de lengua larga.
-Jabancho, Jabancho,  llamaba Alfonso al gordo Ángel.
-Qué pasa corrió el gordo, pensando que había problemas con la producción.
-Lo encontré, lo encontré jabancho, le habló con un entusiasmo único.
-Habla, loco, que encontraste.
-El escondite de lengua larga.
 -Dónde?
-Ven, está bien calientito por el horno.
-Está dormido, preguntó Ángel.
-Sí, hasta ronca.
Caminaron ambos sigilosamente, encontrando al pobre señor Palillo dormido, colocaron una manguera de agua dentro de su lecho improvisado, el agua estaba bien tibia, por el mismo calor del ambiente, cuando el señor palillo se dio cuenta,  ya era tarde, estaba todo mojado, ellos escondidos que se reirán, llevaron testigos para que comentasen y hacer de esto un murmullo popular.
Entre éstas y otras cosas que se les ocurrían a los hermanos Navarrete.
Un día de verano a eso de las nueve y media de la mañana, uno de los supervisores recibe un sobre para Alfonso que trabajaba en el pueblo de las magas, se suponía que el sobre debería entregárselo cerrado, pero la curiosidad del supervisor hizo que lea la nota a medias, leyendo los siguiente: Alfonso Avisa que ha muerto tu mamá.
El supervisor se acercó al gerente Loyola, más conocido como el loco nervios y le dijo:
-Loyola, me he enterado que a fallecido la mamá de los Navarrete.
-Qué, quién te ha dicho.
-Su prima de Alfonso me entregó está nota y lo he leído.
-Pobres Navarretes, entrando a la fábrica miré a Alfonso, él como siempre riéndose y jugándose con todos.
-Loco y Carlos Navarrete sabrá, mejor llamamos a la ciudad de Mariachis para ver si él sabe.
Llamaron y le contestaron que no sabía nada, porque vestía con una camisa color rojo, y bromeándose como siempre.
-Y ahora como le digo se preguntaba el popular torero, que era el jefe de esa oficina.
-Oye cabello de ángel llamó al contador, escucha la noticia que te voy a dar, le contó y le dijo, ahora tú le vas a dar la noticia.
-Yo, no señor Huamán, usted es el jefe.
-Mejor llama a Marlon, a Gerson, y de está manera fue llamando a todos los que trabajaban en la oficina, nadie quería dar la noticia.
-Entonces el  contador dijo:
-Señor Huamán pero tenemos que darles los cuatro mil de ayuda social.
-Claro, contestó y tos repetían claro, claro tiene que dársele.
-Listo,  entonces ojitos lindos tienes que decirle tú, como quién le das su ayuda social.
-Por qué yo,
-Porque tú eres el cajero pues ojitos lindos.
-Claro, tú le dices, nosotros te acompañamos, le decían en grupo.
-Noooooo, acá el jefe es el señor Huamán, usted como jefe tiene que darle la noticia y nosotros le acompañamos.
Entonces se encaminaron y encontraron a Carlos Navarrete, el jefe tomó aire y le dijo:
-Carlitos, tengo que darte una noticia.
-Qué pasa, señor Huamán.
-Lo que pasa es que quiero que lo tomes con tranquilidad Carlitos.
-Jajajaja, diga nomás jefe que yo soy más tranquilo que agua de pozo.
-No Carlitos, es que la cosa es sería, no estamos con bromas.
Carlos Navarrete contestó un poco más serio al ver que el resto de compañeros no reían:
-Qué pasa señor Huamán.
-Es que han llamado del pueblo de las magas, y nos han encargado para darte la mala noticia que ha muerto tu señora madre.
-No, No se juegue así jefe, así no, jefe, ya déjese de bromas.
-No es broma Carlitos, tranquilízate, hijo. Ojitos lindos dijo:
-Mi más sentido pésame hermano, acá está tu ayuda social cuatro mil, firma acá por favor.
Ya con el rostro compungido y con voz entre cortada, Carlos dijo nuevamente.
-Ya déjense de bromas, pero el resto de amigos empezaron a darle el pésame.
Carlos entre sollozos, preguntó.
-Quién ha llamado.
-El gerente, Carlitos, pero la noticia lo ha dado el supervisor Carbonel.
-Mira hermano, yo te pongo a disposición la camioneta para trasladarte a ti y tu familia, le dijo siete lenguas.
Carlos entre sollozos, sacó a su mujer y sus dos hermanas que fueron llorando todo el viaje hasta a llegar a su destino, al llegar a su casa, Carlos le dijo a su mujer y sus hermanas ustedes no bajen, bajo yo primero.
Toco la puerta y nada, toco más fuerte y nada, se desesperó, gritó llamando a su padre y sus hermanos y nada, cuando ya se retiraba pensando que estarían en el velatorio del pueblo, o en la morgue, abren la puerta, a lo que Carlos se quedó frió y sólo atino a decir:
-Mamá.
Al ver sus hijas que su madre estaba en la puerta de su casa,  sus hijas y su nuera bajaron casi corriendo,  abrazándola entre sollozos.
A lo que la señora decía:
-Qué pasa, qué  pasa, al ver que no le contestaba nadie se quedó en silencio para después decir:
-Ah, ya sé, ustedes han venido a mi entierro antes de tiempo.
-Por otro lado Alfonso Navarrete, hermano de Carlos,  en un mar de lágrimas camino a la casa de su madre decía:
Dios mío,  por qué, si mi madre estaba bien, nunca ha sufrido de nada, yo la deje este fin de semana sanita.
El mono capellán, trataba de consolarlo diciéndole:
-Tranquilo hermanito, así es la vida y Dios sabe lo que hace, sólo tenemos que resignarnos.
Alfonso continuaba.
-Por qué señor me la has quitado, bajando la mano del rostro se toco la pierna y el bolsillo del pantalón con el sobre en el bolsillo, se le ocurre leer el mensaje, saca el sobre del bolsillo, casi ya llegando a la puerta de la casa de su madre, abre el sobre y lee la nota:
Alfonso te aviso, que ha fallecido tu tía Milagros, ubica a Ricardo y dile: ha muerto tu mamá
Tú tía Angélica.
A partir de esa fecha los hermanos Navarrete no eran tan bromistas, al menos ya no hacían bromas pesadas.

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